Empiezo citando un tuit de ayer de Epigmenio Ibarra: “¿Y a que horas reconocerá Proceso que mintió? Aquí José Ramón @_JRLB_ en El Ángel en plena CDMX; ni en Barcelona ni camino a Dubai como ‘informó' la revista. Ay si Don Julio no hubiera muerto”.

El hijo mayor del presidente López Obrador tuvo que demostrar con un video que no había salido de México como lo aseguraba el semanario:

Hoy, en El Universal, el columnista Salvador García Soto comenta lo siguiente: “Luego de que la revista Proceso publicó ayer una nota y fotografías sobre un supuesto viaje de José Ramón López Beltrán al extranjero, sugiriendo que tras las denuncias periodísticas que lo acusaron de un nuevo conflicto de interés el hijo mayor del presidente abandonaba el país, ayer mismo por la tarde José Ramón subió un video a sus redes sociales en donde se le ve ubicado justo en el Ángel de la Independencia, donde dice, mientras graba ‘para los que preguntan si era yo, sí soy yo y aquí estoy’. A partir del video, anoche en las redes sociales las cuentas vinculadas a la 4T le exigían a Proceso que desmintiera su información, pero la revista no había respondido…”

Demasiado tarde, y demasiado a fuerza, la revista Proceso realizó la aclaración: “José Ramón López Beltrán desmiente que haya viajado a Barcelona; publica video”.

El semanario fundado por Julio Scherer admitió su error, es verdad, pero sus editores no hicieron lo único éticamente aceptable en situaciones así: disculparse.

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Deprime que un medio de comunicación histórico por muchas razones se sume ahora a las campañas de acoso contra los hijos del presidente Andrés Manuel López Obrador y sus familias.

En el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Joan Corominas dijo lo siguiente sobre la palabra acosar: (i) ‘perseguir con empeño’, (ii) ‘fatigar ocasionando molestias y trabajos’.

Notable el empeño con el que la derecha —es decir, gente identificada con esa corriente ideológica— persigue a los hijos del presidente AMLO.

Lo vimos ayer en Twitter. La senadora conservadora Lilly Téllez, el activista de falsa izquierda Fernando Belaunzarán, el economista de ultraderecha Sergio Negrete Cárdenas, la revista Etcétera realizaron comentarios ofensivos contra José Ramón López Beltrán. ¿Se disculparán por haber divulgado información no verificada, además aderezada con injurias? Etcétera ya lo hizo, pero Lilly, Belaunzarán, Negrete y la mayoría de quienes insultaron al hijo del presidente no lo han hecho ni lo harán: el odio les impedirá hacer lo moralmente correcto.

Aunque el acoso siempre es criticable, no lo sería tanto —se consideraría libertad de expresión en el debate entre figuras públicas— si la persecución se centrara solo en ellos, los hijos adultos de AMLO, y dejara en paz al hijo menor de edad, a los pequeños nietos y a la nuera del presidente.

Desgraciadamente se ha abusado bastante del hijo menor de edad, de los nietos y de la nuera de Andrés Manuel, ya que se les ha fotografiado demasiadas veces —o se les han tomado videos con excesiva frecuencia— sin que nadie lo hubiese autorizado.

Lo peor es que muy medios de comunicación —Proceso no es el único— que reproducen tales manifestaciones del acoso contra menores y personas como la nuera del presidente que no participan ni han participado en la política.

No dañan al personaje al que detestan, pero sí siembran odio en la sociedad mexicana. Por fortuna, la gente no se deja engañar. Se nota en las encuestas en las que Morena, el partido creado por AMLO, arrasa con la oposición.

Posdata: Fue tan fuerte la campaña de odio de Lilly Téllez, Fernando Belaunzarán, Martínez Negrete, etcétera, que provocaron una calumnia más: contra la diputada panista Ma Elena Pérez-Jaén Zermeño. La acusaron de haber enviado a Proceso la información contra José Ramón. Era falso. Ni duda cabe, tiene razón el refrán misógino que debe ya citarse en masculino: cuando el perro es bravo, hasta a los de la casa muerde.