Les platico: La falta de agua es por cortesía de la federación y detracito vendrá la de alimentos, esa sí por cuenta de una guerra a casi 10,000 kilómetros de distancia.

La misma federación le ayudará a semejante escasez, por el empecinamiento de un gobierno que ilusamente cree en el autoabastecimiento.

Se parece lo que hoy hace la 4T a la “sustitución de importaciones” de las épocas echeverristas y vean lo que dice la historia al respecto.

El tufo del ex presidente Echeverría invade al gobierno de López Obrador y no solo en inspiración, también en la corrupta transpiración de gente como Ignacio Ovalle Fernández, que siendo el carga maletas del centenario ex presidente, fue encumbrado por don Andrés Manuel para manejar la empresa creada en este sexenio, SEGALMEX.

Imagínense a quien le dieron semejante responsabilidad, como para asegurar un tétrico viaje al pasado.

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El nombre de esa empresa es Seguridad Alimentaria Mexicana y para colmo de males, la revisión de la cuenta pública por parte de la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades en dicha firma, por $8,600 millones de pesos.

El responsable directo es el mentado Ignacio Ovalle, quien en vez de ser sometido a las leyes mexicanas, resultó premiado por el presidente con un nuevo puesto: coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal, el Inafed, que depende de la Secretaría de Gobernación.

Y el colmo de los males, lo sustituye Leonel Cota Montaño, ex gobernador de Baja California Sur,  ex dirigente nacional del PRD y que del tema sabe lo que usted y yo de astrofísica.

Si se quieren resolver los temas del agua, falta ver quienes están al frente de Conagua, que es la que decide cómo se llenan y vacían las presas de México.

Toda protesta fuera de esas coordenadas tienen como único propósito el protagonismo de los grupos que a todo mal se le acomodan.

Sucede en NL y en todo México.

Entonces, las clausuras simbólicas en vez de ayudar, estorban.

Para lo único que sirven es para que los manifestantes llamen la atención. Solo para eso, aunque la sed siga y detracito venga el hambre, por cortesía, reitero, de la tozudez de un gobierno que maneja con los ojos puestos en el retrovisor y con la reversa bien metida, al fin y al cabo, esa velocidad también es cambio.

Ah, y el freno de mano igual, metido hasta el fondo.

CAJÓN DE SASTRE

“No soy Inés, pero por donde andan protestando y la forma en que lo hacen, de plano por ahí no es”, dice la irreverente de mi Gaby.