Termina el sexenio más caótico y nefasto en la historia contemporánea y moderna de México. Y el que hasta ayer fuera el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, concluye con la característica destacada de su ejercicio gubernamental, el autoritarismo y el cinismo. Se ha ido como llegó, burlándose del pueblo, con un ‘bailongo’, con una ironía en cuanto a que con ello celebra o festeja sus logros, cuando lo que ha dejado es un enorme listado de fracasos.
Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano, ha dado fe en una de sus más recientes publicaciones, que, “el gobierno del presidente López, cierra con los peores resultados en materia de seguridad, justicia y Estado de derecho, comparado con cualquier otro gobierno que lo haya precedido”.
Afirma, “este sexenio es el de mayor tasa de homicidio doloso, feminicidio, desaparición de personas, delitos que atentan contra la vida, extorsión, delitos que atentan contra la libertad, narcomenudeo, trata de personas, delitos que atentan contra la sociedad, desplazamiento forzado, robo a transporte de carga, robo de hidrocarburos, robo a negocio, violaciones y violencia familiar.
También es el peor sexenio en materia de corrupción, impunidad, transparencia, desmantelamiento institucional y destrucción de los contrapesos que hacen posible la rendición de cuentas”.
Rivas, asevera, “a nadie debe sorprender tal fracaso, en el Observatorio Nacional Ciudadano advertimos desde la campaña, el periodo de transición y a lo largo del sexenio, que la administración federal carecía de una estrategia en materia de seguridad y justicia; que los recortes presupuestales a policías y fiscalías habrían de tener un efecto negativo en su capacidad de prevenir y combatir los delitos; que los objetivos y métricas que perseguía este gobierno eran -en la mejor de las hipótesis- confusos; que la desaparición de Policía Federal era un error; que el proceso a través del cual se estaba creando la Guardia Nacional estaba siendo fallido; que la absoluta militarización de la seguridad federal produciría mucho más violencia; que la desaparición y ataque a los órganos autónomos favorecería el crecimiento de corrupción e impunidad y afectaría la transparencia y rendición de cuentas”.
Finalmente, acota: “Lamentablemente, por ello y por todos los errores cometidos, López cierra su sexenio, dejando un legado de violencia, muerte y destrucción institucional que habremos de pagar todos los mexicanos”.
Mucho de lo prometido por Andrés se lo llevó el viento
Los fracasos, las pifias, las improvisaciones, los caprichos y las malas decisiones terminaron por dominar el proceder del denominado gobierno de la cuarta transformación tutelado por el propio López Obrador.
Desde hace muchos meses los mexicanos que no somos aplaudidores del régimen nos percatamos que su fallido sexenio ya no tenía cómo llegar a buen puerto en ninguno de los temas que más importan como son la salud, la educación y la economía (que conlleva otros tópicos como inseguridad, corrupción, y falta de justicia), solo por mencionar algunos de los elementos que más preocupan en términos del progreso social.
En una de mis colaboraciones para este espacio de SDP noticias, escribí:
“En las memorias de México se concibe una lista básica de “antihéroes” a la que sin duda no pasará mucho tiempo antes que se incorpore el nombre de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para sumarse a personajes de lo más perverso que dañaron a nuestro país y fueron colocados en el basurero de la historia. Las razones para ubicar al actual titular del poder ejecutivo en este vergonzoso listado son bastantes y muy graves, pero aquí me referiré a solo una de ellas: catapultarse como dueño de la nación”.
“Si bien no vivimos la época de los antihéroes ya citados, y la historia en algunas ocasiones no es precisa o justa; en el caso que nos ocupa tenemos la posibilidad de ser observadores de primera fila de lo que está ocurriendo con el actual gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y las señales no gustan, es más, preocupan seriamente por lo que puede devenir en nuestro país.
AMLO no es rey, pero decidió vivir en un palacio para disponer de todas las ventajas, ahorros, comodidades, y excentricidades que ello representa.
Desde que habita en dicho palacete, ha construido barreras a su alrededor para alejar al pueblo de un sitio que anteriormente era visitado como un lugar turístico como parte del patrimonio nacional.
Desde ese lugar, emite de lunes a viernes una conferencia mañanera en televisión nacional. Es la tribuna desde la cual ha emitido más de 100 mil mentiras en lo que va de su sexenio, un sistema de comunicación similar al maratónico programa “Aló presidente” que durante 13 años mantuvo al aire Hugo Chávez en Venezuela.
Pero aún más grave, es la disposición de recursos del erario público para satisfacer sus caprichos, y alimentar su soberbia. Y aquí me refiero al descomunal dispendio de cientos de miles de millones de pesos para la edificación de obras que pretende sean el símbolo de su sexenio pero que muy seguramente terminarán como elefantes blancos por más que ya las haya inaugurado como es el caso de la refinería de Dos Bocas; el Aeropuerto Felipe Ángeles; el Tren Maya y otras más que contrario a encumbrarse como emblema de su gobierno serán el mayor distintivo de su enorme fracaso.
Recientemente se conoció, adquirió una deuda por más de 1 billón 700 mil millones de pesos, de manera que será el presidente que más ha endeudado al país. Le llevó 5 años acabar con los ahorros y fideicomisos de la nación.
En otras decisiones polémicas; López ordenó frenar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, lo que significó tirar a la basura más de 331 mil millones de pesos.
También por capricho intentó vender el avión presidencial; luego lo rifó, pero terminó rematándolo muy por debajo de su valor, y todavía en el presupuesto de egresos del próximo año se contempla un apartado porque se sigue pagando.
Canceló contratos a farmacéuticas generando el mayor desabasto de medicinas en la historia del país, y causando miles de muertes.
Más allá de la vergüenza histórica que lo anterior representa; hay que subrayar que en la forma de conducirse como jefe de la nación, Andrés Manuel López Obrador ha incurrido en decisiones que constituyen delitos y agravios a la nación, por lo que en algún momento debiera responder, aunque quizá ello nunca suceda”.
Ha terminado pues el sexenio de Andrés, quien deja un país incendiado; con múltiples frentes abiertos; violencia incontrolable, récord en homicidios, 115 mil desapariciones forzadas, falta de cobertura en salud, bajos niveles en educación, desastre en economía, y la mayor deuda de este siglo.
Lamentablemente, es el país que recibirá este día Claudia Sheinbaum Pardo, cuando le tomen protesta como la primera presidenta de los Estados Unidos Mexicanos.
Ojalá entienda la responsabilidad, se olvide de la campaña, de las divisiones y que deberá gobernar para todos; tender puentes, y buscar cómo sacar adelante la gran problemática que le deja el señor López, quien amenaza con permanecer y seguir incidiendo, pero deberá marcar su línea y deslindarse lo antes posible de ese personaje que tanto daño hizo a México.