“No debe haber reelección de ningún cargo popular, es un principio que quedó plasmado en la Constitución de 1917″ post de Claudia Sheinbaum Pardo en sus redes sociales, 17 de septiembre de 2024.
La mayoría de los mexicanos crecimos con el lema “sufragio efectivo, no reelección”, y esta idea era reforzada en la educación que recibíamos donde se ponía a Porfirio Diaz como lo peor que le podía haber pasado a nuestra naciente nación, por eso tenemos arraigado el miedo a que un presidente que se eternice en el poder, aunque también crecimos poniendo del otro lado a Benito Juárez, alguien que Dios nos arrebató antes de que siguiera haciendo más grande a nuestra patria.
Ese es el recuerdo simple que tengo de la historia de México que me impartieron en mi infancia, como la mayoría de los mexicanos. Aunque la realidad fue algo diferente.
“Primero Benito Juárez, después Sebastián Lerdo de Tejada y finalmente Porfirio Díaz. Ninguno dio la espalda a la gran tentación: a Juárez, la muerte lo sorprendió en la Presidencia; a Lerdo, Porfirio Díaz lo apartó de la reelección, pero al último nadie lo pudo mover de su sitio, hasta 1910, cuando ya era insostenible una reelección más”, escribe Álvaro Matute en ‘En torno a la democracia. El sufragio efectivo y la no reelección (1890-1928)’ de la Colección Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.
La semana pasada la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dio el primer paso para eliminar la reelección inmediata de legisladores a partir de 2030, usando como principal argumento “es un principio plasmado en la Constitución de 2017″, que como ha mencionado anteriormente “recoge lo que fue la principal demanda de la revolución”, solo que hay algunos pequeños detalles.
También crecimos con otra historia distorsionada, el PRI nos adoctrinó que Francisco I. Madero con su Partido Nacional Antirreeleccionista en 1910 impulsó el “Sufragio efectivo, no reelección” para todos los puestos de elección popular, cuando en realidad solo se refería al poder ejecutivo, no mencionaba al legislativo. Tan es así que desde la Constitución de 1824 no se incluye ninguna restricción para la reelección indefinida de los legisladores y así se mantuvo en la de 1917.
La única que eliminaron fue la presidencial, pero regresó la reelección no inmediata en 1927, lo que permitió a Álvaro Obregón ganar la reelección en 1928, pero fue asesinado tras su triunfo.
“En el año de 1929, a partir del asesinato de Álvaro Obregón y el surgimiento del Partido Nacional Revolucionario (actualmente Partido Revolucionario Institucional), se lleva a cabo la celebración de la Convención Nacional del Partido Nacional Revolucionario de Aguascalientes del año de 1932, y se aprueba la incorporación del postulado revolucionario de la no-reelección para el mismo cargo de elección popular en el periodo inmediato, argumentando que desde la vida independiente de nuestra Nación, el principio de no reelección es una tendencia nacional que representa el anhelo de libertad, ya que la tesis contraria se había traducido en el continuismo de un hombre o de un grupo reducido de hombres en el poder”, escribió Armando Rocha López en su artículo “La reelección de los parlamentarios, una forma de fortalecer el poder legislativo” publicado en el otoño de 2006 en EPIKEIA, Revista del Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Iberoamericana León.
“Se mencionan, como hechos conocidos y a manera de ejemplo, la tiranía y el continuismo de Antonio López de Santana, así como el de Porfirio Díaz. Con estos argumentos, en el año 1933, se modificaron, en el ámbito federal, los artículos 83 y 59 constitucionales”.
En el mismo artículo Rocha López menciona que el primer intento por regresar la reelección legislativa inmediata vino de un partido de izquierda.
“El primer intento fue en el año de 1964, cuando el entonces diputado y líder la fracción parlamentaria del Partido Popular Socialista, el señor Vicente Lombardo Toledano, presentó una iniciativa que argumentaba que el principio de no reelección había tenido como objetivo fundamental impedir la continuación del Presidente de la República, mas no el de los miembros del Congreso Nacional, y consideraba que si se aprobaba la reelección inmediata los representantes del pueblo y de los estados realizarían mejor su función si adquirieran los conocimientos necesarios para cumplir su tarea legislativa y de vigilancia de la administración pública”.
“Lombardo Toledano fundamenta que en otras partes del mundo en que existe la reelección de los representantes del poder legislativo, es ley y costumbre principalmente por dos motivos: el primero, porque sólo el partido político que los propone al pueblo en las elecciones constitucionales puede saber cuáles son los que merecen su confianza, y la segunda, porque la labor parlamentaria requiere capacidad y experiencia, y es incuestionable que los representantes del pueblo que cumplieron bien su tarea legislativa formaran los cuadros políticos profesionales que los partidos necesitan, ya que no es posible construir el futuro si no se conoce el pasado”.
Esta propuesta fue aprobada en la Cámara de Diputados y rechazada en el Senado.
En 1989 fue retomada la iniciativa por el diputado Alfredo Reyes Contreras, del grupo parlamentario del PPS, en la sesión del miércoles 16 de agosto.
“Las circunstancias que dieron origen a la reforma de 1933 fueron puramente coyunturales, respondieron a causas e intereses de carácter menor, francamente estrecho; se trataba de la necesidad de que hubiera una mayor disponibilidad de posiciones a distribuir para contento de los diversos grupos y facciones que por esa época existían y a los que se pretendía conformar y, de alguna manera, aglutinar. Se trataba también de garantizar la supremacía y el control del Poder Ejecutivo sobre el Legislativo”, mencionó el legislador en la quinta consideración de su iniciativa, algo que pareciera aplicable a la realidad actual de Morena.
“Nada tuvo que ver esa reforma ni con cuestiones históricas, ni con necesidades sociales, ni con tesis ideológicas; nada tiene que ver con las circunstancias que ahora vive el país, ni con las perspectivas que se abren”.
Por si no se ha dado cuenta estoy a favor de la reelección consecutiva de legisladores, considero positiva la legislación aprobada en el sexenio de Enrique Peña Nieto de regresarla a la Constitución federal, hasta antes de este cambio se permitía la reelección no inmediata, por eso era muy común ver a políticos que se la pasaban brincando entre las legislaturas locales y la federal y entre el Senado y la Cámara de Diputados, pues era la única manera de profesionalizar esta función.
En su momento para promover la reelección se argumentaron entre otras cosas las siguientes razones:
- Inyecta estabilidad política y legislativa.
- Fortalece el carácter representativo de la democracia, so pena de ser castigados en las urnas.
- Incentiva la elaboración de proyectos de largo plazo.
- Propicia una relación armónica entre funcionarios electos y cúpulas partidistas.
- Incrementa la eficacia.
- Favorece la independencia del Congreso frente al ejecutivo.
- Permite la profesionalización de los legisladores.
- Exige la rendición de cuentas frente a los ciudadanos.
- Responsabiliza a los cuadros políticos, la profesionalización de los cuadros públicos y capacidad institucional.
- Da continuidad en la planeación y los programas de gobierno.
En contraparte había argumentos para mantener la ley como estuvo por casi 80 años:
- Reactiva de los cacicazgos locales.
- Estanca la clase legislativa al no renovarse. Personalismo que genera regionalismo, corrupción y fin de la disciplina en las bancadas de los partidos.
- Los funcionarios públicos que están en su segundo periodo son significativamente más corruptos que los que están en su primer periodo.
- El control de los gobernadores y la filtración del narcotráfico y el crimen organizado en los gobiernos locales.
Sigo pensando que son mayores los beneficios que los perjuicios, pero creo que nos quedamos cortos con la legislación de hace 10 años, debemos dar un paso más adelante, para fortalecer el poder de los ciudadanos. Básicamente son las siguientes:
- Los diputados y senadores elegidos por el voto directo, no los de lista ni los plurinominales, no necesitan el aval de ningún partido para buscar la reelección, en automático tienen su lugar asegurado en la boleta y pueden ser apoyados por cualquier partido o bien irse por la vía “sin partido”. Con una medida adicional, tanto en la publicidad de su campaña como en la boleta debe de ser explícito que busca la reelección. Por desgracia muchos no recordamos quienes son los legisladores que nos representan, muchos ni siquiera votamos por ellos.
- Los diputados de lista o plurinominales solo se pueden reelegir por la vía de una diputación de mayoría, y tampoco pueden entrar de manera inmediata por esa vía a otra legislatura ni local ni federal. Si ya fueron legisladores ya tuvieron la oportunidad de hacer bien su trabajo y conseguir el apoyo popular.
- Debe mantenerse la legislación actual que obliga que la reelección debe ser en el mismo distrito, esa es la esencia de esta opción que te evalúen los ciudadanos que representas.
La propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum contraviene uno de los postulados de la 4T “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada. El pueblo manda”.
Quitar la reelección inmediata de legisladores, como pretende la presidenta, beneficia solo a los partidos políticos. Caminar en sentido contrario y darle más poder a los ciudadanos en la reelección, eso es lo que hace una verdadera demócrata.
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