Claudia Sheinbaum no pudo contenerse ante la amenaza fascista de Claudio X. González y el resto de la “ultraderecha” en México.
Luego de la advertencia de Claudio X. González de “anotar” a los actores políticos que han respaldado la Cuarta Transformación, Sheinbaum aprovechó un encuentro con reporteros para pedir que la “apunten en la lista”.
El posicionamiento de Claudia Sheinbaum era necesario ante la abierta intimidación del empresario, quien parece que cruzó la delgada línea entre libertad de expresión y discurso de odio.
“Que me apunten en la lista (...) son millones y millones de mexicanos, difícilmente podría haber una lista. Esto es una posición fascista, así lo catalogo. ¿Quién hace listas? El MacArtismo, el nazismo, ellos son los que hacían listas. Eso es la derecha, ¿para qué quiere hacer una lista?”
Claudia Sheinbaum
Claudio X. González es un resentido social pese a que forma parte del grupo económico más privilegiado durante los gobiernos neoliberales. La “cuna de oro” en la que nació ha distorsionado su realidad y está convencido que los 30 millones que votaron por AMLO, no tienen ni idea de lo que pasa (ni de lo que se sufre) en el país.
Pese a sus reiterados intentos de lavado de imagen con proyectos periodísticos de prestigio, a Claudio X. González cada vez le está costando más trabajo esconder el fascista/racista que lleva dentro.
Quizá nunca lo admitan en un foro público, pero los privilegiados de siempre no pueden evitar sentirse incómodos cuando un movimiento como la Cuarta Transformación los confronta con argumentos y memoria histórica.
Por su parte, Claudia Sheinbaum demostró una vez más su compromiso no solo con los ciudadanos de CDMX, a quienes sirve como Jefa de Gobierno, sino con todos los sectores vulnerables a los que la 4T ha protegido e impulsado en estos 3 años de gobierno.
Usuarios en redes sociales tampoco se dejaron intimidar por la amenaza fascista y plantearon organizar un boicot de productos asociados a la empresa propiedad de Claudio X. González padre.
Ni el fascismo ni los boicots comerciales son el camino al consenso cuando se vive en democracia. Hay que dejar los productos de higiene en el mercado y a los resentidos sociales privilegiados en Twitter, o de plano pedirle a una de sus ONG que le ayuden con la terapia.