El expresidente panista Vicente Fox Quesada no ha dado tregua a sus comentarios. Sea a través de twitter o de entrevistas, el guanajuatense expresa ideas y opiniones sobre los aconteceres políticos. Si bien es verdad que todo ciudadano mexicano tiene derecho a la libre expresión, el expresidente mexicano interviene en política como si él mismo estuviese en la boleta electoral
Y el Frente Amplio por México lo ha permitido. ¿No ha sido el propio desprestigiado Fox quien ha aparecido en spots televisivos haciendo alusión al origen de los programas sociales, a la vez que golpea a AMLO y Morena? ¿No tiene la alianza tripartita mejor recurso que Fox para promocionar a sus candidatos?
Todo ha resultado negativamente. Tras las torpes declaraciones de Fox en torno a la supuesta eventual desaparición de los programas sociales bajo un gobierno aliancista, sumado al escandaloso tweet en que el ex presidente comparte una imagen donde se llama a Claudia Sheinbaum judía búlgara, el guanajuatense puso en aprietos al Frente; al punto que los propios Xóchitl y Santiago Creel (antiguo aliado de Fox y favorito para sucederle en 2006) se vieron obligados a deslindarse del desafortunado comentario del panista.
Felipe Calderón no se ha quedado atrás. Si bien reside en España y se ha mantenido relativamente al tanto, su instinto político le ha dictado a abstenerse de hablar en favor de algún candidato de la alianza, ocasionalmente lanza un tweet dirigido contra AMLO o en torno al caso García Luna.
¿Dónde quedaron aquellos expresidentes que, sabedores de que su rol en la política terminaba el día de la conclusión de su mandato, se retiraban discretamente a su residencia de descanso?
Los expresidentes surgidos del Revolucionario Institucional, desde Enrique Peña Nieto hasta los mandatorios surgidos del PRI de antaño, optaban por desaparecer de la vida pública. Fieles a la idea de que su espacio en política había terminado, cedían su voz a las nuevas fuerzas emergentes del partido, evitando obtener beneficios privados o apoyar a los candidatos de su preferencia.
Eso sí que se echa de menos del pasado. Ahora, desafortunadamente, debemos diariamente escuchar, leer y ver a personajes como Vicente Fox en los medios de comunicación, buscando resucitar glorias antiguas, como si aquellos personajes contasen aún con autoridad y popularidad para influir en la opinión pública y en los votantes.
Aquel célebre “¡Cállate chachalaca! espetado por el infatigable candidato AMLO al presidente Fox en la campaña del 2006 resuena hoy como un recordatorio de que los políticos del pasado deben quedar allí: en el pasado.