Joan Manuel Serrat una vez habló de su primer amor, que no fue una niña, sino una bicicleta: “De lo primero que me enamoré en la vida fue de una bici. Evidentemente, para mi padre o para mi familia era imposible comprarme una, o al menos, aquella compra hubiera acarreado grandes dificultades. Por eso, nunca se planteó siquiera”.
Como no podía comprarla, Joan Manuel alquilaba bicis “en estado deplorable y que devolvíamos después de usarlas en estado todavía más deplorable”. Tuvo bicicleta propia hasta que pudo comprársela.
Serrat nunca olvidó a su primer amor. En 1984 se fue a seguir el Tour de Francia como comentarista de una radiodifusora y un diario de Barcelona.
Cada día escribía sobre el Tour en El Periódico de Catalunya y hablaba sobre la competencia en Radio Peninsular de Barcelona. Si no me equivoco su columna sobre la mejor carrera del mundo se llamaba “Chupando rueda”. En internet puede leerse el primer escrito de Serrat sobre aquella vuelta ciclista:
“Los patrones del Tour han preparado una edición 1984 muy dura. Y la montaña va a dictar su sentencia. Hoy empieza el Tour de Francia. Y yo, aquí, en medio del mogollón, acordándome de Turró y del Trenzano... y de mí mismo, hace veinticinco años, cuando jugábamos con ciclistas de plástico encima de una mesa de ping pong en el patio de la señora Antonia. Aquí estoy yo, en la sala de prensa del hotel de Ville de Bobigny, en medio de un personal que no para de darle a la máquina de escribir frenéticamente, pronosticando suposiciones. Mungía nuestro colega-cajero, que nos cuida como una madre y fuma en pipa unos apestosos toscanos, está convencido que sin Agostinho, querido Tino, el irlandés Sean KeIly no tiene nada que hacer y que los colombianos, mal que le pese a Daniel Samper Pizano no están mentalizados para una carrera tan larga. Subirana, nuesto colega-chófer, le tiene una fe ciega a Pascal Simon. No sé, no sé... їSerá una rosa, será un clavel? El 22 de julio, con permiso de la autoridad competente y si el tiempo no lo impide, saldremos de la duda. Esto se pone en marcha. Con sangre, sudor y lágrimas y anfetaminas, el Tour demarra y yo me voy con él, chupando rueda”.
Serrat, cronista deportivo
A Serrat lo acompañaron los periodistas Javier De Dalmases y Antonio Vallugera. Para este último, hombre sabio, gregario es la palabra más hermosa del ciclismo. Gregario, sí —cito a la Real Academia Española—, el “corredor encargado de ayudar al cabeza de equipo o a otro ciclista de categoría superior a la suya”. Nadie gana el Tour sin buenos gregarios.
El Tour de Francia de 1984 lo ganó Laurent Fignon. Serrat disfrutó y sufrió la larguísima competencia. Y ahí reencontró al escritor Daniel Samper Pizano, que comentaba la carrera para El Tiempo de Bogotá, “y con el que cerraba los restaurantes cada noche”.
Samper y Serrat compusieron una canción dedicada a la mejor competencia deportiva habida y por haber, “Abur al Tour”:
Serrat no pudo cantar anoche, en el Zócalo, la canción que dedicó a su primer amor verdadero porque lo cierto es que jamás le puso música a esa obra de arte. Como quiera que sea, ahí queda, para leerla, “Abur al Tour”.
Si usted tiene libres tres semanas
y el mes para echar por la ventana
si en su casa, usted ya no interesa
pues cambió la pasión por la pereza
si le consienten sus fugas prolongadas
y sus ausencias ya no importan nada.
Es hora de que empiece
a pensar en el Tour
y abur, abur, abur.
Si entra en sus planes tomarse por la vida
cervezas frías y la sopa fría.
Y pasear sin enterarse donde estuvo
y recorrer sin acordarse donde anduvo.
Ir siempre al frente, por no ir a la zaga
y empujar con el casto Luis Gonzaga.
Si no le desvela el ronquido anónimo
del inquilino que escribe con seudónimo
ni pedir la llave en un hotel huraño
cuando le asalten ganas de ir al baño.
Si le gusta a usted tanto el ciclismo
que le duele el forúnculo a usted mismo.
Si no le teme a pespuntear los precipicios
e incorporar entre sus muchos vicios
la conducción de coche a tumba abierta
tomar las curvas sin cerrar la puerta
manejar el timón con el pie izquierdo
como lo hace allí el chofer cuerdo.
Y si le gustan las salas de prensa
donde apestar a chivo no es ofensa
y le huele el francés a sopa y pan
y le huele a choucroute el alemán
y a camembert los suizos periodistas
(porque allí somos muy nacionalistas...)
Si usted es hombre de hábitos sencillos
como lavar de noche calzoncillos
y le caben de una sola vez
dos metros largos de ese pan francés,
deje en casa sus aires de elegancia
y venga a mover el culo al Tour de Francia.
Samper y Serrat
Como mi obligación es escribir sobre política y no sobre artistas ni ciclistas, diré que en México —supongo que pasa en otros países— las sucesiones presidenciales son vueltas ciclistas de tres semanas. Gana quien esté más preparado, pero sobre todo quien tenga mejores gregarios. Si por el físico de cada corcholata tuviéramos que pronosticar un ganador o ganadora en el Tour Presidencial 2024, sería Claudia Sheinbaum, evidentemente en mejor forma que Marcelo Ebrard y Adán Augusto López —al menos ella no está pasada de peso como sus rivales—. ¿Quién tiene mejores gregarios? Habrá que analizar después a sus equipos, con toda calma.
En 1984, escribía Serrat que el consenso entre especialistas era que una prueba atlética tan dura no podía ser para mujeres: “La opinión general de técnicos y corredores no es favorable a que las muchachas corran este tipo de pruebas. Dicen que se sufre mucho, que es demasiado duro para ellas. Sorprendente tanto interés en evitar sufrimientos a las mujeres, en tan pequeña parcela. Al fin y al cabo ellas serán las que sobre la bici, dejen las cosas en su sitio”.
Durante toda historia de México se ha pensado que la presidencia es demasiado dura para una mujer. Y aun en este 2022 hay quienes creen que nuestro país no está preparado para una presidenta. Pero es falso. Las mujeres mexicanas, sobre la bici de la política, diría Serrat, terminaron por poner las cosas en su sitio. Hay una gobernadora del Banco de México, cuatro ministras de la corte suprema, el gabinete de AMLO lo integran tantas funcionarias como funcionarios, hay 9 gobernadoras de estados y en 2023 habrá otra, la del Estado de México.
Las mujeres ya corren el Tour de Francia —y el Giro de Italia y la Vuelta a España— y juegan futbol, rompen récords de salto de altura, crean empresas, son científicas, pintan, dirigen orquestas, son mamis después de trabajar todo el día y más, mucho más. Ellas pusieron las cosas en su sitio en todas las actividades, y en México, con buenos gregarios que tenga la aspirante de Morena, habrá al fin presidenta, y creo que será para bien.
Posdata
Ojalá Serrat antes de retirarse se dé tiempo de ponerle música al “Abur al Tour”. Un homenaje que su verdadero primer amor, la bicicleta, merece.