Por lo pronto, tendrán que evaluar de qué tamaño fue la grieta que provocó la decisión que tomaron los legisladores del PRI y PRD que decidieron votar a favor de la Reforma Militar hace unos días, en la sede del Senado de la República.

La interpretación o la lectura que percibimos es que, los legisladores, votaron en conciencia y bajo la premisa de poder tomar una determinación con base a la necesidad de la población que, frente a los grandes desafíos que enfrenta el estado en materia de seguridad, considera indispensable poner en marcha mecanismos constitucionales que vale la pena confiar por ser instituciones de mucho respeto.

Para el PAN, esto significó un agravio y una traición, especialmente porque conforman, en teoría, una alianza electoral a futuro. Y para qué esta situación llegará a este punto hay razones- de acuerdo con la posición de los actores de acción nacional- cómo lo que pasó el martes pasado cuando la mayoría de legisladores del PRI respaldaron la minuta.

En lo político, fue un golpe duro para el panismo que amagó con valorar la continuidad de una alianza con fines electorales algo que, para muchos, sería un error y no un acto de congruencia porque mucho depende de la suma de más partidos para la competitividad, debido a que las consecuencias serían similares a lo que pasó en 2018. Una derrota.

Sí el PAN toma la determinación de separarse de la alianza Va por México no sólo hundirá toda esperanza de al menos competir, sino también de buscar un porcentaje importante de legisladores para construir un contrapeso que pueda encarar con decoro la responsabilidad de una fracción sólida en ambas cámaras en 2024. Ése es justamente uno de los motivos del porqué no sería una buena decisión precipitar una ruptura.

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Considero que, la alianza, debe estar pensando, primero, en cómo cicatrizar heridas y superar esta etapa porque entre más exista confrontación interna en la coalición, más reduce la probabilidad en un futuro pues la suma importa, e importa muchísimo.

En principio, nadie de los partidos es capaz de competirle a Morena, a menos de qué se produzcan dos factores que sigo considerando indispensables como para pensar en que, las elecciones del 2024, todavía no están saldadas a favor del lopezobradorismo.

La primera es, sin duda, los mecanismos equitativos que pongan en igualdad de condiciones a todos los aspirantes a la silla presidencial de Morena. Sí hay dedazo a favor de algún aspirante, eso puede provocar una división interna que lograría capitalizar la oposición sí sabe aguantar la presión de mantenerse a pesar de las decisiones que tome cada uno de los partidos que la conforman.

Otro aspecto medular que puede ser la clave de un proceso competitivo es que la coalición seda el espacio a un actor ajeno a los tres partidos políticos. Alguien que realmente esté a la altura de competir al tú por tú a Morena.

Y es que, la falta de cuadros en el seno de Va por México, obliga a buscar un abanderado maduro y experimentado que además de tener simpatía y conexión con la población civil, sea un verdadero líder capaz, incluso, de convencer al propio Movimiento Ciudadano que, en una de esas, se anima sí hay alguien a quien le deposite su confianza.

Que sea, en términos políticos, la panacea o el personaje ideal de larga trayectoria política capaz de unificar una sola propuesta de oposición. En un determinado momento, eso puede suceder sí se sabe perfectamente leer el panorama actual, sobre todo la aritmética a aras de construir una plataforma que sea protagonista, y no solamente espectadora.

Si la oposición perfila a un abanderado improvisado e inexperimentado, aun así, perderían la votación con Morena. La única alternativa es que, hoy por hoy, estén todos juntos y que influya algún detonante de división interna en Morena que fragmente al partido del presidente. De otra forma, veo imposible que la alianza Va por México, al menos, meta las manos para competir en un terreno que, hoy en día, tiene dominado la expresión lopezobradorista.

Notas finales

Ayer se llevó a cabo la Tercera Reunión con Miembros de la Iniciativa Privada en la Rama de la Tecnología de la Mesa Permanente para Analizar el Marco Jurídico y las Propuestas Legislativas en materia de Ciberseguridad, sobre todo en momentos coyunturales en que se vulneraron los sistemas de seguridad del estado con la extracción de documentos como el reciente ciberataque a la Secretaría de la Defensa Nacional, que es una muestra de la urgente necesidad de que el país cuente con legislación especial en materia de ciberseguridad.

Por tal motivo, es urgente actualizar la legislación en materia de Ciberseguridad como lo aseguró el Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado que insistió en instaurar las bases para la integración y coordinación de las instituciones y las autoridades encargadas de preservar la ciberseguridad en sus respectivos ámbitos de competencia.

De hecho, puntualizó que se requiere una ley de aplicación general para proteger la actividad digital del Gobierno Mexicano. Asimismo, la ley debe tipificar los delitos en contra de la confidencialidad, así como el acceso ilícito y debe proteger a las instituciones públicas y privadas, especialmente por el riesgo latente de sufrir ataques que afecten la seguridad nacional.

Muy bien.

Zacatecas

Hay que reconocerle la gran capacidad de gestión al gobernador David Monreal en Zacatecas. Y es que, por segunda vez consecutiva en unas semanas, se reunió con el embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar, para fortalecer la agenda en cooperación en temas de seguridad, inversión y migración.

Vaya que esto viene en un momento significativo donde la entidad del norte ha encontrado un punto de equilibrio en la gobernabilidad importante. De hecho, la propia encuestadora Demoscopia Digital manifestó un ascenso en el respaldo social al jefe del ejecutivo estatal de casi 49%. Así lo calificó la ciudadanía a poco de rendir cuentas en su primer informe de gobierno en que destacó el avance de obra pública, salud, educación y programas sociales.

Enhorabuena, Zacatecas lo merece.