La caótica pero hermosa Ciudad de México ha sacado a la luz en días pasados otro lío que puso al Partido Acción Nacional de nueva cuenta en la mira y echó a correr a las ratas.
Se trata del llamado “Cártel inmobiliario”, nombre dado por la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México y que la misma jefa de la ciudad, Claudia Sheinbaum ha utilizado para referirse a una bola de malandros que hacían negocios inmobiliarios turbios en la alcaldía Benito Juárez de la capital.
Estos negocios, enjuagues y varias atrocidades más, involucran a delincuentes, personas sin escrúpulos que buscando solo su beneficio económico (político también, pues todos sabemos que esa alcaldía es uno de los pocos bastiones panistas que aún hay en la capital) ponen en juego la vida de las personas que habitan en alguno de aquellos inmuebles, pues de todos es conocido que en el otrora Distrito Federal, ocurren sismos de alta y mediana intensidad, por lo que los reglamentos de construcción deben respetarse y aplicarse al pie de la letra.
Por desgracia la necesidad de vivienda en una ciudad de dimensiones enormes como la capital, orilló a que familias compraran sus departamentos, en el desconocimiento del cochinero que hay detrás y de los riesgos que implica vivir en un lugar construido con materiales que quizá no sean de la mejor calidad ni la zona sea la propicia para que se construyan edificios de muchos pisos.
El tema es que después del fallecimiento de una persona tras el colapso de un inmueble ubicado en la calle Zapata 56 durante el sismo ocurrido en 2017 empezaron las indagatorias y salieron a la luz los culpables.
Desde ese momento y en los años subsecuentes, las cabezas rodaron. Están detenidos Nicias Aridjis, ex director de Obras y Desarrollo Urbano de la delegación, y Luis Vizcaíno, exdirector jurídico y de Gobierno de la alcaldía entre 2009 y 2016.
Pero falta que caiga uno más: el actual coordinador de los diputados del PAN en el Congreso capitalino, Christian Von Roehrich, quien andaba como la fresca lechuga pese a tener varias cuentas pendientes y mucha cola que pisar.
Von Roehrich está prófugo. La noticia de que la Fiscalía andaba tras de él hizo que muchos de los integrantes de su partido se desgarraran las vestiduras y tomados de la mano advirtieran: “te tocan a tí, nos tocan a todos”.
Los negocios inmobiliarios suelen tener detrás historias turbias. La compra-venta o incluso la renta de una propiedad se presta a que haya mano negra o esté encubriendo algún delito.
Quienes están involucrados en este tipo de negocios, en específico quienes están al frente de las transacciones y otorgan los permisos, por lo general se benefician con los constructores y contratistas para obtener jugosas ganancias.
Se otorgan permisos a cambio no solo de dinero, también de propiedades, de negocios de otros giros, etcétera, lo cual hace que quienes sean partícipes se enriquezcan en forma exorbitante y con rapidez asombrosa.
En Veracruz esto es el pan nuestro de cada día
Casas con materiales de lo más corriente en zonas donde no se deben construir porque el terreno es pantanoso o porque está sobrepoblado, suele ser lo normal.
En el puerto, por ejemplo, debido a las altas temperaturas que tenemos la mayor parte del año, se deben utilizar materiales que aminoren el calor, de lo contrario parece que vives en una olla exprés. Sin embargo, esto no ocurre.
Con tal de ahorrarse unos pesos (varios millones, en realidad) contratistas y empresarios del ramo, en contubernio con las autoridades, construyen viviendas que se mantienen de pie de puro milagro.
Del mismo modo, por ejemplo en el Fraccionamiento Reforma, lugar emblemático por su cercanía al mar y por estar unido al municipio de Boca del Río (zona turística por excelencia) en cada esquina observamos letreros que dicen “No más edificios en la zona”, mientras las autoridades hacen caso omiso.
En ese fraccionamiento también ha habido un crecimiento desmedido de antros, bares y restaurantes, que pese a lo agradable que puede ser pasar un rato de diversión, ha hecho que los transformadores de luz colapsen y dejen sin energía eléctrica a toda la zona, haciendo que los restauranteros y dueños de negocio se quejen de pérdidas millonarias.
Pero en este tema de negocios inmobiliarios el que se lleva las palmas es la enorme torre que está ubicada a unos pasos del malecón, en la calle de Arista, cuya construcción fue clausurada en varias ocasiones y vuelta a poner en marcha al punto que ya están a la venta los lujosos departamentos construidos ahí.
De esa torre se quejó en varias ocasiones el mismo presidente López Obrador en sus visitas a esta ciudad y nadie atendió a sus peticiones.
El edificio es demasiado alto, demasiado peligroso y está en tan malas condiciones, que está despedazando. Vecinos de la vivienda contigua se han quejado y hasta demandado que el peso del inmueble está derribando su vivienda sin que nadie atienda su queja, pues la torre es un jugoso negocio de una familia cuyo apellido tiene peso en la vida política de esta ciudad.
Si la torre colapsa, se perderán muchas vidas y eso parece importar muy poco a quienes por necedad y avaricia otorgan permisos de construcción bajo el amparo de la impunidad.
Pero en Veracruz, a diferencia de lo que ocurre en la capital, la ley está dibujada y la moral, como dicen por ahí, es un árbol que da moras.
La doctora Sheinbaum y la fiscalía capitalina actúan conforme a derecho, protegiendo la vida y el bienestar de los habitantes de la ciudad y cuando se trata de eso, no importa cuántas cabezas deban rodar.
La localización y consecuente castigo del actual coordinador de los diputados panistas en el Congreso capitalino y todos sus cómplices debe ser inmediata pese a los lamentos de una pandilla de rufianes que se tiran al piso en absurda solidaridad y acusan sin sentido a una mujer honesta y valiente como Claudia Sheinbaum, quien advirtió hoy en rueda de prensa que habrá cero impunidad en este caso.
Por cierto…
Las quejas sin sentido de otro panista, el impresentable Ricardo Anaya, solo causan hilaridad.
Sus patadas de ahogado y su repetida cantaleta de que el gobierno del presidente López Obrador está en declive, parece solo un empeño absurdo en querer demostrar lo contrario a lo que los ojos del mundo ven: El presidente está más fuerte que nunca.
En absurdo desvarío, el también prófugo de la justicia señala que la aprobación de la ciudadanía hacia el primer mandatario es menor que la que tuvieron sus antecesores casi al final de su sexenio.
De plano no sabe qué decir.
Le haría falta recorrer a fondo las ciudades de México para ver el cariño que le tienen las personas a Andrés Manuel.
No puede querer tapar lo que es obvio. Lástima que no pueda andar con libertad en el país porque sabe que tiene varias cuentas por pagar.
En una de esas él, y la otra “eminencia panista” que también anda a salto de mata por ser cabeza del cártel inmobiliario comparten la misma celda en algún penal. Puede ser. Las ratas suelen estar unidas y acompañadas.
“Te tocan a tú, nos tocan a todos”, ¿qué no?