El plan de Estados Unidos para sustituir los vehículos que consumen gasolina por vehículos eléctricos (EVs), parece haber estado condenado al fracaso desde el principio. Y Tesla es uno de sus principales víctimas. El lunes anunció el recorte de “más” del 10% de su personal, lo que impactó fuertemente a sus, de por sí, alicaídas acciones en el mercado. La construcción de su planta en Nuevo León se encuentra “on hold”, es decir, en espera de tiempos mejores para la empresa, y la industria.
Y es que se suponía que los EVs serían “inevitables”. Cómo olvidar cuando el presidente Joe Biden se puso al volante de una Hummer eléctrica blanca para promocionar su plan para acelerar la transición a los EVs (que la mitad de todos los autos nuevos vendidos fueran eléctricos para 2030), para reducir significativamente la contaminación y combatir el calentamiento global. Pero desde su origen, las ambiciosas reglas propuestas por Biden implicaron varios desafíos económicos, logísticos y legales.
La Ley de Reducción de la Inflación en EU creó una serie de incentivos para que los conductores compraran EVs y para que los fabricantes de automóviles invirtieran en estos. Se desencadenó una avalancha de nuevos proyectos: empezaron a aparecer plantas de EVs, instalaciones de fabricación de baterías y operaciones mineras.
A finales de 2022, cada vez más estadounidenses adquirían EVs. La transición a un futuro totalmente eléctrico parecía un éxito seguro. El gobierno demostraba de manera visible que estaba luchando contra la crisis climática, y que impulsaría la economía a través de nuevos empleos e inversiones. Pero la adquisición de EVs se ha topado con serios obstáculos.
Aunque las ventas de EVs siguen creciendo, el ritmo se ha desacelerado notablemente y el consenso de los analistas sugiere que EU no alcanzará los objetivos del gobierno.
Objetivos de ventas
Entre los los efectos por la disminución de la demanda, está que varios fabricantes de EVs estén pausando sus planes de inversión. Como Tesla, que recientemente anunció que retrasaría la construcción de su fábrica en México. Ford retrasó 12 mil millones de dólares de su inversión planificada de 15 mil millones de dólares, mientras que General Motors retrasó la producción de modelos clave, y descartó una asociación de 5 mil millones de dólares con Honda, para fabricar EVs más barato. Por otra parte, el inventario de EVs se ha ido acumulando en los concesionarios, incluso cuando los fabricantes han reducido los precios para tratar de atraer clientes.
Los analistas de la industria señalan varias razones para la desaceleración, incluida una infraestructura de carga insuficiente (“electroleras”) y la falta de opciones asequibles de EVs. Pero son síntoma de un problema mayor: las fallas de origen del plan. En lugar de ver los EVs como parte de una estrategia para lograr un transporte más sostenible, EU buscó utilizarlos como reemplazo individual de los autos de combustión. Según un analista del sector, Edward Niedermeyer, “el mito en el corazón de toda esta transición es que el automóvil de batería encajaría perfectamente en el espacio del de gasolina, y no es así.”
El mito de los vehículos eléctricos
La misión de sustituir los coches de gasolina por EVs en EU ha tenido varios errores de cálculo:
1.- Tamaño.- En las últimas décadas, la industria automotriz estadounidense se centró en los autos de gran tamaño porque los conductores querían autos más grandes para sentirse más seguros. Los fabricantes redujeron la producción de modelos pequeños e hicieron los existentes más grandes. Pero no solo no eran más seguros, sino que los autos más grandes y menos eficientes eliminaron los beneficios ambientales derivados de normas de emisiones más estrictas.
Cuando los fabricantes pasaron a los EVs, se centraron en los tipos de automóviles que ya eran populares, lo que significó una avalancha de grandes SUV y camionetas electrificadas. Pero los EVs más grandes requieren baterías más grandes, lo que implica más materias primas para su fabricación, que obliga a los productores a aumentar sus operaciones mineras destructoras del medio ambiente. Si bien las baterías más grandes permiten a los conductores viajar más lejos entre cargas, también hacen que los autos sean más pesados, más peligrosos, más caros y peores para el planeta.
2.- “Ansiedad por la autonomía” que ha resultado en baterías masivas.- Si bien un EV puede satisfacer las necesidades de conducción de la mayoría de las personas, tiene problemas en los viajes por carretera debido a la necesidad de recargar; se esperaría que un EV rindiera al menos como un coche de gasolina.
3.- Precios altos.- Aumentar la autonomía de los EVs implica mayores precios. Los automóviles con baterías grandes y autonomías más largas han dominado el mercado, lo que ha resultado en precios muy altos. Un análisis de CarGurus señala que los precios de los EVs en 2023 seguían siendo en promedio un 28% mayores que los de gasolina.
La administración Biden apuesta a que los costos de los EVs bajarán con la producción en masa, pero la dificultad de conseguir materiales va en contra de eso porque las materias primas son escasas, muy caras, y muy volátiles.
En EU se discute que, si el gobierno y los fabricantes de automóviles realmente quieren hacer que el transporte sea más sostenible, los EVs deben centrarse en lo que hacen bien: viajes diarios cortos que se pueden realizar en autos pequeños y asequibles; para viajes largos, vehículos híbridos. Y un mejor transporte público y trenes interurbanos más rápidos podrían marcar una gran diferencia para las personas y el planeta.
EU, China y México
En su reciente visita a China con el primer ministro chino Li Qiang, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EU, reveló que la principal preocupación sobre el plan de EVs es que los autos chinos están inundando el mercado global, por la sobrecapacidad instalada y subsidios de la industria china que le dan ventajas competitivas, aparentemente “injustas”.
En EU algunos reclaman que “hay que prohibir los EVs chinos ya” (senador Sherrod Brown) porque son “una amenaza existencial” para la industria automotriz estadounidense. Ven a los aranceles insuficientes. También hay riesgos de seguridad nacional: los EVs chinos “altamente conectados” son capaces de recopilar y transmitir datos sensibles sobre infraestructura y actividades que se llevan a cabo en EU.
México representa un reto para los planes de EU, por supuesta “triangulación”. El que en nuestro país se hayan disparado las importaciones de EVs chinos, les preocupa. Por ejemplo, BYD recientemente presentó un EV de menos de 10.000 dólares y está buscando una fábrica que le permitiría producir automóviles en México para el mercado estadounidense.
Así, dadas las condiciones de la industria de EVs en EU, y sus reconformaciones, que han afectado la situación financiera de Tesla y modificado sus planes a nivel global, la inversión inicial de 4 mil 500 millones de dólares y los empleos y beneficios considerados de su Gigafactory no se darán en el corto plazo, sobre todo en tiempos electorales.
Por lo pronto, el compadre (sic) de Samuel García, Elon Musk, parece haber dejado “plantado” a Nuevo Léon, hasta nuevo aviso. A García le queda la lección de que “del plato a la boca, se cae la sopa”. Las inversiones anunciadas no necesariamente son inversiones concretadas, al menos no en los términos prometidos. ¿Qué tendrá que decir ahora el gobernador, flamante conductor de una cybertruck?