La imposición de un 10% generalizado a las importaciones, y tarifas aún más altas para países con superávit comercial con Estados Unidos, son las medidas con las que Donald Trump ha encendido las alarmas a nivel mundial.
Y por si fuera poco, todo se ha agravado, pues la respuesta de Europa impactó a todos los mercados financieros. Lo explico, mientras Trump le pega al mundo en materia comercial, Europa y Asia le pegan a Estados Unidos, principalmente en la parte de servicios y específicamente en los financieros, situación que provocó la caída generalizada de las bolsas, mercados accionarios y bancos en Estados Unidos, colocándolos en un punto cercano a la recesión.
Los riesgos para México
México, aunque protegido parcialmente por el T-MEC, enfrenta riesgos concretos en materia comercial y financiera: el acero, aluminio y vehículos que no cumplen reglas de origen están sujetos a aranceles del 25%. La industria automotriz mexicana, clave para la economía nacional, está ahora en una posición frágil, especialmente por el contenido no originario en sus procesos. No hay solución fácil ni a corto plazo.
Ante esta incertidumbre el gobierno mexicano ajustó a la baja sus expectativas de crecimiento para 2025: entre 1.3% y 2.3%. En Europa la Comisión Europea ya prepara contramedidas. El tablero global se reacomoda, y con ello, las cadenas de suministro.
Aquí es donde México tiene, otra vez, una oportunidad histórica. Uno de los grandes temas en la disputa internacional, el famoso nearshoring o relocalización de las plantas productivas. Por cierto, ahora Estados Unidos se convierte en un feroz competidor frente a China y países como México.
Durante la guerra comercial previa entre Estados Unidos y China, México fue considerado como destino ideal para relocalizar operaciones, pero se desaprovechó por la inseguridad jurídica, falta de energía en general y energías renovables, infraestructura limitada además de una ausencia de una política industrial clara.
En otras palabras, México llega a esta disyuntiva en las peores condiciones, con seis años perdidos en materia energética, infraestructura, servicios y educación.
Por ejemplo, en la pasada administración se perdieron enormes oportunidades para convertirnos en uno de los países con mayor generación de energía limpia, por el contrario, cancelaron el desarrollo de infraestructura productiva, para concentrarse en mega obras que no sirven para nada, también se olvidaron de carreteras, gaseoductos, telecomunicaciones, servicios de salud y educación.
Si bien, las inversiones privadas nacional y extranjera se quedaron, fue por proyectos que venían desde la administración de Peña Nieto, no por nuevos proyectos.
Lo que vendrá
Aunque a México y Canadá no les fue mal a corto plazo, no fue gracias a sus líderes. Trudeau fue confrontativo y Sheinbaum mesurada, pero ninguno planteó una alternativa real. Sheinbaum habló de tener planes A, B y C y convocó a empresarios, pero no ofreció propuestas concretas. Su “Plan México” fue solo discurso sin acciones claras.
El verdadero factor para que a Canadá y México no les fuera tan mal, de momento, fue el T-MEC y ser los principales socios comerciales y geopolíticos de los Estados Unidos.
Hoy en día prevalece la oportunidad del nearshoring y más ahora que Trump extiende sus medidas a países asiáticos como Vietnam e India. Pero el capital no espera, las empresas ya están evaluando salir de Asia y en la búsqueda de alternativas puede estar México.
¿Estamos preparados esta vez?
Lamentablemente no se ve una estrategia que abra el espectro para enfrentar el nuevo paradigma con una visión clara y de Estado. Nos quedamos con los viejos clichés del nacionalismo, el discurso populista y el control autoritario que sólo beneficia a la oligarquía y a los grupos de interés de Morena.
La Secretaría de Economía no lidera, apenas medio administra las negociaciones en el marco de la revisión del T-MEC, que en breve se convertirá en renegociación. La CFE que debería liderar la transición energética, sigue los pasos de Bartlett que impiden la movilidad en el sector, el cual se encuentra protegido por la titular de la SENER, Luz Elena González y algunos legisladores, como la presidenta de la comisión de energía del Senado de la República, Laura Itzel Castillo, que solo tienen ojos para el petróleo y los negocios de Pemex.
Todo lo anterior desincentiva la generación de renovables, relega la distribución y transmisión y no resuelve el problema de estados que se debaten entre la luz y la oscuridad, ni de vastas regiones del país que se verán afectadas por apagones ante las inminentes olas de calor que vendrán.
Otro de los desastres de la 4T fue la educación, se detuvo el desarrollo de cuadros preparados y listos para ingresar a las nuevas tecnologías. La reforma impulsada por Aurelio Nuño que enterró AMLO y mantiene sumergida Sheinbaum, sería una condicionante para el desarrollo y la atracción de inversiones.
Es una segunda oportunidad, México no puede permitirse perderla nuevamente. La relocalización no es una moda, es una transformación estructural y quien no esté listo, quedará fuera del mapa.
El futuro no se espera. Se construye, y el reloj ya está corriendo.
X: @diaz_manuel