Ayer fue el sorteo de las empresas encuestadoras para hacer la encuesta que definirá la candidatura presidencial de Morena y aliados. A partir de hoy, rompo mi compromiso de no opinar sobre los precandidatos de Morena. Es ahora un momento de definiciones. Como saben, queridos amigos, soy convencionista (por muchas razones que aquí no explicaré) y ahí acordamos apoyar a quien resulte designado (a) en la encuesta. Por supuesto que cada convencionista tiene su preferencia -en la CNM hay ebrardistas, noroñistas, claudistas y adanistas. Ni velasquistas ni monrealistas, aclaro-, pero tenemos un acuerdo nacional de apoyar a quien resulte designado (a) en la encuesta. Hoy estamos presenciando un escenario caótico al interior de Morena.

La dirigencia nacional de Morena, desde la llegada de Mario Delgado, se ha caracterizado por su verticalidad y antidemocracia, así como por designar en candidaturas y hacer alianzas con personajes políticos impresentables. La violación del Estatuto ha sido permanente, al grado que Mario Delgado declaró el año pasado que “era una camisa de fuerza”, ya que le impedía hacer sus tropelías con toda libertad, así que en el congreso nacional de Morena propuso un nuevo Estatuto, mismo que ahí fue aprobado por mayoría y validado por el INE. Se salió con la suya.

Después vino la reunión con el presidente, donde les puso las reglas del juego y todas las corcholatas se comprometieron a cumplirlas. Les impuso, me parece, su propio código ético y político a todas ellas. Y ojalá lo hubieran aplicado. A mí en lo personal me han decepcionado todas ellas (con la excepción de Noroña, que paradójicamente ha sido el más apegado a las mismas), porque han abusado del uso de propaganda como espectaculares, bardas y hasta se ha hecho uso de la estructura de dependencias gubernamentales para hacer su campaña. Un verdadero cochinero. Y después de varios regaños públicos más o menos velados de parte del presidente AMLO, porque todo eso va en contra de las reglas que les impuso, algunos aparentan rectificar.

Y ayer llegó el momento de sortear a las empresas encuestadoras, que harán las encuestas espejo que, junto con la de Morena, definirá la candidatura. La antidemocracia y malas prácticas de Mario Delgado están a punto, aparentemente, de echar todo por la borda. La representante de Ebrard se negó a firmar ayer el resultado y los representantes de Monreal y de Adán firmaron “bajo protesta”. Ebrard ha sido el principal inconforme, pero no de ahora sino desde antes que empezara el proceso, exigiendo “piso parejo” y acusando una cargada desde el gobierno a favor de Claudia Sheinbaum. Hace dos días envió un mensaje en video donde daba a conocer sus inconformidades con los procedimientos que se habían adoptado e hizo denuncias muy serias que configurarían hasta delitos electorales. Con algunos de sus señalamientos yo también estuve de acuerdo, y así lo manifesté en su momento.

Pero veamos las cosas con mayor detenimiento. Pareciera que Ebrard anda dando patadas de ahogado, porque todas las encuestas principales, desde hace meses, colocan a Claudia en primer lugar de preferencias y de intención de voto. Y con sus reclamos, todos los analistas dan por hecho que se viene un rompimiento de Ebrard con el movimiento. Pero si rompe con el movimiento, eso equivale a un suicidio político y Ebrard será muchas cosas, pero tonto no es. Irse a Movimiento Ciudadano es un callejón sin salida. Tengo otra hipótesis: todo es un show que armaron Mario y Marcelo. Planearon fingir un alejamiento mutuo y un rompimiento, pero al final en la encuesta Mario hace fraude (lo ha hecho en repetidas ocasiones) y hace ganar a Marcelo. Y como ya hubo reclamos de Marcelo en todo el proceso, y aparentaron un distanciamiento, eso le daría veracidad al resultado. Mario siempre ha sido un operador cercanísimo de Ebrard, y lo sigue siendo.

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Si mi hipótesis resultara cierta, cabe plantearse estos escenarios:

a) Claudia no se quedaría cruzada de brazos, y rechazaría el resultado. Esto sí significaría un rompimiento muy grave que pondría en aprietos al presidente mismo y a todo el movimiento.

b) Claudia, por instrucciones del presidente, acepta el resultado y se decide a apoyar a Marcelo Ebrard. Con ello convalidaría el fraude de las encuestas con la promesa de un puesto en el gabinete, lo cual haría que quedara en entredicho su integridad y compromiso con el movimiento, ya que Ebrard representa claramente un giro a la derecha.

Si mi hipótesis no resultara cierta, y Claudia resulta la vencedora en la encuesta, Ebrard seguramente no aceptará el resultado. No impugnará ni nada, pero tampoco aceptará un cargo en el gabinete de Claudia y empezará a preparar su candidatura presidencial del 2030 por la oposición, léase el Movimiento Ciudadano y los que llegarán a sumarse. Claudia no tendrá la fuerza que tuvo AMLO como presidente, por lo que será blanco de los golpes de Ebrard y compañía (no hay que descartar que Monreal se sume a Ebrard en esto), lo cual hará crecer la imagen de Ebrard en todo su sexenio. Al final, en 2030 la oposición tendrá un candidato muy fuerte que terminará con la Cuarta Transformación. Como quiera que sea, se avizoran tiempos terribles. Espero estar equivocado.