Un buen número de analistas políticos apuntan a la idea de que AMLO, una vez llegado el 1 de octubre, buscará continuar gobernando. Esto sería, en todo caso, una vuelta ominosa al maximato de los años treinta de Plutarco Elías Calles o a las pretensiones autoritarias de otros expresidentes como Carlos Salinas de Gortari.

Como bien he señalado en otro momento en este mismo espacio de SDPnoticias, Jorge Carpizo, brillante constitucionalista y ex rector de la UNAM, propuso el término de prácticas “metaconstitucionales” a aquellas mediante las cuales los presidentes del PRI utilizaban su poder en tanto que jefes temporales del partido para controlar a los legisladores, gobernadores, y a través de las ternas propuestas al Senado, a los ministros de la Corte.

En otras palabras, a juicio de Carpizo, los presidentes del PRI, sin caer en la ilegalidad –pues difícilmente podrías acusárseles de cometer actos anticonstitucionales– manipulaban exitosamente la letra constitucional para que el poder del hombre de Los Pinos recayese sobre el resto de los poderes del Estado mexicano.

Los presidentes en turno, aprovechándose de la presencia absoluta del PRI en cada una de las esferas del Estado y del gobierno, imponían su voluntad sexenal; pues, al final, todos le debían al jefe del Estado, en tanto que cabeza indiscutida del partido oficial, sus cargos públicos.

Ahora bien, AMLO es el líder moral de Morena, mismo que, lejos de ser un partido político en sentido estricto, es un movimiento cuya fuerza e historia están determinadas por la presencia del líder carismático. A diferencia del PRI de antaño, donde el poder de cada presidente se limitaba a seis años, el poder simbólico del tabasqueño se perpetuaría hasta su propia desaparición natural.

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Difícilmente las elecciones presidenciales del 2 junio se entenderían, y menos aun los 36 millones de votos a Sheinbaum, sin el influjo de AMLO y su presencia simbólica en la boleta. Por tanto, algunos analistas estiman, y quizás les asiste la razón, que los legisladores, gobernadores y demás funcionarios electos deben su cargo a AMLO, y no así a Claudia Sheinbaum.

Bajo esta interpretación ¿quién controlará verdaderamente las dinámicas en Morena? ¿Será la presidente Sheinbaum o el expresidente AMLO? ¿Será el 1 de octubre el inicio de una presidencia metaconstitucional?