Miles de mexicanos se preparan para la marcha del próximo 13 de noviembre. A pesar de las descalificaciones de AMLO (ha llamado a los futuros asistentes corruptos, clasistas y racistas, entre otros apelativos propios del jefe del Estado) intelectuales, hombres y mujeres libres, periodistas y miembros de la sociedad civil protestarán contra la intentona del presidente y del partido gobernante de impulsar una reforma electoral que podría conducir al debilitamiento del INE, y quizá, a su desaparición.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con los objetivos de la marcha. Recupero brevemente el tweet lanzado por Lorenzo Meyer, académico del Colegio de México, y quien se ha distinguido por ser abierto simpatizante de la 4T: “La marcha que la derecha mexicana prepara para este 13 de noviembre va a tener como un elemento de trasfondo las elecciones intermedias de hoy en EU.
En otras palabras, según Meyer y muchos otros que abrazan a la 4T, será la “derecha mexicana” quien marchará. Vamos a ver. ¿Por qué deben ser catalogados como “derecha” los que en su libre albedrío manifestarán su repudio ante una acción del presidente que atentará contra la democracia mexicana y que ha permitido que la “izquierda” se haya convertido en la primera corriente política en el país?
¿Por qué deben ser llamados “de derechas” los hombres y mujeres de este país que buscan hacer respetar el orden constitucional y los valores democráticos que tanto ha costado forjar? ¿Qué tiene que ver la derecha o la izquierda con la defensa de una institución que ha sido un baluarte de la democracia y de la transición de partidos en todos los órdenes de gobierno?
No nos equivoquemos. La defensa del INE y el repudio contra las eventuales acciones antidemocráticas de AMLO y de su partido no tienen corriente política. Se puede ser de centro, de derechas o de izquierdas. Nada tiene que ver el pensamiento político. Lo que vale es la convicción de que los mexicanos debemos vivir bajo un régimen democrático donde sean los ciudadanos quienes con su voto elijan a los gobernantes, y que el mesías tropical no pueda impulsarnos hacia una regresión democrática que resultaría muy costosa para el devenir nacional.
Los simpatizantes de la 4T continuarán, empero, llamando “de derecha” a los marchistas del 13 de noviembre. Lo que buscan no es un sano debate público, sino descalificar desde el poder el origen y la legitimidad moral de la protesta, y con ello, legitimar una reforma regresiva que resultaría sobremanera perjudicial para la democracia mexicana.