En política mexicana hay reglas no escritas, no pocas, unas emblemáticas y que en parte le dan viabilidad a nuestro sistema sexenal de cambio de gobierno, una de esas reglas es la de los conocidos, desde 1989, y ojo, no porque en ese año comenzara dicha tradición, sino porque al inicio de ese sexenio (Salinas de Gortari) la ruleta le tocó al líder sindical petrolero Joaquín Hernández Galicia alias ‘La Quina’.
A partir de ahí, claro con excepción de los dos infames sexenios panistas, no hay principio de sexenio en dónde, a decir de nuestros usos prehispánicos y para el regocijo popular, se sacrifique a alguien, también (obvio) con el principal fin de, en cierta forma, “romper para estabilizar” se diría antes, qué en este caso, el de la presidenta Claudia Sheinbaum, sería mas que nada romper, en parte, para arrancar su periodo con mayor fuerza, credibilidad y legitimidad, y tiene una oportunidad dorada con que la ‘afortunada’ y elegida sea Ana Gabriela Guevara, la ya impresentable titular de la CONADE, máxime ahora que también es año olímpico, y pase lo que pase ya en París, la cosecha de logros de la delegación mexicana será magra.
Entre reportajes, trascendidos, quejas y rumores de malos manejos y desvíos millonarios de recursos, es muy difícil que buena parte de ellos no estén bien fundamentados, lo cual facilitaría un eventual proceso jurídico penal en su contra; eso, más sus infames declaraciones ante la prensa (cómo la de “los atletas mexicanos llevan ya - 6 medallas, o el haber mandado a vender calzones al equipo de nado artístico para su preparación deportiva, lo que la hacen ya una suerte de enemiga pública número uno, no sólo ante atletas y el periodismo deportivo, sino que del público en general.
Al ir el próximo gobierno sobre la funcionaria en cuestión, enviaría un firme mensaje de cero tolerancia a la corrupción, además de que sin duda, sería el golpe mediático y por ende de credibilidad, que un gobierno incipiente siempre necesita.