“No saben leer, desfiguran la verdad”. Eso expresó Javier Sicilia en entrevista con Proceso. ¿Quiénes no saben…o no sabemos leer? Según el poeta, el presidente de México y todas las personas que cuestionamos a Sicilia porque este comparó a Andrés Manuel con Hitler.
Se equivoca. Sabemos leer tanto como él, Sicilia, sabe escribir. Fue clarísimo y estuvo más o menos bien redactado lo que dijo en Proceso: que como Hitler en su momento a nivel mundial, AMLO en México “exacerbará la violencia y la injusticia…; las llevará a grados mucho más terribles de los que hoy vivimos”.
Y, lo peor, el poeta Sicilia expresó con contundencia que la democracia no es opción: “Creer que las elecciones le pondrán un alto a la Cuarta Transformación, esa versión mexica del Tercer Reich, o que la izquierda podrá enderezar su intoxicado sueño, es no haber entendido el horror que vivimos”.
Es decir, si la democracia no sirve como método para cambiar al gobierno que a Sicilia no le gusta, entonces lógicamente lo que propone a la oposición —y naturalmente al poder económico— es olvidarse de transitar el camino de las urnas electorales para explorar el único que queda abierto cuando las elecciones no funcionan: la violencia, esto es, el golpe de Estado.
Ahora afirma que se malinterpretó su artículo “En el espejo de Hitler”. Tuvo que aclararlo porque Andrés Manuel no podía dejar pasar tan absurda comparación y, en la conferencia de prensa mañanera, calificó al poeta como un personaje “falso”, opinión que desde luego es la de muchísimos mexicanos.
Que conste: Sicilia no es un falso poeta, sino un falso humanista cristiano que anda por la vida besando en público a los políticos con los que se reúne porque, según su rollo que pretende ser metafísico, los besos tienen el mismo sentido que la conspiratio: compartir el aliento, es decir, el amor al prójimo, como en la misa cuando los fieles se abrazan y besan.
Toda esa tontería con la que Javier Sicilia ha pretendido disfrazar de misticismo su estrategia propagandística de besar políticos, con Andrés Manuel López Obrador no le funcionó. AMLO lo sintió falso y le volteó la cara.
Ni duda cabe, Sicilia es falso, mentiroso, calumniador, perverso y hasta cobarde porque no se sostiene en lo que dijo.
Al poeta ahora le da miedo aceptar que sí fue tan perverso como para comparar a López Obrador con Hitler, y por lo tanto niega haberlo hecho. Para eso me gustaba el señor Sicilia.