El presidente de la República dice que no se mete en los asuntos de su partido y menos en la imposición de candidatos, pero es todo lo contrario, impuso a Morena el método de elección de candidatos para Coahuila y el Estado de México y, en cuanto a la presidencia de la República todo indica que será él quien defina a su posible sucesor.

En sus mañaneras ya ordenó que el método sea por encuesta y decidió a los tres aspirantes: Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández y nadie más.

El criterio de AMLO es que ellos son los únicos que podrían dar continuidad a su proyecto personal y, dicho sea de paso, garantizar la inmunidad de sus principales colaboradores, señalados por corrupción, nepotismo e incapacidad de ejercer su encomienda.

MORENA es AMLO

El presidente de Morena, Mario Delgado, quien enfrenta una situación similar a los dirigentes del PAN, Marko Cortés y del PRI, Alejandro Moreno, donde la militancia pide su destitución, en una entrevista para El País, dejó claro que el proyecto es AMLO y no la nación y que, quien se oponga a los designios de Andrés, será considerado un traidor:

“Vienen momentos definitivos para este proceso histórico de transformación que encabeza nuestro presidente. Entonces, cualquier división es traición. Porque no se están limitando ni los derechos ni la participación de nadie. Puede haber diferencias, pero ante todo debe haber unidad y compromiso con el proyecto del presidente”.

Mario Delgado

El problema es que en el cuarto año de gobierno se acumulan las promesas incumplidas, los nulos resultados y un evidente desgaste de la narrativa, que se quedó estancada en temas de campaña y promesas irrealizables.

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El desastre de la 4T

El sector salud sin pies ni cabeza; la inseguridad crece con una estrategia fallida; la impunidad como moneda de cambio; las obras faraónicas que resultaron todo un fracaso, el AIFA caro e inoperante, Dos Bocas costó prácticamente el doble y no hay esperanza de que sea capitalizada; sin una correcta planeación, el Tren Maya ha cambiado más de tres veces de trazo, ha generado conflictos sociales por las afectaciones al entorno y al medio ambiente y de los sobrecostos, mejor no hablamos. Los conflictos de las corcholatas.

Al adelantar su sucesión, AMLO generó un enorme problema de división y confrontación entre los suyos, así lo admitió en la entrevista Mario Delgado.

Hay pleitos irreconciliables entre Sheinbaum y Ebrard y entre quienes apoyan a uno o al otro; mientras el tercero en discordia, López Hernández, como jefe de gabinete, no ha tenido la capacidad para generar unidad ni de lograr que todos caminen en un solo sentido, el de proteger a AMLO, por el contrario, ha acentuado la división.

Marcelo Ebrard ya no parece “el bombero” del presidente y hay claras señales de que él, con o sin Morena, estará en la boleta electoral en 2024. Pero Ebrard no garantiza impunidad para Sheinbaum y su gente, como Martí Batres y otros miembros del gabinete que se la jugaron con ella y lo mismo pasa con Sheinbaum, que no garantiza un acuerdo con Ebrard y los suyos. Por su parte, López Hernández podría cobrar venganza contra Manuel Bartlett por el enfrentamiento ocurrido cuando, por la pésima operación de las presas, Villahermosa quedó inundada dejando una importante cantidad de víctimas y damnificados y el titular de CFE, con desfachatez y cinismo, responsabilizó de la desgracia al entonces gobernador de la entidad, el hoy secretario de Gobernación.

Los errores del gobierno

A lo largo de la administración se acumulan las promesas incumplidas y la polarización. Ya no se trata del presidente y sus “adversarios”, sino al interior de Morena y del Gabinete y todo por la lucha intestina entre los aspirantes a la candidatura presidencial. AMLO ha puesto a su posible sucesor en una situación complicada que obligará a Morena, si quiere conservar el poder, a buscar alianzas más allá de las remoras del PT y del PVEM.

Las señales han quedado manifiestas desde 2021, cuando Morena perdió la mayoría calificada de la Cámara de Diputados y la mitad de la CDMX, su principal bastión electoral. Después vino el fracaso de la reforma eléctrica donde, por más que AMLO le coqueteara al PRI, no logró los votos suficientes para su aprobación y luego, en las pasadas elecciones en seis entidades, donde Morena quedó muy lejos del “carro completo” al perder dos importantes estados y el abstencionismo fue el más grande de la historia, esto aparte del fracaso de las consultas ciudadanas de enjuiciamiento de los presidentes y el fiasco de la revocación de mandato.

Morena debe negociar

A estas alturas resulta muy difícil cambiar la tendencia a la baja de Morena, por ello, si quiere mantener el poder, estará obligado a lograr una alianza con el PRI para la elección presidencial.

No es un buen escenario para el presidente y su partido, queda claro que el gran perdedor es AMLO que, al no querer negociar “ni una coma” a sus iniciativas y a su proyecto personal, terminó por afectar a su propio partido, ahora, le guste o no, Morena está en la necesidad de negociar democráticamente.

De aquí a 2024 veremos un juego político que forzosamente incluirá alianzas, cuya conformación podrá ser en cualquier sentido.