Una pregunta muy pertinente y complicada. En condiciones normales, desde luego, mi respuesta sería un rotundo: por una mujer, ya es tiempo de romper el techo de cristal que impide que las mujeres ocupen la silla presidencial en este país.
Sin embargo, las elecciones del 2024 no son cualquier elección. México se encuentra en una crisis sin precedentes en todos los sentidos: seguridad, violencia, justicia, salud, economía, educación, igualdad, pobreza, migraciones, medio ambiente, sentido de pertenencia… en todos los rubros tenemos, todos los días, noticias que alarman y generan descontento, inseguridad, dudas sobre el sentido de pertenencia. Todo un cúmulo de temas y problemas que convulsionan las convicciones.
En principio, es cierto, los instrumentos y recomendaciones internacionales en materia de derechos humanos de las mujeres, señalan desde la IV Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Beijín en 1995, la importancia de las acciones afirmativas para impulsar los avances de todas las mujeres y, con ello, hacer una realidad la democratización de países mediante la incorporación de las mujeres en los espacios de toma de decisiones políticas. Este mismo compromiso lo encontramos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (conocidos como Objetivos 2030), en los que se reconoce que las mujeres hemos “logrado importantes avances en la toma de cargos políticos en todo el mundo” sin embargo, nuestra representación tanto en parlamentos como en gobiernos, está lejos de la paridad; por ello, en el objetivo 5.5 se apunta la meta de “Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública”. Sí, en México, estamos haciendo esfuerzos para cumplir con este objetivo en particular.
Sin embargo, nuevamente sin embargo, los avances no han sido los deseados porque el patriarcado siempre encuentra maneras de evitar que haya un “piso parejo” en las contiendas electorales.
En las elecciones del 2018, sin dudarlo voté por Claudia Sheinbaum y quienes así lo hicimos contribuimos a romper el techo de cristal en la Jefatura de Gobierno de esta capital del país, colocando a una mujer con la que, supuestamente, podríamos avanzar con paso firme en el camino de la igualdad de oportunidades en todos los rubros.
¿Qué paso? ¿Por qué desde los primeros meses de su gobierno empezó el desencanto? Aquí no se trata de los desastres en el Metro, la inseguridad creciente en las calles, la impunidad de delitos graves. Se trata de preguntarnos si Sheinbaum ha sido capaz de lograr acuerdos con las mujeres de la Ciudad de México para consolidar nuestros derechos humanos; para alcanzar la igualdad de oportunidades y de acceso a los recursos; nivelar las responsabilidades familiares entre mujeres y hombres; erradicar la pobreza endémica de las mujeres; garantizar nuestra salud, en especial la salud sexual y reproductiva; erradica la violencia hacia las mujeres y abatir la impunidad en los gravísimos casos de esta violencia que se dan todos los días en nuestras alcaldías, colonias y barrios…
La respuesta es no, no hemos avanzado en la solución a estos problemas ni lo hemos hecho en el logro de la igualdad entre mujeres y hombres. En algunos rubros, estamos peor. ¿Cuándo habíamos visto la represión tan violenta de las marchas conmemorativas -y emblemáticas- de la lucha por los derechos de las mujeres como son las del 8 de marzo y las del 25 de noviembre, como las hemos padecido en el período de Sheinbaum como la cabeza del poder ejecutivo en esta Capital? La lista de cuentas pendientes y retrocesos en larga, aunque los datos que se observan en la página del Gobierno de la Ciudad de México son alentadores, la realidad en las calles, en los hogares, en las escuelas dista de ello.
Si bien puedo continuar en esta línea, considero que la realidad ya está en evidencia: no, las mujeres que habitamos en la Ciudad de México no vimos un avance significativo en la consolidación de nuestros derechos humanos en igualdad de condiciones que los hombres. Ello me lleva a plantear la posibilidad de que ella sea la propuesta de su partido para la presidencia de la república. ¿Votaría por ella, porque es mujer? No, ya no lo vuelvo a hacer. México necesita una persona con experiencia política y fuerza para lograr el acompañamiento de todas las instituciones del Estado para salir del atolladero en el que nos encontramos -aunque en Palacio Nacional se diga que ahí tienen otros datos-.
En fin, soy feminista, pero estoy segura de que votar por Claudia Sheinbaum, no va a hacer avanzar los derechos humanos de las mujeres y sí corremos el riesgo de seguir retrocediendo.
Hay otras mujeres que se han apuntado en esta carrera por la presidencia en el 2024. La única que me convence es Beatriz Paredes. Si embargo, en el aquí y ahora, sé que es poco probable que llegue aún con la alianza de toda la oposición. No me queda, pues, más que voltear a ver a los propuestos. De ellos, conozco la capacidad de Marcelo Ebrard por ya haber visto su manera de gobernar cuando fue el Jefe de Gobierno de esta misma capital del país. Con él, los avances de las mujeres fueron tan significativos que siguen siendo piedra angular en lo que busco para las mujeres en el gobierno del país.
No afirmo que Ebrard sea feminista, en realidad considero que ningún hombre lo es, pero demostró ser solidario con las grandes causas feministas cuando gobernó el entonces Distrito Federal. Además de eso, es un hombre que ha mostrado capacidad para generar acuerdos tanto nacionales como internacionales en áreas complicadas. Observo en él conocimientos tanto de las condiciones del país como de nuestras relaciones internacionales que me hacen pensar que tiene mayores posibilidades de llevar a buen puerto este barco llamado México y que parece que va a pique.
Por estas razones, expresadas de manera breve, no votaré por Sheinbaum. En todo caso, a la persona que sea vencedora en las elecciones del 2024 para la presidencia de la república, le exijo y haré lo posible que las mujeres de este país, exijamos en la misma línea, que ponga a las mujeres que habitamos en este país en condiciones de alcanzar el llamado plan maestro para conseguir un futuro mejor: los Objetivos de Naciones Unidas de desarrollo sostenible; le exijo desde ahora a todas las personas que pretendan una candidatura pensar cómo revertir la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, el hambre, la falta de servicios de vivienda, salud y agua; pesar como alcanzar la prosperidad, la paz y la justicia en igualdad de condiciones para mujeres y hombres sin distinción, y que recuerden que en estos temas de políticas públicas existe una deuda histórica del nuestro país con sus mujeres.
Dra. Alicia Elena Pérez Duarte y Noroña
Feminista. Doctora en Derecho por la UNAM, especialista en derechos humanos y estudios jurídicos de género, tema en el que es pionera tanto en México como en el ámbito internacional.
Fue Magistrada en el Tribunal Superior de Justicia del entonces Distrito Federal, Consejera en la Misión Permanente de México ante Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, y primera Fiscal Especial para la Atención de Delitos Relacionados con Actos de Violencia contra las Mujeres en el País de la entonces Procuraduría General de la República.
Actualmente, regresó a sus labores académicas en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores