Recibí una llamada a propósito de mi artículo “Confiesa Castañeda: Aguilar Camín, aliado de de Alito (PRI salinista)”. Era para aclararme que, en efecto, el columnista de Milenio y director de Nexos sí se reunió —una sola vez— con Alejandro Alito Moreno, dirigente nacional del PRI, y sí hablaron de la reforma eléctrica, pero solo con fines periodísticos.
A eso se refería Jorge G. Castañeda cuando escribió lo siguiente: “En mi caso, la creencia —del buen comportamiento del PRI— se debió a la información que recababa de pláticas con varios integrantes de dicha alianza (PRI-PAN-PRD), destacadamente Santiago Creel (panista), y por las versiones que me compartían diversos interlocutores de Alito (Alejandro Moreno, dirigente nacional priista), destacadamente Aguilar Camín (columnista de Milenio y director de Nexos)”.
Es decir, una persona bien informada me asegura que interpreté erróneamente la expresión utilizada por Castañeda —“interlocutor”—, ya que la consideré sinónimo de alianza, cuando solo se trató de un diálogo perfectamente normal y con propósitos únicamente informativos entre alguien que se expresa en los medios y una figura de la política.
No se me pidió aclarar nada, pero lo he hecho por elemental decencia. Quizá mi error obedeció a que Castañeda dio la impresión de que ubicaba la interlocución de Aguilar Camín con el líder del PRI —solo para buscar información— al nivel de la de Santiago Creel con el priista —dialogo entre dos importantes diputados federales para negociar una posición común frente a la reforma constitucional que Morena y el presidente AMLO pretendían sacar adelante.
Desde luego, la forma en que Jorge Castañeda habló de la interlocución de Santiago Creel y Héctor Aguilar Camín con Alito Moreno no justifica mi indebida interpretación de lo que hizo el director de Nexos. Debí haber sido más cuidadoso al elaborar mi análisis. Me disculpo tanto con Castañeda como con Aguilar Camín.
La reforma electoral
El hecho es que no hubo reforma eléctrica y, por lo visto, no pasará la propuesta de reforma electoral del presidente López Obrador. Es decir, casi seguramente el INE no desaparecerá y las elecciones presidenciales de 2024 serán vigiladas por el mismo árbitro que ya conocemos.
Si lo anterior implica que no renuncie pronto Lorenzo Córdova, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, será un golpe para la oposición, ya que no podrá contar con este polémico abogado entre sus opciones para la candidatura presidencial de la alianza entre el PRI, el PAN y el PRD, tres partidos políticos nacionales importantes —más los dos primeros que el tercero—, que con un potente candidato o candidata podrían ser competitivos en 2024; el problema es que no parece haber en sus filas el potente candidato o candidata.
En el tracking diario de MetricsMx para SDPNoticias, en la alianza opositora encabezan la clasificación de preferencias electorales, con números muy bajos, la senadora Lilly Téllez y el excandidato presidencial Ricardo Anaya, a quienes de vez en cuando reta el priista Enrique de la Madrid. Números muy bajos, en efecto, esto es, de ninguna manera para preocupar a la líder en Morena, Claudia Sheinbaum —ella supera por cinco puntos a Marcelo Ebrard— ni tampoco al único que parece tener posibilidades en Movimiento Ciudadano, Luis Donaldo Colosio Riojas.
No es que actualmente el señor Córdova sea el preferido de una gran cantidad de votantes para encabezar la alianza entre el PRI, el PAN, y el PRD —de hecho, no es suficientemente conocido a nivel nacional—, pero por su perfil, sobre todo por sus frecuentes disputas con AMLO, con la mercadotecnia política adecuada podría crecer bastante.
Pero Córdova necesita abandonar el INE muy pronto para quedar legalmente habilitado para ser candidato. Una justificación para renunciar, además ruidosamente, quizá se la iba a dar la reforma electoral, pero si esta se convierte en imposible —de momento lo es, por la resistencia del bloque opositor en el poder legislativo—, entonces él se verá obligado a quedarse hasta el final de su periodo.
Así las cosas, solo Colosio Riojas parece ser competitivo en la oposición. Pero hay dos problemas para que este sea el candidato de los partidos que se enfrentan a Morena: el primero de tales problemas, que no está en los planes de MC ir en alianza en 2024, y el segundo —quizá el más importante obstáculo— que Donaldo no está convencido de representar al partido, el PRI, en el que han militado quienes causaron la tragedia que le costó la vida a su padre en 1994, algo que se complicó hace meses cuando el imprudente Alito Moreno descalificó con extrema vulgaridad al hijo del candidato asesinado.