“Cuánto buen amigo, es enemigo

De pronto, sin ti

Cuántas veces no quiero dormir

Esperando una historia genial

Pero nunca toca, la noche loca

Sin ti

Separados como tontos

Separados porque sí

Separados porque hay algo que va mal

Separados por el frío

Separados al final

Es así

Es lo normal

Aaah, ah”

Luis Miguel

“No hay distancia que pueda mantener a los amantes separados mucho tiempo”

George Washington

Tiene razón Darío Celis, columnista de El Financiero, el ingeniero Slim debe estar feliz. Como ya se veía venir desde hace unos años, López Obrador está por darle uno de los regalos más anhelados; uno que le fue negado por Fox, Calderón y Peña Nieto. El IFT (Instituto Federal de Telecomunicaciones) está por otorgarle a Claro Video, empresa del magnate, una concesión del servicio de televisión de paga. ¡Televisión!, sí.

A pesar de las más de 500 empresas en su haber, esta concesión no significa solo ‘la cereza en el pastel’ para el ingeniero.

Lo que sí, sería una muestra más —aunque no cualquiera— de los negocios que el hombre más rico de nuestro país ha logrado a su favor a la sombra del poder. Concesiones (iniciando con Telmex), construcción de carreteras, puentes, un tren, servicio de internet, vías férreas, la línea del metro, y sí, un aeropuerto que fue cancelado, la relación con el gobierno sigue y sigue y sigue.

La relación de Slim con López Obrador ha sido larga y llena de altibajos; desde cuando este fue jefe de gobierno de la Ciudad de México y se dio la mejora del Centro Histórico con una inversión superior a los 1000 millones de pesos, hasta ahora que Slim participa en diversos proyectos de la 4T.

El magnate perdió millones de dólares con la cancelación del NAIM y también a partir de los comentarios vertidos por el inquilino de Palacio en octubre sobre la renovación o revocación de la concesión de Telmex. Sí, bastaron sus dichos para que la empresa registrara una de las mayores pérdidas en la Bolsa Mexicana de Valores y también en Estados Unidos.

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Algunos consideran que la declaración del primer mandatario solo fue un farol para desmarcarse de su evidente cercanía con el empresario. O para tratar de probar su poderío. Lo cierto es que la relación entre ambos es un poco simbiótica: Slim requiere a López Obrador para continuar sus negocios en México y mantener sus concesiones y el tabasqueño lo requiere para que invierta en el país.

La conveniencia para ambos, que sucede solo a ratos y por momentos, está ahí; uno teniendo el poder político y el otro, económico. Al grado, que después del descalabro verbal de octubre ya mencionado, el 5 de noviembre López Obrador aseguró que la empresa OHL “tuvo preferencia sobre una de Carlos Slim, a la que descalificaron aun cuando presentó mejores precios”. ¿El presidente tenía los datos para poder asegurar eso? Poco importa, en la nación de los “otros datos”, solo requería insinuar que Slim tiene en general mejores propuestas y precios.

Lo que es un hecho incontrovertible es que para el lopezobradorismo Slim pasó de ser parte de la mafia del poder a un ejemplo a seguir. Tanto así que en la administración 4T, las empresas de Carlos Slim construyen etapas del Tren Maya. El mismo tabasqueño lo comentó cuando invitó en abril al empresario a desayunar a su finca en Palenque. Antes de ello (16 de octubre de 2019), Slim dijo que invertiría 40 mil millones de pesos al año en telecomunicaciones a través de Telcel y Telmex y 20 mil millones de pesos en Carso Energy.

A partir de la tragedia de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México, su relación ha cobrado un nuevo ímpetu.

No se olvide, una de las empresas del ingeniero fue responsable del tramo defectuoso de la Línea 12, tanto así que de antemano se anunció que Grupo Carso correrá con todos los gastos de la reconstrucción y de los apoyos para deudos y sus familias.

Una forma de acallar un justo clamor por la muerte de 26 personas, mientras los negocios continúan viento en popa y a costa de la ciudadanía.

Pero regresemos al punto central de esta unión de lo político con lo económico (¿dónde quedó la tan prometida separación de las esferas?): si lo que plantea el periodista Darío Celis es cierto, el permiso de incursión en el negocio de la televisión para una de las empresas filiales del hombre de negocios no solo es ‘un regalazo para Slim’, es también un error.

Una grave equivocación y afrenta al pueblo de México porque se traduce en que, luego del colapso del Metro, se premia a los negocios del ingeniero con una concesión largo tiempo anhelada.

Si eso sucede, no queda más que confirmar la irresponsabilidad del gobierno de la Cuarta Transformación. Constatar de una vez por todas que en México nada ha cambiado. Que se retribuye el tráfico de influencias, se aplaude a los monopolios, se continúan los negocios al amparo del poder, se barren los principios por debajo de la alfombra y que, sí, la mafia del poder continúa habitando a la sombra de las ceibas de Palenque.

Verónica Malo el Twitter: @maloguzmanvero