Debo reconocer el gran olfato político que tiene Dante Delgado, líder nacional de Movimiento Ciudadano que, a pesar de la gran presión, se ha mantenido firme en la determinación de competir solos en los procesos electorales que se avecinan. Pese a que en 2018 confió en el canto de las sirenas de Anaya, excandidato presidencial de aquella fase, le quedó la amarga experiencia de haber pactado con la derecha. Incluso, los daños colaterales y el costo político fueron muy altos, pues MC, en esa etapa, cayó en desánimo social, eso sí, estigmatizados con el agravio o el aval de haber hecho coalición con el PRD y PAN.

Dante Delgado entendió que, más allá de una suma aritmética, ganan más terreno compitiendo solos. Está el caso de Jalisco y Nuevo León. También, por ejemplo, en 2021 fueron competitivos en Campeche. Es sencillo: hay alianzas que suman y, en política, hay coaliciones que restan, dividen y provocan repudio. Todos sabemos que MC no ganará la elección presidencial, sin embargo, puede crecer como segunda fuerza política, pues el PAN, con ese paso al que va, está en franca decadencia.

Cada vez que la oposición sale a pronunciar algo o anuncia una plataforma de competencia, realmente no pasa nada. Es decir, su narrativa no trasciende y, lo peor de todo, cada vez se sumergen más en un agujero sin salida. De hecho, Morena tiene más de dos años en activismo continuo; sus liderazgos de peso están recorriendo el país. Además de ello, la unidad está plenamente garantizada para el partido guinda, una vez que el presidente supo tejer fino en el proceso de organización ¿y la oposición?

Están como medio reaccionando y, ayer mismo, presentaron una ruta de competencia interna, aunque todos sabemos que, el candidato saldrá de las filas del PAN. En efecto, el PRD no tiene capacidad ni margen para negociar; está a merced de lo que le ordenen y, sus premios de consolación, serán pocos espacios legislativos, siendo la estructura más débil y pobre en términos de intención del voto. De hecho, la decadencia política del Sol Azteca, los ha llevado a perder más de la mitad del registro en las entidades federativas. O sea, están a un pasito de extinguirse y todavía hablan de competir. Por favor.

El PRI, por ejemplo, cada que hay elecciones entregan más y más entidades. Están a un paso de perder el registro en Hidalgo, uno de sus principales laboratorios en términos de padrón electoral y, en medio de ese clima adverso, Alito muestra su incompetencia. Esto es, ni más ni menos, los frutos que ha cosechado durante su gestión.

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Desde ahí, arrastra más fracasos a su causa y, de acuerdo con los pronósticos, se augura un futuro desangelado para el Revolucionario Institucional en 2024. De hecho, Alejando Moreno llevó mano en la elección de Coahuila y Estado de México. Al igual que el PRD, el reparto de espacios será inferior a menos de que, en una de esas, compita solo, pues algunos perfiles están llenos de ego y narcisismo como para construir una coalición.

Tal vez el Frente Amplio por México compita en Yucatán y Guanajuato, pero, lo demás, será carro completo para Morena que ganará, sin contratiempos, la presidencia de la República; 7 gubernaturas y la mayoría de los distritos para integrar el legislativo en ambas cámaras. El preludio electoral ha dado un augurio irrefutable que apunta a esa realidad.

Todo pinta para que sea así, máxime porque la oposición sigue extraviada en un universo de vanidad que los ha distinguido siempre. De hecho, se antoja para que el partido guinda pase por encima de la coalición Va por México, tal y como sucedió en 2018. Es decir, una aplanadora sacudirá al contrapeso, pues desde todas las perspectivas los números favorecen al lopezobradorismo, especialmente cuando la oposición está sin brújula, sin líderes y sin proyecto de gobierno.