El gusto musical de López Obrador, el presidente
El gusto musical de Andrés Manuel López Obrador es más bien pobre; como el de la mayoría de los mexicanos. Se arrulla en el sonsonete y se entrega al rapto de la letra que está mucho más cercana a la ideología o las emociones inmediatas que a la poesía. Sea norteña, mariachi o tropical, canción de protesta o contestataria; la simplicidad sonora de Chico Che o la monotonía de Pablo Milanés.
Esa característica de un plano personal se transfiere al líder social y al presidente de México. Cuando comenta, sugiere, comparte su elección musical desde su posición, potencializa ese gusto e influye en otros: porque así es el poder, sobre todo cuando lo ostenta alguien tan popular y querido por el pueblo como él.
Y así ha sucedido en las conferencias matutinas, máxima tribuna de su poder comunicador -incluso mucho más que el podio de las manifestaciones, el templete de los informes- dado el alcance que tienen. Desde ahí machacado con Chico Che o aleccionado con la trova cubana.
Quizá tendría que hablar en plural: Nos ha. Porque no tiene poco mérito “aventarse” todas las conferencias ofrecidas hasta hoy. Y con ello, todas sus canciones, que no han sido escasas; por ahí tengo el catálogo, el repertorio “mañanero” de AMLO.
Y francamente, estoy lejos de casi todo esa compilación. No me toca ni en lo estético ni en lo ideológico. Ni porque sea tabasqueño me tiene que agradar la “música tropical”, ni porque sea de izquierda me tengo que “recetar” todo lo contestatario. De entrada puedo decir que al único autor que comparto con López Obrador es a Silvio Rodríguez: no por ideología, no porque sea gran cantante: porque es poeta.
Pero no podemos pasarnos toda la vida escuchando la “Marcha de Zacatecas” o “La Adelita”. La revolución no está en la letra de las canciones: contribuyen para reafirmar ideas y entretener; si es que el revolucionario se permite el descanso y llega al entretenimiento.
Aunque “Penélope” sea una buena intención poética o resulte afortunada la musicalización de “Caminante no hay camino” (hay experimentos fallidos como “En Paz”, de Milanés, sobre Nervo; o bellísimos logros como “Para mi corazón basta tu pecho”, de Modesta Bor, sobre Neruda), no puedo tolerar en nombre de ninguna ideología la capretina voz de Joan Manuel Serrat; lo siento. Mucho menos cualquier sonsonete ya sea tropical o norteño. Y no porque provenga de “alta cuna” o sea un “desclasado” o un “conservador”, todo lo contrario: es cuestión de oído y la conexión de este con la sensibilidad e incluso la razón.
Claro, algo o mucho tiene que ver la educación. El día que enseñen propiamente música al menos desde la primaria en México, la cultura y el arte musical tomarán un auge muy importante; como se dio después de la Revolución Mexicana en casi todas las artes.
Caer en la trampa del sonsonete rítmico de cualquier género musical es muy fácil; sobre todo allí donde no exista educación musical. Y no porque tenga un origen necesariamente popular sino comercial; esta es la clave. Lo comercial martillea hasta que anida en los cerebros por los oídos y llega a los “corazones”. Y lo comercial va aparejado a la moda: tonalidades, estribillos, ritmos, temas, coros reiterados que penetran hasta que se vuelven engañosamente populares; engañosos porque no surgen de la raíz del pueblo sino del laboratorio. Esto en vez de tener mérito, adolece de lo contrario.
Si López Obrador ha usado la conferencia matutina para compartir gusto e ideología, recientemente ha dado un giro emprendiendo una campaña para contrastar el género de los narco-corridos o narco-cumbias que hablan de drogas, armas, lujos y placeres fáciles. Y tiene razón, como presidente está dentro de su obligación moral hacerlo. Tratar de influir de manera positiva entre quienes escuchan esa música y se dejan llevar por sus letras embriagadas de “ostinato” (ritmo, melodía, sonsonete obsesivos). Ha dicho que compartirá 10 piezas que para él son muy buenas; lleva 8: cumbias, norteñas, rancheras: Lo mismo que las otras, pero con letras emocionales en relación a las relaciones amorosas.
Nuevamente, estoy lejos de compartir ese gusto musical. Pero como el de López Obrador aspira a ser un gobierno interactivo (sin lograrlo aún en los estratos medios de la burocracia donde los funcionarios no son servidores públicos, ni siquiera se dignan en contestar oficios, correos, llamadas, están igual o peor de ensoberbecidos que los parásitos del Prian; hay que demandar un cambio en el proceso de profundización de la 4T), ofrezco algunas sugerencias musicales alternas o complementarias a las del presidente pero que tienen un poco más de elaboración y creación por parte de sus autores.
El presidente debiera de tener la sensibilidad para atender, escuchar y aun recomendar estas sugerencias y otras adicionales o complementarias a las suyas; tal vez las disfrute.
Sugerencias musicales alternas
1. Comencemos medio solemnes con un infalible mambo de Pérez Prado combinado con la universal Quinta Sinfonía de Beethoven (existe asimismo un potpurrí sinfónico del mambo). Ingeniosa combinación del compositor japonés Akira Miyagawa; ¿a quién podría no gustarle esta síntesis?:
2. Sigamos ahora con “Betoven”, una pieza también ingeniosa de Wildboy Cooba, ya que hay algunas cumbias a partir de Mozart y Vivaldi que me parecen fallidas. Sin olvidar que hay logrados danzones como el de Márquez o “Rigoletito” de Consejo Valiente Robert, “Acerina”. Aquí va “Tengo una nota, no la toca ni Betoven”:
3. ¿Y por qué no recomendar a ese potente artista intemporal que es Freddie Mercury y su célebre “Bohemiam Rhapsody”?:
4. Y hablando de cumbia, aquí una enriquecida por Celso Piña; “Cumbia poder”, versión en vivo en el Auditorio Nacional:
5. Y para seguir y concluir la fiesta, el grupo Los del Fuego con su cantante “Banana” Mascheroni, que desafortunadamente conocí tardíamente durante la pandemia. Inicia este fragmento en vivo “Ojalá”, de Silvio Rodríguez (y continúan las siguientes; el concierto en vivo se puede encontrar en el youtube), en versión de esta cumbia santafesina que levanta todo ánimo sin dejar de ser incluso melancólica:
P.d. Y que me encuentro a Lucky Chops en la estación del metro Zapata en Ciudad de México:
Héctor Palacio en Twitter: @Nietzschearisto