Sonora Power
Un hecho indiscutible es que la mañanera del pueblo que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum se mantiene como el gran catalizador de los debates públicos y permanece como la guía respecto a qué se debe hacer en la vida pública en todo el país.
Me dio gusto abrir de vuelta un viejo debate en Sonora, en especifico sobre mi alma mater, la Universidad de Sonora, que desde 1991 se convirtió en un laboratorio del neoliberalismo, al instaurarse en aquél momento una injusta nueva ley orgánica conocida como la Ley 4, que impuso el entonces gobernador Manlio Fabio Beltrones.
Entre algunas lindezas, la ley Beltrones canceló la democracia en la Universidad de Sonora, creo una junta universitaria que era el máximo órgano de gobierno con poder incluso para designar rectores y encima creo un sistema de cuotas.
En pocas palabras cancelar la participación de los estudiantes y académicos por considerarlos menores de edad, sin voz ni voto, pero también sin capacidad para discernir lo que pudiera ser bueno o malo para ellos y además ir por la privatización de la educación superior.
Esto trajo un gran conflicto generacional y dejó muchos saldos, en Sonora se puso en marcha el proyecto neoliberal que en su momento no pudo implementarse en la UNAM, gracias al movimiento en que participó la hoy presidenta Claudia Sheinbaum, lamentablemente el autoritarismo en Sonora prevaleció y nos dejó con una ley anacrónica e injusta.
El gobernador Alfonso Durazo cambió esa realidad hace un par de años al reformar la Ley 4 y abrogarla, para establecer la nueva ley que abre espacios de participación y permite la participación de académicos y estudiantes, para elegir a sus autoridades.
Sin embargo en ese momento no se dio el paso definitivo para cancelar el régimen de cuotas.
Es justo el asunto que le expuse a la presidenta Claudia Sheinbaum, la necesidad de cancelar esas cuotas injustas, que convierten a la educación en algo inalcanzable para muchos jóvenes que aspiran a ser profesionistas.
De pasada también le expuse la opacidad y ausencia de rendición de cuentas en que han caído las actuales autoridades universitarias, que encabeza la rectora María Rita Plancarte, que maneja subsidios federales y estatales por montos cercanos a 9 mil millones de pesos al año.
La Universidad de Sonora es una enorme institución, con una matricula de 47 mil estudiantes de todos los niveles, es una universidad que es fundamental para Sonora, su desarrollo actual y su futuro y de lo que pase en ella, dependen muchos temas, entre ellos la inserción del estado en las grandes ligas del desarrollo nacional.
Está claro que hay un mandato constitucional, que obliga a todas las universidades públicas a anular el sistema de cuotas, la Universidad de Sonora no puede ser la excepción y la presidenta Claudia Sheinbaum fue enfática en su respuesta.
“Toda educación que ofrezca el estado debe ser gratuita”, me dijo y en Sonora la Universidad no ha atendido ese mandato.
Peor todavía, la rectora de la Universidad de Sonora se tomó este tema como una afrenta, porque ose decir la verdad, es decir que su administración está reprobada en auditorías practicadas por el Instituto Superior de Auditoría y Fiscalización de Sonora (ISAF), por no haber actualizado y por lo tanto homologado su sistema administrativo, de modo que las cuentas financieras de un ente enorme como es la Unison, se llevan literalmente sobre las rodillas y el tema que pudiera parecer menor, pero no lo es, es que la rectora y sus cercanos cobran sueldos millonarios, incluso por encima de las percepciones del gobernador de Sonora y de la presidenta de México con base a trucos financieros, que incluyen prestaciones mágicas y compensaciones.
La rectora salió con una torpe respuesta a intentar defenderse, negando que gane más que la presidenta (claro sin comprobarlo) y a reconocer que es omisa en lo que le ha observado el mencionado ISAF y peor todavía a tirarse al piso, para señalar que todo esto es una trama para interferir con el proceso de relevo (en el que ella misma es parte interesada) y que los señalamientos, son el todo caso ataques, por el simple hecho de que ella es mujer.
Le aclaro a María Rita Plancarte, que aquí no hay una razón de género, nada que ver en mis críticas a su gestión tiene que ver su condición femenina.
Agrego que tengo más información, mucha más sobre sus manejos, malas gestiones administrativas y obras de asignación directa bajo la sospecha de corrupción. Pero el tema no es contra ella, ni es personal, aunque ella quiera hacerlo ver como algo similar.
También le digo, no tengo un interés particular en el proceso interno para elegir a quien le suceda en el cargo, proceso en el que ella misma desea participar.
Sin embargo es importante aclarar: la Universidad de Sonora es un asunto de interés público en Sonora, es una institución que opera con recursos públicos y que por lo tanto está sujeta al escrutinio público, por lo que su opacidad en el manejo de los recursos no deja de ser un gran asunto.
Para noviembre próximo se emitirá la convocatoria para elegir al quien será el próximo rector o rectora de la Universidad de Sonora y más o menos en junio próximo se tendrá al relevo.
La Universidad de Sonora es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos del la burocracia dorada, que hace ya 34 años tomó por asalto a la universidad de todos los sonorenses.
Sobre aviso no hay engaño.
Correspondencia a demiandu1@me.com | X: @Demiandu