A menos de que los recientes acontecimientos políticos en torno a la designación de la candidatura presidencial oficialista se tratasen de una elaborada puesta en escena, orquestada desde Palacio Nacional en contubernio con Movimiento Ciudadano, la situación para Marcelo Ebrard Casaubón se ha complicado sobremanera.
La nominación de Claudia Sheinbaum Pardo como la candidata del oficialismo a la presidencia no fue noticia. Todos anticipábamos que sería ella la ungida como la candidata.
Siempre fue evidente que iba a ser Claudia. No solamente porque resultaba notorio que era la predilecta del presidente de la república; sino también porque es quien ha liderado todas y cada una de las encuestas serias que se han venido publicando en los últimos años. Incluso venció a su más cercado rival por 14 puntos en la propia encuesta que propuso este último.
A Marcelo no tuvieron ni que robarle la interna. No hubo necesidad de arbitrariedades. Sheinbaum es hoy por hoy la favorita de las mayorías.
No obstante, la nota la dio Ebrard. Hoy la atención se ha volcado en su persona, pues lo que más le interesa a la opinión pública en este momento es lo que el excanciller tenga que decir o vaya a decidir luego de haber quedado en un lejano segundo lugar en las encuestas levantadas por Morena para definir quién sería a quien postularían a la titularidad del ejecutivo federal en 2024.
Ayer Marcelo aseguró que no será hasta el día lunes en que defina cuál será la ruta que tomará luego de su derrota en el proceso interno del oficialismo. Sin embargo, que se haya ausentado de la ceremonia de unción de la candidata presidencial se interpretó como un remedo de ruptura con el lopezobradorismo.
Así las cosas, pareciera ser que la opción de que se le designe como el próximo coordinador parlamentario de Morena en el Senado se antoja como una alternativa improbable.
Dicho esto, los caminos de Ebrard Casaubón se han reducido a dos, a una bifurcación cuyos desemboques son tan distintos como contradictorios.
Por un lado, Marcelo podría romper con Morena para sumarse a Movimiento Ciudadano para que los emecistas lo postulen como su candidato a la presidencia. Este escenario se le impone a Ebrard como una paradoja y un galimatías, pues de prestarse a este proyecto, Marcelo estaría allanándole el camino a su adversaria, Claudia Sheinbaum; pues una eventual candidatura de Ebrard Casaubón lejos de restarle votos a la oficialista, le minaría simpatías a la oposición. Y el ex secretario de relaciones exteriores seguramente terminaría en un lejano y vergonzoso tercer lugar.
Pero existe una disyuntiva menos catastrófica.
Marcelo sí podría romper con Morena para adherirse a MC. Mas no por la candidatura presidencial, sino para tejer puentes comunicativos con la oposición.
Si Ebrard aceptara la invitación de Dante Delgado para engrosar las filas de su partido, podría ser para rediseñar la idea de la tercera vía.
Marcelo tendría que persuadir a Dante para que Movimiento Ciudadano se anexe al Frente Amplio por México. No de manera categórica. Pues la idea sería plantear la condicionante en cuanto a que para que se configure la alianza, se habría de levantar una encuesta para definir quién sería más competitivo como candidato único opositor contra el oficialismo en la elección presidencial, si Xóchitl Gálvez o Marcelo Ebrard.
Los tiempos electorales legales aún permitirían que se de el supuesto antes referido.
Solamente así podría tener Ebrard posibilidades de triunfo y cumplir su sueño presidencial.
A ver qué deciden el lunes.