Muchos dicen de manera superficial que el tipo de cambio está “sobrevaluado”, sin considerar que es reflejo de situaciones externas que han impactado de manera positiva en este indicador. Basta ver los datos históricos del tipo de cambio real para poder apreciar:
Primero, que el tipo de cambio no depende de lo que el actual gobierno haya hecho en la economía ni de ninguna política pública implementada.
Segundo, que hay circunstancias externas derivadas de coyunturas y situaciones fuera del control de la política mexicana, como la pandemia, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la guerra entre Rusia y Ucrania, los problemas en medio oriente y los efectos de la transición energética que impactan la estructura de los mercados petroleros.
La solidez del peso
Entre los factores que inciden directamente están las remesas que, si bien han alcanzado cifras récord, son ingresos que llegan al país y que no se generan por ninguna acción económica, sino por la buena economía de Estados Unidos.
Muy por debajo está el petróleo. México actualmente tiene los niveles de producción más bajos de la historia y Pemex la deuda más grande. Luego el turismo y finalmente las actividades agropecuarias.
Hay otros factores difíciles de calcular pero que también influyen como el nearshoring que, aunque llegó de forma más notoria a partir del 2021, una gran parte tardará hasta 2025 en materializarse si no seguimos desperdiciando esta oportunidad.
De acuerdo con los datos de un monitoreo realizado Integralia, el año pasado se registraron 206 anuncios de inversión vinculados al nearshoring con un valor de 52 mil 940 millones de dólares, pero el capital llegará gradualmente en los próximos años si es que no se fue a Texas o Asia.
Cambios y tropiezos
En el 2000 la principal fuente de ingreso de dólares eran las maquiladoras (el nearshoring de antes) que representaba el 33.2%, el segundo eran los ingresos petroleros 30.01%, el tercero el turismo con 15.5%, el cuarto fueron las remesas con 12.3% y el quinto agropecuarias con 8.9%. Una economía diversificada y productiva, generadora de riqueza.
Para 2021 hubo un terrible cambio: el 42.8% fueron remesas; el segundo y con una brutal caída, los ingresos petroleros que alcanzaron el 24.2% y, con 16.5 y 16.4% agropecuarias y turismo, es decir, los ingresos por producción y generación económica no existen en el sexenio de AMLO.
Así mismo, ante la subida de las tasas de interés se presentó la llegada de “nómadas digitales” y capitales golondrinos, además en 2024, año electoral, el gobierno federal decidió incrementar el déficit e inyectar mucho más efectivo a la economía, ello a pesar del aumento de deuda que la medida genera.
A estos rubros contables se tienen que sumar otros que también inciden en la economía como los ingresos por actividades ilícitas del narcotráfico y la altísima corrupción, principalmente en las cadenas de suministro de las mega obras del gobierno, como el Tren Maya, Dos Boca y AIFA.
Espejismos, no resultados
La nueva línea mundial de pobreza se establece en 2.15 dólares, se considera entonces que todas las personas que disponen de menos de esa cantidad al día viven en pobreza extrema. El súper peso permitió estadísticamente que entre 2020 y 2022, 8.9 millones de personas “salieran” de la pobreza. Algo que se interpretó como un hecho histórico.
Sin embargo, esto no se traduce realmente en bienestar ni en una mejor distribución del ingreso, tampoco impacta en una mejoría de la economía nacional. Para ponerlo en perspectiva, en México en 2018 la canasta básica de 32 productos costaba 1,195 pesos y el tipo de cambio del dólar fluctuaba entre los 20.34, para marzo de 2024, esa misma canasta cuesta 2,181 y el dólar esta a 17.
Lo que podemos esperar en el corto plazo, una vez que pase el periodo electoral y la cruda de las elecciones, es que el peso se siga fortaleciendo e incluso llegar a los 15 pesos por dólar.
¿Y luego?
Después puede venir una resaca, ojo, no tan violenta ni grave como las que se presentaban al final de los gobiernos del populismo priista que imita AMLO de Echeverría, López Portillo y Salinas.
Eso gracias a las reformas neoliberales que tanto critica, pero que no se atrevió a destruir y que han servido para aprovechar muchas de estas ventajas y dar certidumbre para evitar un colapso económico.
Otro componente es la autonomía del Banco de México, tanto por el manejo de las reservas, que han llegado a niveles récord, como por el manejo de la inflación y del tipo de cambio. Sin embargo, los desajustes se verán en temas de promoción económica y en las finanzas públicas.
En 1994 vivimos la última crisis de final de sexenio. Salinas dejó al país sin reservas económicas, con fuertes presiones para devaluar, una inflación de dos dígitos, fuga de capitales y una planta productiva devastada. Para enfrentarlo, Zedillo se vio obligado a presentar reformas económicas y profundizar en las que se habían alcanzado, las mismas que AMLO crítica y tacha de neoliberales, pero que han brindado estabilidad al país por más de 25 años.
Al final, entre los difíciles retos que enfrentará la siguiente presidenta está aprovechar las ventajas coyunturales del entorno internacional y consolidar una planta productiva que permita recuperar y generar una mejor distribución del ingreso.
X: @diaz_manuel