Bienvenidos amantes de la gastronomía. Manilkara zapota, es el nombre científico que recibe el árbol que da el fruto del chicozapote, que por cierto no es originario de nuestro país, sino que este fue introducido por los españoles desde las Filipinas, cuando estas formaban parte del Gran Imperio Español.
El árbol se adaptó muy bien en zonas de nuestro país, tales como Campeche, Chiapas, Colima, Tabasco, Veracruz y Yucatán, y en otros climas como el de los estados de Sonora, Nayarit, Oaxaca, San Luis Potosí, Jalisco, Michoacán, Morelos, Guerrero, Querétaro y Puebla.
El fruto de este árbol es de temporada, su nombre procede del náhuatl, “tzictli” que en español significa chicle, pues proviene del árbol del chicle y “tzapotl”, fruto redondo; entonces “xicotzápotl” o chicozapote en español, hace inconfundible referencia al fruto redondo del árbol del chicle. Recordemos que el náhuatl, es como el alemán, las palabras se van formando como vagones de ferrocarril para darnos una idea o descripción exacta.
En la antigüedad el chicozapote fue muy apreciado por sus propiedades curativas. Cuentan que es excelente para atacar la disentería, así como también puede ser usado para bajar la fiebre, o incluso para tratar la diarrea. En realidad esto se debe a que el fruto es una excelente fuente antioxidantes y fibra, lo que ayuda mucho a nuestro organismo a mejorar nuestra salud en general.
Conozcamos al chicozapote: es un fruto redondo, de pulpa café-rojiza pero transparentosa, con solo 5 semillas (si llegan a encontrar 10, estarían frente a un zapote). Su sabor es muy dulce, único diría yo, por lo que vale la pena probarlo.
La forma más popular de encontrarlo es como agua fresca, pero con el fruto también se pueden elaborar deliciosas gelatinas, nieves artesanales o dulces típicos. Sin embargo, con el “redescubrimiento” de ingredientes, chefs profesionales están volteando a ver este delicioso fruto que sirve para elaborar salsas, adobos, o también destaca cuando es usado como parte de una ensalada.
Entre esos chefs sobresale Elena Reygadas, del premiado restaurante Rosetta, que utiliza este fruto como un ingrediente más de su cocina, como plato salado, dándole un giro especial. Imaginen ustedes: quieren hacer “algo diferente e innovador”, porque les gusta cocinar, o porque tienen invitados a los que desean impresionar.
Hay muchas opciones, una para cada gusto; puede ser lomo de cerdo que va muy bien con las salsas dulces o un buen filete de res, lo que ustedes prefieran.
Podemos bañar al lomo de cerdo con una salsa hecha a base de chicozapote y un poco de chile, y para darle más sabor, lo acompañamos con una guarnición de esquites aromatizados con epazote.
Si se decantan por el filete de res, en lugar de hacer una salsa, vistámoslo con una ensalada de arúgula, queso de cabra y chicozapote, todo espolvoreado con una ligera lluvia de ajonjolí, tostado.
¿Les gusta la idea? Pero si son de esas almas clásicas, sugiero una tarta con crema pastelera y culis de chicozapote, o una mousse de chicozapote con menta para cerrar la comida.
Dulce o salado, el sabor sin igual de este fruto mágico merece una oportunidad de llegar a sus mesas. Comienza su temporada, no la deje pasar. Bon appétit!
Cat Soumeillera en X: @CSoumeillera