Un peligroso cocktail entre sumisión, servilismo y fanatismo, es el que priva en la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión, que por lo demás, ya habría incluso que ponerle comillas al término “Honorable” que por estos días ha puesto en entredicho la división de poderes que debe prevalecer en un Estado de Derecho, siendo que la mayoría que forman los partidos Morena, Partido Verde y del Trabajo, ha reducido su función a convertirse en una especie de títeres manejados desde el Poder Ejecutivo desde donde se les ordena cuándo, cómo, dónde y qué tienen que decir y hacer para tener contento a su mesías, quien placenteramente instalado en Palacio Nacional les exige aprobar todos los documentos que envía al Legislativo “sin cambiar ni una coma”.

El pedimento más reciente fue aprobar en los términos ya descritos el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el año 2022, lo cual se concretó la madrugada de este domingo 14 de noviembre, al aprobarse después de una maratónica sesión que arrancó el miércoles pasado.

Y fue maratónica porque conforme a la ley debían leerse todas y cada una de las un mil 994 reservas que presentaron Diputados de oposición, aunque ninguna de ellas fue tomada en cuenta.

Durante esos tres días, los mexicanos observamos quizá uno de los escenarios más patéticos y no menos preocupantes que se pueden presentar en un recinto como lo es uno de los tres poderes de la unión, en el que debiera prevalecer la contrastación de ideas, el diálogo, la elocuencia, la concertación, y en cambio hemos visto el vituperio, la censura, el agravio, la injuria, el insulto, y ene cantidad de actitudes que rayan en lo ridículas y amenazantes, como fue el paseíllo que dio por el pleno la diputada de Morena, Salma Luévano, mostrando una figura de la Santa Muerte para luego acercarse a la tribuna mientras la legisladora panista Teresa Castell hacía uso de la palabra, quien al sentirse amedrentada, denunció a su homóloga morenista “por amenaza de muerte y brujería”.

Y no menos insultante y ofensiva fue la actitud de otra morenista, Marisol Gasé, quien en respuesta a la diputada perredista Olga Luz Espinosa, quien criticaba el poco presupuesto destinado para temas de género, mostró un pizarrón con la palabra “culera”.

Pero si de mostrar mezquindad se trata, habrá que anotar a la llamada ex tiburona, Patricia Armendáriz, quien hizo uso de la tribuna para condicionar algún ajuste en el presupuesto a cambio de que en próximas fechas los diputados de oposición les voten a favor la reforma eléctrica que también se les dejó de tarea, siendo que las duras críticas que se llevó principalmente fueron por considerar que lo que estaba condicionando era el abasto de medicamentos.

Al final, la aplanadora funcionó bien aceitada y el proyecto del PEF fue aprobado sin modificarle siquiera una coma, tal como lo solicitó el inquilino de Palacio Nacional. Y en ello radica lo preocupante del asunto. No es que nunca se haya echado mano de una aplanadora en legislaturas anteriores, lo que ocurre es que anteriormente se debe paso a la discusión, al debate, y se lograban ajustes al presupuesto.

Con las nuevas bancadas del partido en el poder, la anterior y esta nueva, en contubernio con sus aliados, no se puede propiciar ninguna posibilidad de modificación o ajuste que no sea instruido desde el Ejecutivo. La sumisión, el servilismo y el fanatismo exhibido por sus diputados quedó de manifiesto durante lo que debía ser el análisis y discusión del presupuesto que mandata la Constitución, que por cierto, no tuvieron ni un ápice de remordimiento en pisotear.

Los mismos que la noche del viernes abrieron un paréntesis en la sesión para celebrar con pastel, cantar “las mañanitas”, y enviar parabienes al presidente Andrés Manuel por su cumpleaños, son los mismos que están dispuestos a cumplirle todos sus mandatos y caprichos con obediencia ciega, sin importar que en ello se ponga en riesgo el futuro de los mexicanos.

OEA

La postura asumida por la representación mexicana ante la Organización de Estados Americanos (OEA), respecto al conflicto por las elecciones en Nicaragua, es una verdadera contradicción en torno a la forma en que se ha actuado en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.

Su argumento de ceñirse a un mandato de la Constitución respeto a la Doctrina Estrada, que refiere la no intervención en otros pueblos, se cae a pedazos tan solo al recordar el espectacular rescate protagonizado por el canciller Marcelo Ebrard, quien al puro estilo de película norteamericana, utilizó un avión de la Fuerza Aérea Mexicana para ir por el ex presidente boliviano Evo Morales quien era requerido por la justicia de su país.

El Gobierno mexicano se abstuvo en la votación de la Organización de Estados Americanos (OEA) para declarar ilegítima la elección en Nicaragua que confirma la reelección de Daniel Ortega en la presidencia de ese país.

Las elecciones en Nicaragua del 7 de noviembre no fueron libres, justas ni transparentes, determinó la resolución de la OEA, y deploró el caso omiso hecho por la OEA a Nicaragua desde 2018 para promover la democracia representativa y la protección de los derechos humanos.

Esta resolución sobre Nicaragua fue promovida, de manera virtual, por Canadá, Antigua y Barbuda, Chile, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Argentina respaldó la iniciativa, pero México se abstuvo, y una de las muchas críticas para nuestro país provino de la exembajadora de México ante Estados Unidos, Martha Bárcena.

“Increíble que México se haya abstenido en esta votación cuando los candidatos de la oposición estaban en la cárcel. Un gobierno como el de @lopezobrador_, que llegó al poder tras defender derechos humanos y democracia, debería votar a favor”

Martha Bárcena

En tanto, la embajadora de México ante la OEA, Luz Elena Baños, señaló que México defiende y cree en la democracia representativa, pero rechazó que la OEA sea el organismo indicado para sancionar, aislar o intervenir en algún estado miembro.

Sin embargo, o sorprende esta declaración de la diplomática, pues es conocida la postura del actual régimen mexicano respecto a la OEA, baste recordar las declaraciones de López Obrador de julio pasado, cuando se lanzó contra este organismo al grado que planteó sustituirlo con un organismo que no sea “lacayo de nadie”.

“Es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia”, dijo López Obrador, durante una ceremonia para conmemorar el 238 aniversario del nacimiento del libertador Simón Bolívar.

El jefe del Ejecutivo mexicano hizo este planteamiento ante representantes de 33 países de la región de América Latina y el Caribe, reunidos en el Castillo de Chapultepec.

“La propuesta es ni más ni menos que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”, dijo AMLO aquella mañana.

Otra mu fuerte crítica al gobierno de México por abstenerse respecto a la crisis en Nicaragua fue expresada por la organización Human Rights Watch (HRW), que calificó de “vergonzosa y decepcionante” la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Por ello, el líder de HRW cuestionó las pretensiones de liderazgo latinoamericano del presidente de México, quien ha pedido reemplazar la OEA con un mecanismo “similar” a la Unión Europea (UE) y ha condenado el embargo de Estados Unidos a Cuba.

“López Obrador dice que quiere ser un líder regional. Pero no ha hecho ni el más mínimo intento de liderar en respuesta a la crisis en Nicaragua”, afirmó.

Independientemente de lo ya señalado, lo que sigue siendo digno de llamar la atención, es esa tendencia de Andrés Manuel a acercarse más a países como Cuba y su presidente Miguel Díaz-Canel, a Venezuela y hacer venir a su amigo el dictador Nicolás Maduro, a rescatar a Evo Morales de la justicia boliviana y ofrecerle asilo, y ahora apoyar con su abstención a otro dictador como lo es Daniel Ortega, al tiempo que pide la desaparición de la OEA y viaja a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para criticar el desempeño de la ONU.

Salvador Cosío en Twitter: @salvadorcosio1