Julio es un mes mediáticamente importante para el presidente AMLO y una de las celebraciones que tendría que mencionar el próximo primero de julio, es el segundo aniversario de la entrada en vigor del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, conocido como T-MEC.
El T-MEC es un instrumento del “neoliberalismo” rapaz que vino a dar una bocanada de aire a la economía mexicana afectada por los estragos de la pandemia y por la estrategia económica vacilante y errática del actual gobierno, que desde 2019 inició con el pie izquierdo llevando a México a una caída del crecimiento del PIB no vista desde hace décadas.
La importancia del T-MEC
Hace un año, en una conferencia virtual organizada por el Centro de Estudios Wilson de Washington, la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier; la representante de Comercio Exterior de EEUU, Katherine Tai; y la ministra de Comercio Internacional de Canadá, Mary Ng, celebraron el primer aniversario del acuerdo trilateral norteamericano.
Entonces Tatiana Clouthier reconoció al T-MEC como un “poderoso motor” que contribuiría a la recuperación económica por la crisis económica que dejó la pandemia de COVID-19, y para recobrar la “confianza de los inversores”. Por su parte, Katherine Tai resaltó la importancia de celebrar el “renovado compromiso” para mejorar los estándares comerciales y mejorar la competitividad en la región, mientras que Mary Ng indicó que la relación comercial entre las tres naciones “está construida sobre unas profundas y duraderas cadenas de suministro”.
Cabe recordar que el T-MEC es la modernización del Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN) vigente desde 1994, que se logró luego de duras y complicadas negociaciones en las que los intereses de México fueron representados por un experimentado e inteligente grupo encabezado por el exsecretario de Economía y hoy diputado federal, Ildefonso Guajardo, junto con Kenneth Smith, Fernando Meyer, Guillermo Malpica, entre otros, que lograron imponerse sobre las amenazas del expresidente estadounidense Donald Trump, que calificó el pacto anterior como “el peor de la historia”.
Incluso AMLO reconoció las condiciones “inmejorables” para, con la ayuda del T-MEC, reactivar la economía, crear empleos, garantizar el bienestar social y evitar el rezago comercial de la región ante el fenómeno de expansión y crecimiento de otras zonas del planeta.
Sin embargo, como siempre en esta administración, una cosa es la narrativa y la verborrea populista y otra muy distinta las acciones del gobierno.
Las violaciones al T-MEC
El aniversario del T-MEC coincide por algunos días con la visita de AMLO a la Casa Blanca el próximo 12 de julio. Lo lamentable es que AMLO ve el acuerdo como un obstáculo para sus propuestas y ocurrencias, gracias a esa visión, en lugar de servir como facilitador del comercio de las cadenas productivas y de suministros e impulsor del desarrollo económico de la región, el T-MEC se ha convertido en un panel de controversias, entre México y los otros países firmantes.
Hace unos meses, un grupo de legisladores estadounidenses Demócratas y Republicanos, enviaron una carta al presidente Joe Biden en la que señalaron que el gobierno de México ha incurrido en una serie de “ataques y violaciones” al T-MEC y solicitan al mandatario actuar en consecuencia. “Le solicitamos respetuosamente que tome medidas inmediatas con respecto al gobierno de México a revertir las medidas nocivas que ya ha tomado y a prevenir más daño a la relación económica entre Estados Unidos y México”.
Incluso John Kerry, el encargado del combate al Cambio Climático, un tema de la mayor trascendencia al que Biden elevó a rango de Seguridad Nacional, se trasladó a México para sostener una larga reunión de más de cinco horas en Palacio Nacional para tratar asuntos referentes al T-MEC y la reforma eléctrica que había propuesto AMLO.
Pero, como siempre, el presidente “ajustó” su versión de los hechos: “Estados Unidos ha venido a eso, a plantearnos que no están de acuerdo, incluso a insinuar que se viola el tratado cuando no es cierto” y después los acusó de intervenir con los legisladores mexicanos y reunirse con partidarios de la oposición para tratar que su propuesta de reforma eléctrica fuera rechazada.
Después de reunirse con Kerry, AMLO tuvo una serie de encuentros con Ken Salazar, embajador en México y con algunas empresas estadounidenses que ven preocupación en el incumplimiento del T-MEC, principalmente en el tema energético. Las reuniones concluyeron con una llamada entre Kerry y AMLO.
Lamentablemente hace algunos días, a través de la titular de Energía, Rocío Nahle, AMLO volvió a romper los acuerdos y los alcances del T-MEC al ordenar que se obligue a que la compra del gas natural se haga a CFE, es decir, actividades monopólicas prohibidas en el marco del T-MEC.
Por su parte, la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, ya analiza la posibilidad de presentar controversias contra México por la competencia desleal de CFE contra empresas estadounidenses, según señaló el presidente de The American Society of Mexico, Larry David Rubin.
Pero en lo que va de la semana, el presidente de la República no ha hecho mención alguna al aniversario del T-MEC, ni ha aclarado si será uno de los temas que se aborden en su visita a Washington.