Cuando se anunció el triunfo presidencial de Claudia Sheinbaum como la primera mujer en alcanzar la máxima tribuna del poder político, las redes sociales se inundaron de personas norteamericanas anhelando una figura de su nivel para competir en Estados Unidos.
Aunque el reto de hacer campaña de aquí a noviembre es ambicioso, la noticia de que Joe Biden abandona su campaña para ser reelegido como presidente es lo peor que podría haberle pasado a Donald Trump. Por un lado, Donald Trump encarna los retrocesos más grandes y la peor amenaza contra los derechos de las mujeres, minorías y democracia.
Donald Trump ha perdido los argumentos torales de su campaña sobre la incapacidad por edad y envejecimiento de Joe Biden. Ha perdido también todo señalamiento sobre los errores y la forma de gobernar del demócrata y se enfrentará, en caso de ser Kamala Harris, Michelle Obama o cualquier mujer contra la que compita, a su propia misógina, intolerancia e incapacidad de tratar con mujeres sin ofenderlas.
Aceptémoslo, Donald Trump solo concibe a las mujeres como objetos sexuales y seres inferiores. Una campaña contra una mujer evidenciará su limitada capacidad para reconocer a la mitad de su población y al menos ellas podrían recuperar el curso de una elección empañada de intolerancia.
Ahora, en lugar de competir contra un hombre que parece demasiado viejo para mantener sus pensamientos en orden, Trump tendrá que enfrentarse a una oponente más joven y progresista, justo en el momento en que el pueblo estadounidense ha dicho en voz alta y clara que está cansado de los mismos viejos hombres y la misma vieja retórica.
Frente a Claudia Sheinbaum y la civilidad que implica para un país haber elegido a una mujer como presidenta, Estados Unidos podría decantarse por una mujer también. No sólo es tiempo de mujeres en México sino en el mundo, la tendencia lo demuestra: paridad en los olímpicos, primeras presidentas de América Latina felicitando a México, la condena internacional en contra de los países que mantienen legislaciones machistas y los planes de crecimiento económico que tan sólo Sheinbaum, de la mano con una mujer demócrata, podría lograr.
En un mundo donde las fronteras entre naciones son cada vez más porosas y las interdependencias económicas más pronunciadas, la elección de líderes no solo refleja los valores internos de una nación, sino también su postura en el escenario global. México ha dado un paso histórico al elegir a Claudia Sheinbaum como su primera presidenta, marcando un hito en la representación femenina en la política de América Latina. Este movimiento no solo simboliza un avance en la igualdad de género, sino también una oportunidad para fortalecer las relaciones bilaterales con Estados Unidos, su principal socio comercial.
Frente a este panorama, Estados Unidos tiene la oportunidad de responder de manera igualmente progresista. La elección de una mujer como presidenta no solo alinearía a Estados Unidos con su vecino del sur en términos de representación de género, sino que también podría fomentar una era de prosperidad compartida y respeto mutuo. Kamala Harris emerge como una candidata ideal para este rol.
Kamala Harris ha ocupado diversos puestos en el gobierno de Estados Unidos, acumulando una vasta experiencia que la prepara para liderar la nación. Su carrera comenzó como fiscal de distrito de San Francisco en 2004, y luego como fiscal general de California en 2011. En 2017, fue electa senadora de los Estados Unidos por California, donde desarrolló una relación cercana con el gobierno en turno. Finalmente, en 2020, se convirtió en la vicepresidenta, acompañando a Joe Biden en su administración. Harris posee un grado en ciencia política y economía por la Universidad de Howard en Washington DC y un juris doctor del Hastings College of the Law, de la Universidad de California, siendo admitida en la Asociación de Abogados del Estado en California en 1990.
Otra figura prominente que podría considerar Estados Unidos es Michelle Obama. Aunque su experiencia política directa es menor, habiendo servido como primera dama de 2009 a 2017, su impacto y comprensión de las cuestiones sociales son innegables. Michelle Obama tiene estudios en sociología y estudios afroamericanos por la Universidad de Princeton y un grado en leyes por la escuela de derecho de Harvard. Durante su tiempo en la Casa Blanca, promovió causas sociales, apoyando a las comunidades a través de su trabajo en albergues, comedores, escuelas y oficinas de servicio público. Además, invitó a defensores de derechos de las mujeres y fomentó la salud, las artes y la educación artística.
La relación entre Estados Unidos y México es crucial. Como principales socios comerciales, es fundamental que ambos países se traten con el respeto que merecen. La elección de una presidenta en Estados Unidos, especialmente una con la experiencia y el compromiso de figuras como Kamala Harris o Michelle Obama, enviaría un fuerte mensaje de unidad y colaboración. Esta decisión no solo beneficiaría a las mujeres en la política, sino que también podría marcar el comienzo de una nueva era de cooperación y respeto mutuo entre dos naciones interdependientes. La prosperidad compartida es un objetivo alcanzable cuando se eligen líderes que valoran y respetan las relaciones internacionales tanto como los desafíos internos.
Mientras tanto
Es hora de parar en los señalamientos por envejecimiento en contra de Joe Biden. Todos los seres humanos caminamos hacia allá y su experiencia como senador le permitió destacar hasta ocupar el sitio que hoy ostenta. Insistir en la supuesta demencia senil o hacer hincapié en los errores de una persona a la que la edad le ha alcanzado no aporta absolutamente nada. Por el contrario, habría que señalar la sensatez y estatura política de un presidente que se atreve a no buscar la reelección, declinar y colocar en el debate a mujeres par sucederle. Un político que no se aferra al poder como su vecino republicano de enfrente.
X: @ifridaita