AMLO y sus corcholatas le temen a Xóchitl Gálvez. De allí que desde el ascenso de la senadora a los titulares nacionales el presidente mexicano y sus corifeos han dedicado tiempo, espacio y recursos para buscar descarrilar a una candidata disruptiva que podría convertirse en una seria postulante para arrebatar a Morena la presidencia de la República en 2024.
Algunos analistas políticos serios destacan que Gálvez podría galvanizar a las bases electorales de AMLO que, de alguna forma, se han sentido insatisfechos por los resultados del presente gobierno, y sobre todo, que no se emocionan frente a la inexpresiva Claudia, o los grises Ebrard o Adán Augusto.
Por parte del Frente Amplio por México, la apuesta está en Xóchitl. Las cúpulas de los tres partidos saben bien que ella representa la única carta que podría, con una buena estrategia política y sin sobresaltos mediáticos inesperados, hacer ganar a la alianza tripartita.
Para la mala fortuna de la oposición, Xóchitl es la única carta. Saben bien que personajes como Enrique de la Madrid o Santiago Creel serían vapuleados olímpicamente. En el caso de De La Madrid, a pesar de ser un hombre honesto, educado, competente, afable y buen funcionario, carga sobre sus hombros el peso de su apellido. Ante cualquier ascenso inesperado del priista en las encuestas, AMLO sacaría del baúl los recuerdos del sexenio de Miguel de la Madrid y su propio pasado como ex colaborador del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Santiago Creel tampoco jala. Su carencia de talento político, sumado a su estilo personal y físico que dista enormemente de provocar la mínima emoción en el electorado, lo pinta como un perdedor seguro ante cualquier – sí, cualquier- candidato de Morena.
Sumado a ello, el candidato de la oposición deberá enfrentar a la poderosísima maquinaria del Estado operada por el presidente y por más de una veintena de gobernadores quienes no escatimarán recursos de sus entidades para apoyar la campaña del candidato oficial.
Frente a estas adversidades políticas que enfrenta la oposición (y que nos recuerdan al panorama que tuvo Vicente Fox en 2000) Xóchitl podría – insisto, podría- plantar cara y azuzar a millones de mexicanos que no votaron por AMLO en 2018, y también a aquellos que lo hicieron pero que han denunciado los ataques contra la democracia perpetrados por AMLO y el partido oficial.
Por tanto, Xóchitl y su equipo deberán reunirse de un puñado de competentes abogados y estrategas de campaña con el propósito de desmantelar la narrativa oficial dirigida a doblegarla con pruebas infundadas sobre posibles conflictos de interés. No bastará, insisto, que la senadora salga airosa del conflicto jurídico, sino que sean capaces de transmitir el mensaje de que la panista sería una digna presidente de México.
Xóchitl es la mejor apuesta de la oposición, y quizá, la única. Si ella no es la candidata, y si otro desangelado candidato se cuela en la fórmula, la victoria de Morena está cantada.