“Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo.”
José Martí
Resulta incomprensible, y hasta inconcebible, que uno de los proyectos más nobles que se hayan propuesto en una cumbre internacional como fue el de “Sembrando vida” por nuestra presidenta Claudia Sheinbaum Pardo haya sido mal criticado, y más porque la siembra de árboles frutales y maderables como lo es el propósito de este proyecto existe desde toda la historia de la humanidad.
Desde épocas postdiluvianas en la Biblia se encuentra el concepto de la agricultura, incluyendo árboles por supuesto, y a la vid de la que se obtiene el vino con el cual Noé se embriagó, siendo el primer personaje que lo hizo, también el rey Salomón escribió sobre lo importante que es tener un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar, concepto con el que se desarrolló la noción del tiempo y la teoría de la relatividad de Einstein.
Los cimientos del actual Israel se lograron gracias a la visión de Teodoro Herzl y de una fundación que se encargó de plantar árboles en su pantanoso terreno llamada “Keren Kayemet” desde 1901, y que hasta la actualidad ha sembrado en su muy pequeño territorio 240 millones de árboles, además de que en ese país tan controversial por tantos aspectos incluyendo la poca lluvia que recibe idearon un sistema de riego por goteo que transformó la noción del mantenimiento de los árboles y las plantas a nivel mundial.
La historia del padre de George Washington es muy relevante en cuanto a su afición por plantar árboles frutales, incluyendo al cerezo que George dañó con su hacha cuando tenía 6 años como un acto de rebeldía que siempre lo caracterizó.
El plan de México de llenar de verde las ciudades con árboles y plantas que se caracterizaba por la emblemática canción que todos mis contemporáneos recordamos como parte de esa gloriosa infancia en la voz del imponente Plácido Domingo intitulada “Verde será, verde ya es” fue muy ambicioso también en su momento.
Por eso y por muchas razones más sobre lo importante que resulta plantar árboles, las críticas que se han hecho al programa “Sembrando vidas” son históricas y moralmente infundadas, y de alguna manera deberían rectificarse.
Nota científica agregada: De árboles y plantas se han obtenido infinidad de medicamentos que revolucionaron a la Medicina, incluyendo a la aspirina de la corteza del roble, los digitálicos de la planta digitalis purpúrea que el mismo Van Gogh consumía, la warfarina de unos tréboles, la morfina del opio y la vincristina de la vinca.