El año pasado el sistema político español entregó a la comentocracia de ese país un curioso incidente —rifirrafe, lo tituló el diario ABC, de Madrid—.
“… ‘Gracias, señora presidente’: El rifirrafe lingüístico entre Vox y PSOE terciado por el PP”. Un diputado —hombre, sí— se dirigió de esa manera a su presidenta.
Que Andrés Alberto Rodríguez Almeida se refiriera como “señora presidente” a Rosa María Romero no parece haber molestado, o no excesivamente, a esta mujer.
Pero a otra sí le incomodó lo de “señora presidente”. La socialista Marisol Sánchez Jódar dijo: “Para falta de respeto la que tienen ustedes llamando presidente, en masculino, a una mujer”.
El recriminado se justificó y presumió de culto: “¿Le suena el término principio activo? Pues el del verbo presidir es presidente. Una mujer cuando ataca, que es lo que usted ha pretendido hacer conmigo, no es atacanta sino atacante. Si usted es una mujer pensante y no pensanta, seguramente entenderá estos aspectos de la gramática española”.
La socialista no se dejó: “Real Academia Española de la Lengua. Presidenta, presidente. Sustantivo. Aprenda”.
La aludida al principio, esto es, la “señora presidente”, intervino: recordó que la Real Academia Española “ha reconocido el término de presidenta cuando una mujer ostenta el cargo de la presidencia” y que tal institución lo recomienda como más adecuado que el también correcto de la presidente. Añadió que se siente más cómoda si se dirigen a ella como la presidenta que como la presidente.
En fin, allá en España debatieron acerca de una presidencia menor, por así decirlo: la de alguna comisión en el congreso. Desgraciadamente en España no discuten acerca de la presidenta o de la presidente del gobierno. Y es que España nunca ha tenido una presidenta y no se ve a ninguna mujer con posibilidades de llegar a ser la jefa de Estado.
En México sí tenemos esa oportunidad. Como nunca antes una mujer puede ser presidenta de la república.
La discusión en este momento no es la de si Claudia Sheinbaum sería, si ganara las elecciones de 2024, la presidenta o la presidente de México. Creo que en lo relacionado con el lenguaje estamos de acuerdo: la mujer es presidenta y el hombre, presidente.
Lo que debatimos es algo todavía peor y nada tiene que ver con la Real Academia Española: acerca de si México está preparado, o no, para una presidenta.
Ofende a las mujeres el solo dudar de la capacidad que ellas tienen para realizar cualquier actividad, pero ni hablar, eso es lo que discutimos.
México, país machista, no solo está preparado para una presidenta, sino que incluso necesita que lo gobierne una mujer. Si no ocurre en el próximo cambio de gobierno será un fracaso de todos y todas. Creo que AMLO lo entiende, aunque a veces vacile y voltee a ver a los machitos de su gabinete, todos calificados, pero todos... pues eso: hombres, y de masculinidades estamos hasta el gorro.
Andrés Manuel es inteligente y sabe que no puede irse del poder sin ejecutar la transformación más importante, la de una administración femenina y feminista. Lo exige el infierno del feminicidio que desde hace décadas —desde muchos años antes de la 4T— es nuestra sociedad.