“La vida no es bella. Hay que hacerla bella”.
Franco Volpi.
“Has notado que cuando no te dejas pisotear, la gente comienza a decir que tienes un carácter difícil.”
MAFALDA POR QUINO (EN SU 60 ANIVERSARIO)
‘Todo por servir se acaba y acaba por no servir’. Lo mismo le pasará a las dichosas ‘mañaneras’. No es motivo para exaltarse, ni en positivo ni en negativo, sino para ocuparse. A lo que me refiero a que es momento de pensar si se requerirá otra cosa, otro vehículo, espacio, producto sustituto y en caso afirmativo, diseñar el qué y el cómo.
Ya lo dije antes: ‘segundas partes no son buenas’; pero, ¿qué tal una primera parte? ¿Algo propio? ¿Reinventarse? Y no, aquí el problema no es Claudia…
Veamos: de acuerdo con MetricsMx, ante la pregunta: “¿Considera usted que la presidenta Claudia Sheinbaum debe sustituir las mañaneras con otro formato?”, tenemos que hay un empate técnico entre los encuestados que dicen “sí” y los que dicen “no”. Pero donde todo este asunto del vehículo de comunicación con el público se vuelve realmente revelador es ante la pregunta: “¿La presidenta Claudia Sheinbaum debe conceder entrevistas a distintos medios de comunicación, incluso a los críticos a su gobierno?”. Allí, la respuesta es un apabullante 75% que piden que sí las conceda. Ergo, la oportunidad se presenta tomándole la palabra a la ciudadana.
¿Qué debe de hacer la presidenta para tener un verdadero canal de comunicación de cara a la opinión pública? Antes que nada, asumamos esto: el modelo del ‘diálogo circular’ caducó con el mismo López Obrador. Ya para agosto de este año, quienes “observaban la mañanera con mucha frecuencia” cayó al 17% de audiencia (Observatorio Mexicano de Medios). Probablemente hoy en día los ratings sean aún más bajos.
AMLO, dicharachero, provocador, popular (para bien y para mal). La presidenta es otra cosa; ella es cabrona, y lo digo con todo respeto. Se necesita ser una para reconocer a otra... ¿Y a quién voltean a ver las mujeres y los hombres inteligentes, incluso más que a un mandatario bufón? A una mujer dura, determinada, pensante, interesante, que llega con soluciones —innovadoras y atractivas de preferencia— y no con excusas. ¿Y a quién respetan y ‘se le cuadran’ los varones misóginos y caducos? ¡Pues exactamente a ese mismo tipo de mujer!
Entonces, ¿le quedan bien las mañaneras a Claudia? Yo en lo particular diría que no. La imagen que ella proyecta es de una persona seria, adusta y que no está dispuesta a la chacota o las manipulaciones tan socorridas por López Obrador. Lo que es más, ¿de verdad no se ha dado cuenta el equipo de comunicación de Claudia que ella brilla y despunta en intercambios ‘en corto’? ¡Den un giro hacia esos formatos!
Donde el otro fue un imán, ella puede mostrar agudeza, tener la capacidad de poner los puntos sobre las íes y demostrar la fortaleza que tiene como mujer, lo cual en nuestro país puede ser un atractivo para todos los estratos poblacionales.
Pongo un ejemplo: hace un par de días, el actor Rafael Inclán dijo que durante los próximos seis años tendremos como presidenta ‘una ama de casa’. Claudia le respondió y le puso un muy buen ‘estate quieto’. ¿Debe quedar ahí? O peor aún, ¿acto seguido la primer mandataria debe jugar a la víctima como solía hacer su antecesor? La respuesta es no. En lugar de ello, ¡que invite al actor a un breve intercambio! Apuesto un millón a uno que él quedaría en público como lo que es: un macho misógino.
Entrevistas fuera y dentro del espacio de la mañanera con conductores, analistas, periodistas, distintos personajes de la realidad nacional. Donde estas personas sean el foco de la atención lo que dure el espacio que se les presta, pero donde sí sea Claudia la que lleve la batuta y el control de la conversación. Esa —muy escasa habilidad (porque claro que es una habilidad ser quien lleve los hilos de la narrativa)— sí la tiene Claudia.
Otro ejemplo: en lugar de —solo— hablar de la cartilla de género, invitar a mujeres violentadas, casos de verdadero horror, y darle al fenómeno de violencia contra las mujeres el espacio y la dimensión que se merece. A las madres buscadoras; que les de voz y muestre lo que sufren. ¿Demasiado estridente? Quizá, pero no sería solo eso. Se daría visibilidad a los problemas y ciertamente se atraería la audiencia de millones de personas sintonizando el ‘Espacio con la Presidenta’.
Valgan otros ejemplos:
Apenas ayer la presidenta habló con Joe Biden. Cosas sumamente importantes e interesantes puedo apostar. Pues que invite a Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México a una charla pública. Tipo carismático ese señor; que Claudia converse con el sombrerudo personaje.
Que invite a Lilly Téllez e intercambie razones y sinrazones con la senadora y también que invite a Ciro Gómez Leyva y le pregunte sobre el tener que aguantar a Epigmenio Ibarra en su noticiero ‘Por la mañana’ o el porqué de haberle dado las gracias a Lilly… Que comparta su espacio -así sea por una hora- con Azucena Uresti, conductora e informadora aguerrida cual más.
Que invite a Xóchitl Gálvez. Total, hay muchos de la oposición que la culpan por haber aceptado su derrota en el momento que lo hizo. ¿Conceder es de demócratas? Supongo que sí. Pues invitar al oponente derrotado a una charla también lo es.
Intercambios con periodistas de verdad; “jubilar” o no a Carlos Pozos es decisión aparte. Que se hagan preguntas que saquen lo mejor de ellos (incluyo lo mejor de la presidenta) y lo peor de sus equipos de trabajo. No hay nada más efectivo que un reto para forzar a hacer las responsabilidades laborales de manera más adecuada.
No hablo de un “talk show”, pero sí de una confrontación veraz de los problemas de México y de buscar la forma de entenderlos en un debate real y educado.
Que invite a Alessandra Rojo de la Vega (mostró por enésima vez su triunfo en la alcaldía Cuauhtémoc) y de paso también a Evelyn Salgado, gobernadora de Guerrero…
Mientras la distorsión deliberada fue la piedra fundacional de la 4t y de las conferencias de prensa, Claudia Sheinbaum está ante la disyuntiva de reforzar ese “marco de referencia de falsedades” para legitimar los dichos —que no hechos— de su gobierno (incorporando un maquillaje en las reglas de dichas conferencias como las que ha propuesto; sorteo de periodistas que tomarán la palabra, nuevas secciones para los lunes, martes, miércoles, jueves y viernes) O, BIEN, crear espacios más honestos pero no por ello menos atractivos. No solo eso, puede aprovechar para aguijonear a algunos de sus funcionarios y a los gobernadores morenistas, así como elevar los réditos de miembros de la oposición y críticos que sí han sido intelectualmente honestos, a pesar de que ella no concuerde con estos.
Claudia tiene mucho por hacer; hereda números rojos (asesinatos y falta de dinero). Por ello es crucial que pueda comunicar con eficacia lo que busca y lo que quiere. No es hablando del pasado (una vez más), tampoco es la dicotomía de “seguir o terminar” con los designios de López Obrador, tan solo de que le dé su impronta personal a la urgente necesidad de poder comunicar los temas que sí son verdaderamente relevantes.
Mientras tanto, sí, sí a las respuestas como las que ha dado Claudia a tipos necios como Inclán; es más ¡invítelo a su mañanera! Y también a las mujeres violentadas que buscan obtener justicia. Veamos todos cómo el cómico deja de ser gracioso ante el dolor de cientos de mujeres. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad y la capacidad de hacer que eso suceda.