“Tanto que he trabajado para nada” es el clamor de los trabajadores que cumplen con las condiciones para pensionarse con el régimen de la Ley de 1997 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), soportado en un sistema de cuentas individuales administradas por afores. Han cotizado al IMSS durante más de 15 años -esto para 2024- y han cumplido más de 60 años para poder pensionarse por cesantía o más de 65 años para hacerlo por vejez.
En esta columna se tratará de hacer referencia sólo a los datos que demuestran que el régimen 97 del IMSS lleva a 18 mil 779 trabajadores, con posibilidad de pensionarse durante 2024, a una situación económica difícil; ello según la cifras de la Reforma en Materia de Pensiones 2024. Esta precariedad se va a ir masificando año con año, estimándose que en 2050 el número de trabajadores que van a pensionarse bajo el régimen 97 ascenderá a 2 millones 831 mil personas. Este es el problema de fondo, más que si las afores deban entregar o no al IMSS alrededor de 41 mil millones de pesos de cuentas inactivas no reclamadas por el trabajador directo o sus beneficiarios y que son imprescriptibles en su cobro; o si la Afore Azteca del señor Salinas Pliego deba transferir a ese Instituto más de 1 mil 820 millones de pesos de este tipo de cuentas, tal como lo establece la reforma de pensiones de 2020.
Para entender cabalmente lo anterior es importante definir que la tasa de reemplazo es la proporción del ingreso que recibe un trabajador al pensionarse con respecto a su último salario, que ahora se estima en 60%; si lo queremos ver de otra forma, al momento de pensionarse cada trabajador mediante el régimen 97 pierde 40% de su ingreso en relación con su última percepción salarial. Con el sistema de afores el monto de una pensión depende de dos factores básicos: 1) contar con un buen salario durante la vida laboral, que es lo que determina el monto de los ahorros en las cuentas individuales de las afores y 2) que estos ahorros permitan contar con una pensión lo más cercana a una tasa de reemplazo de 100%, que reitero ahora, en promedio, se sitúa en 60%.
Siempre se hace alusión que recibe más pensión el que se esforzó más por progresar y ahorrar. Sin embargo, la movilidad social que es admirable en muchas personas que provienen de hogares con medianos o escasos recursos, depende en sumo grado del nivel de ingreso real de los jefes de familia. Nada resulta imposible si se cuenta con servicios básicos gratuitos o a costos muy bajos, primordialmente el de la educación; pero hay una mayor dificultad si los ingresos en los hogares sólo sirven para adquirir la canasta básica o para despegar marginalmente de las líneas de bienestar, particularmente, la de pobreza extrema.
Ante la reforma del presidente López Obrador de crear un fondo de pensiones para elevar la tasa de reemplazo al 100%, se dice también que esto sería inédito en el mundo porque en ningún país los trabajadores se pensionan con un monto equivalente a su último salario. El que no pase en el resto del mundo no significa que sea lo correcto (o más aún, que el mundo esté en lo correcto); además el nivel de los salarios en México dista mucho de los que se observa en los países desarrollados. Todavía nos falta mucho.
Más que el salario mínimo, al analizar las pensiones que se derivan de los trabajadores que cotizan en el IMSS debe tomarse en cuenta el salario promedio. La razón básica es que la tasa de reemplazo de 100% va a ser aplicable, en principio, hasta la remuneración salarial promedio. El número de trabajadores que perciben más de un salario mínimo y hasta tres salarios mínimos representan el 77.7% de los trabajadores asegurados en el IMSS; en tanto que los que perciben hasta un salario mínimo apenas representan el 0.54%. En consecuencia, sólo 21.8% del universo de trabajadores inscritos al IMSS perciben más de tres salarios mínimos. Se distingue el rango de más de uno a tres salarios mínimos, porque casi todos estos trabajadores serían acreedores a una pensión de 100% sobre su último sueldo; ya que el salario base de cotizaciones promedio de los puestos de trabajo afiliados al IMSS, al cierre de marzo de 2024, alcanzó la cifra de 577.2 pesos diarios, esto es, de 17 mil 316 pesos al mes.
Sobre esta base es importante destacar que, si se toma en cuenta el salario promedio, con la tasa de reemplazo de 60%, el monto de la pensión sería de 346 pesos diarios, esto es, de 10 mil 390 pesos mensuales. ¿Para qué alcanza esta pensión? Conforme a datos del CONEVAL, con este monto se cubriría 4.5 veces el valor monetario de la canasta alimentaria por persona al mes (Línea de Pobreza Extrema por Ingresos) y 2.3 veces el valor monetario total de la canasta alimentaria más la canasta no alimentaria por persona al mes (Línea de Pobreza por Ingresos). Esta cantidad se va haciendo más exigua dependiendo del número de dependientes; de modo que una familia con un único pensionado y con cuatro miembros, en promedio, estaría muy cerca de la Línea de Pobreza Extrema.
Antes de la reforma de pensiones de 2020 la situación era por demás dramática. El salario diario nominal promedio asociado a los trabajadores del IMSS en diciembre de 2018 era de 354.35 pesos, esto es, de 10,631 pesos al mes. El contexto para los trabajadores que se pensionaran al amparo del régimen 97, llevaba a una disminución de 73% de su ingreso con respecto a su último salario. Esto es, con una tasa de reemplazo de 27%, un trabajador con un salario promedio sólo podría obtener al pensionarse 2 mil 870 pesos al mes, 220 pesos por arriba del salario mínimo de 2018. Si lo comparamos con las líneas de bienestar, este ingreso sólo cubría 1.8 veces la canasta alimentaria de una persona y era insuficiente para cubrir la canasta alimentaria y no alimentaria definida por el CONEVAL (0.84 veces); es decir, si se hubieran mantenido estas condiciones todos los que se pensionaran hasta con un salario promedio iban a estar por debajo de la Línea de Pobreza por Ingresos.
La reforma de pensiones de 2020 significó un paso hacia adelante para los trabajadores, al subir la tasa de reemplazo de 27% a 60%. Esto se logró incrementando la aportación patronal de 5 a 13% y disminuyendo las comisiones de las afores al promedio observado en Colombia, Chile y Estados Unidos. Las comisiones que les cobraban las afores a los trabajadores eran de las más altas a nivel internacional: se situaban en 0.983% en 2019 y después de esta reforma han disminuido a 0.566%.
Lo que se pretende ahora, mediante la creación de un fondo de pensiones solidario administrado por Banco de México, es que los trabajadores que perciban hasta un salario promedio se pensionen con una tasa de reemplazo de 100%; es decir, que se pensionen con un monto igual al último salario percibido. No está por demás aclarar que el núcleo de trabajadores cuya remuneración es menor al salario mínimo seguirá teniendo derecho a una pensión mínima garantizada, equivalente a un salario mínimo de la Ciudad de México.
Xóchitl Gálvez y una buena parte de la oposición estaban inicialmente de acuerdo con esta reforma, ahora con la cabeza caliente por el proceso electoral aducen que se está echando mano de los ahorros de las cuentas individuales de los trabajadores, cuando en realidad sólo se trata de transferir las cuentas inactivas no reclamadas de los trabajadores inscritos en las afores a un fondo de pensiones solidario, sin que estas pierdan su imprescriptibilidad. No sé si se den cuenta que están yendo en contra del bienestar de más de 17 millones de trabajadores mexicanos que son susceptibles de pensionarse a lo largo de los siguientes años bajo el régimen de la Ley 1997 del IMSS. Los datos así lo indican: el salario promedio con una tasa de reemplazo de 100% alcanzaría en 2024 para adquirir 7.6 veces la canasta básica alimentaria (contra 4.5 veces con la tasa de reemplazo actual de 60 por ciento) y 3.8 veces con respecto a la canasta alimentaria y no alimentaria (versus las 2.3 veces con la misma tasa de reemplazo de 60%).
Mal momento político para la oposición que ahora está en contra de lo que beneficia a la base trabajadora, alejándola de la línea de la pobreza y lo es más aún, si como dicen, están a favor de un cambio en la estructura del empleo en México, porque esta reforma se convertirá en un resorte más para inducir hacia una mayor formalidad laboral.