Lo de Balandra es algo estructural. No es un hecho aislado. Es la insistencia por un modelo de desarrollo basado en un turismo depredador vinculado al mercado inmobiliario que la vendió como la playa más bonita del mundo.

La mayor parte de la costa de la Península de Baja California está condenada por su belleza. El ecocidio ocurrido en la zona es un claro ejemplo de la presión ejercida sobre las áreas naturales protegidas.

En el desastre ambiental de Balandra se combinaron la falta de presupuesto junto al nulo interés gubernamental, la poca ética de algunos prestadores de servicio, la poca regulación hacia embarcaciones y la ventajosa forma de actuar de dueños de yates.

Era cuestión de tiempo. Ahora el daño está hecho y pone en tela de juicio la forma en que México desmantela, desde hace varias décadas, el aparato institucional encargado de administrar las zonas designadas a la conservación.

¿Quién es el culpable?

Ha pasado una semana. Las autoridades estatal y federal manejaron la situación como si no se tratase de gran cosa. Otra playa contaminada, qué más da.

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Omitieron el nombre del dueño del yate Fortius valorado en 1.5 millones de dólares y que su hundimiento ocasionó una de las peores tragedias ambientales que se tenga memoria en la región.

Del presunto culpable nada se sabía. No fue hasta el 26 de agosto que El Organismo publicó una nota con el nombre de la empresa: Fortius Electromecánica S.A. de C.V. Una compañía cuyo representante legal es Sergio Alcalde Delgado.

Irónicamente, Fortius Electromecánica S.A. de C.V es una empresa jalisciense que estuvo a favor de las energías renovables para sostener al sistema capitalista.

De hecho, ha ganado varios contratos con el Gobierno de México, la Ciudad de México y Jalisco. Por lo menos son 92 millones de pesos en instancias gubernamentales del 2007 al 2015, muchos de ellos vinculados a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Solo de 2009 a 2012 recibió 20 contratos.

Con la Ciudad de México prepara tener la planta solar más grande del mundo dentro de una ciudad.

Instalarán 32 mil 400 módulos fotovoltaicos en 19.85 hectáreas distribuidas en los techos de la Central de Abasto capitalina. Costará 25 millones de pesos.

Playa Balandra, La Paz, Baja California Sur

Costos ambientales

No hay que quitar la lupa al golfo de California o el Pacífico. Lo de Balandra, es otro lamentable hecho relacionado a los extractivismos que pululan en la región.

Lo cierto es que actividades extractivas como la minería, la agroindustria y la petrolera siempre eran las que más daños hacían a ríos o mantos acuíferos. O, por lo menos eran más visibles.

Por ejemplo; en 2014. El derrame de 40 millones de litros de desechos tóxicos y metales pesados desde la mina Buenavista del Cobre de Grupo México a los ríos Sonora y Bacanuchi o los 3 mil litros que arrojó de ácido sulfúrico al golfo en 2019.

Si hablamos de áreas naturales protegidas podemos hablar de la Reserva de Biosfera de Vizcaíno que tiene operando proyectos que, pese a los daños ambientales en el mar ocurridos desde finales del siglo XIX, mina El Boleo volvió a operar en la zona.

Si hablamos del turismo, el ejemplo es Área de Protección de Flora y Fauna Cabo San Lucas, municipio de Los Cabos, con grandes resorts, megaproyectos inmobiliarios, cruceros y yates arrojando cantidades incuantificables de desechos al mar pacífico.

Tampoco podemos olvidar lo ocurrido en el Parque Nacional Bahía de Loreto cuando un yate VIXIT dañó un área de 19 x 8 metros de rocas de tipo cantera que aplastaron tres ejemplares de coral pétreo, al quedarse atascado.

Lograron extraer 60 mil toneladas de combustible y evitar un ecocidio.

Somos de Balandra

Si bien, las áreas naturales protegidas no han resultado, como muchos esperaban, ser una herramienta para limitar el desarrollo extractivista porque las élites empresariales han logrado filtrar su lógica mercantilista.

Mientras no cambié el paradigma de ver a la naturaleza sometida a los caprichos del capital, a los deseos de los hombres del dinero, nunca dejaremos de presenciar estos terribles sucesos como lo que pasó en el Área de Protección de Flora y Fauna Balandra.

Sin duda, debe prevalecer una estrategia de protección en el que la ciudadanía seamos guardianes de nuestras costas.

Al menos 10 toneladas de desechos habían sido retiradas de la playa que ayudó, de la mano de una campaña de maketing, a traer miles de visitantes. ‘Futuros comprados’.

Escuché decir a un empresario una vez; Ahora, aquel eslogan de #BalandraesNuestra que fue un grito de resistencia en 2004 tiene otro sentido en el 2022 dependiendo de quién lo diga.

En la voz de las y los jóvenes de Viernes Por El Futuro La Paz suena esperanzador. En algunas organizaciones de la sociedad civil suena a una oportunidad. Para los gobiernos suena a resignación y en los empresarios sigue siendo un jugoso negocio.

¿De quién es Balandra?

En mi colaboración anterior dije que #BalandraeraNuestra, pero no es cierto. No, como dijo un compa, nunca fue nuestra, en realidad, nosotros, nosotras, somos de Balandra y eso no lo hemos entendido.

Twitter: @Cachobanzi