Sonora Power
Para los que no alcanzan a dimensionar lo que se diseña en Sonora para el futuro de México, les digo, que en mi Estado se gesta un cambio de proporciones incalculables para el desarrollo futuro de nuestro país y el hemisferio norte de América.
Esto va más allá de una simple reedición del plan de industrialización por la vía de la manufactura de alta tecnología o la captación masiva de inversiones, el llamado “Plan Sonora” parte de la lógica de que México dispone de los recursos naturales y las condiciones para patentar su propio camino en materia de desarrollo y es a partir de esta estructura que nuestro país tiene una oportunidad como la economía emergente del presente y el futuro.
Para quien está informado, por supuesto no debió pasar desapercibido el hecho de que México se colocó como la economía número 15 por su tamaño a nivel global, tampoco hechos notorios como los récords en captación de inversión extranjera directa, beneficios récord para enormes negocios trasnacionales presentes en el país como la banca extranjera, o bien el hecho notable y notorio de que las remesas crecieron a tal nivel que alcanzaron 58 mil 497 millones de dólares, rebasando por su volumen a China y colocando a México solo por debajo de India en este concepto.
Es decir la economía mexicana crece y explota en su potencial a partir de su mercado interno y esto es un hecho importante en la nueva historia económica de México.
Antes se vio al país como centro manufacturero, semillero de mano de obra barata, y a los gobiernos de la época perdida neoliberal, no les importó malbaratar la vida de millones de mexicanos, que debieron trabajar en maquiladoras por salarios de hambre, tan es así que durante el llamado periodo neoliberal, el salario mínimo se fue (valga la redundancia) a la mínima expresión, de tal modo que millones de obreros estaban condenados a la miseria, sin importar que tanto se esforzaran en su trabajo.
La movilidad social en esa época se vio cancelada, pues trabajar no era suficiente para salir adelante, la famosa “cultura del esfuerzo” que tanto se patento en los gobiernos priistas de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, no servía para nada, pues realmente es en ese periodo que la brecha entre los verdaderos ricos (los dueños de los medios de producción) y la clase trabajadora se ensanchó de tal modo que México quedó convertido en uno de los países con mayor disparidad social.
La distribución del ingreso en México pasó en solo 2 décadas de ser injusta y desproporcionada a ser simplemente inalcanzable, los ricos solo se hicieron más ricos y los pobres, simplemente continuaron en la pobreza y la reserva de mano de obra barata y hasta desechable, incrementó a niveles insospechados, de ahí el deterioro del tejido social que ha dado pie al enorme éxito del crimen organizado, pero eso es otro análisis.
Por esas razones las políticas de bienestar impulsadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador resultan tan exitosas y prendieron en la base social, como parte de la solución al problema de la miseria en que se vieron sumidas millones de familias en México.
En este contexto es que llegamos al punto actual, donde México asoma la cabeza y encuentra que existen enormes posibilidades para su economía en un mundo cambiante, donde hay oportunidades para quien se atreva.
En este esquema la nueva visión del desarrollo con un enfoque al desarrollo de “mega-regiones” como la que componen hoy México, Estados Unidos y Canadá, permiten condiciones óptimas, pues México se encuentra en un entorno en el que tiene todo lo que se necesita: recursos naturales, un territorio enorme, una reserva de recursos humanos importantes y un mercado interno en plena expansión, además claro está de un plan de desarrollo a partir de nueva infraestructura, el diseño de planes de autosuficiencia en energéticos y alimentos y una oferta al mundo, que no es otra que el atractivo del país y su cultura como su esencia.
Quienes estuvimos en Puerto Peñasco el 2 de febrero pasado, logramos obtener una visión de ese futuro, pasando claro por mi Estado, Sonora que como es de sobra conocido tiene todo un potencial desaprovechado y una larga de historia de querer figurar como punta de lanza en el desarrollo nacional sin haberlo logrado.
En el pasado nos rebasó el centralismo, el desdén del altiplano por una región remota, pero que hoy se ubica en el epicentro de algo.
La relocalización de inversiones, la emergencia de Arizona como el nuevo centro de desarrollo industrial, la cercanía al mercado de Estados Unidos, la salida al mar, la enorme riqueza mineral del Estado, con todo y la reservas de litio incluidos, el diseño y ejecución de un plan logístico y hasta el potencial turístico, le dan a Sonora hoy esas herramientas para jalar al país hacia adelante.
Claro hay carencias, existen nebulosas en ese “Plan Sonora”, pero al final de esta experiencia son más las certezas que las dudas.
En Sonora estamos listos.
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