Hay gente que funciona como una escopeta de perdigones: piensa una cosa, siente otra y sus actos se dispersan sin dirección.

WALTER RISO

La prudencia impone distancia.

Dora Isabel Verdugo

Siendo analista política no puedo dejar de comentar algo sobre el tema del momento. Se lo debo a mis lectores. Eso sí, seré concisa y lo más objetiva posible. Veamos.

1.- Desde mi muy particular punto de vista, nadie en su sano juicio debe tomar en serio la charada de AMLO de no superarse; de conformarse en la vida con lo mínimo indispensable (“Si ya tenemos zapatos, ¿para qué más? (…) Si se puede tener un vehículo modesto para el traslado, ¿por qué el lujo?”). Ese discurso tiene un fin político. No le demos seriedad a lo que no lo tiene. Limitémonos a reprobar y contrarrestar el que el primer mandatario aliente la mediocridad entre el pueblo mexicano. Punto.

2.- En ese sentido, no hay razón para criticar a José Ramón López Beltrán por aspirar —y alcanzar—, así sea a través de su pareja Carolyn Adams, una vida de ensueño. Si acaso, decir que el retoño contradice “las clases” de austeridad de su padre y congratularlo por ello. Debemos oponernos —de preferencia de forma constructiva— a la narrativa del presidente, no atacar a un individuo, así sea este el hijo de López Obrador.

3.- En mi opinión lo que merece no solo levantar las ceja sino investigaciones serias por parte de la autoridad es que la familia López Beltrán-Adams haya ocupado y disfrutado durante dos años (2019-2020) una propiedad en Conroe, Texas —de muy mal gusto, por cierto— que en ese momento le pertenecía a la compañía Baker Hughes y a un ejecutivo del sector petrolero, Keith L. Schilling, los cuales han tenido y tienen contratos —ciertamente durante el periodo antes mencionado— vigentes por más de 151 millones de dólares con el gobierno mexicano (entre ellos en la refinería Dos Bocas).

4.- En adición a lo anterior, indagar si en la propiedad del terreno adquirido por Carolyn Adams, si en la construcción del inmueble o si en el financiamiento para adquirir la residencia en Cypress, Texas, que la familia habita desde 2021, algo tiene o tuvo que ver algún contratista del gobierno federal.

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5.-¿Conflicto de interés? ¿Tráfico de influencias? ¿En el primer caso? ¿Por cuanto a la segunda vivienda? Eso es lo que se debe determinar periodística y judicialmente, y en torno a ello es que deben de girar los comentarios, los análisis y los cuestionamientos.

6.- Por lo demás, sugiero no imitar al presidente López Obrador quien siempre se ha caracterizado por ser alguien incongruente; una persona que de entrada descalifica y acusa sin pruebas.