Algunas publicaciones en redes sociales insistieron con fuerza durante el pasado fin de semana en que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) habría sufrido un pre infarto el viernes y un infarto el sábado. Algunos hasta aseguraban haber visto despegar un helicóptero de Palacio Nacional con dirección al Hospital Militar. Pero su aparición en la conferencia mañanera del pasado lunes, una vez más acabó con las especulaciones y dejó mal parados a quienes ya incluso le contabilizaban un cuarto infarto.

Pero infartado o no, lo que sí podemos advertir es que el presidente está fúrico. Y lo está porque se va quedando sin argumentos para defender a tanto pillo en las filas de su Cuarta Transformación. El asunto de Segalmex como lo he venido señalando, es un acto de corrupción de dimensiones mayúsculas. La desaparición de más de 15 mil millones de pesos es infinitamente mayor a la Estafa Maestra en el sexenio del ex presidente Enrique Peña Nieto. Y cuando un reportero lo cuestiona al respecto como ocurrió en la conferencia matutina del lunes, vuelve a ensañarse con los periodistas.

Cuando el reportero hizo su pregunta encontró como respuesta una sarta de ofensas y acusaciones a los medios de comunicación por “llevar a cabo una campaña de desprestigio”.

“Es una campaña, nada más que es importante aclarar. No toleramos la corrupción, no somos corruptos, no somos rateros, a diferencia de los gobiernos de antes, en complicidad con los medios de comunicación”, señaló.

Existe, abundó, una “intención politiquera, tendenciosa de los medios de comunicación. No hay impunidad, nada más que ustedes, los representantes de la prensa están utilizando estos casos para tratar de proyectar la idea de que somos iguales, de que es lo mismo, el caso de Segalmex”, dijo el presidente López Obrador.

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Pero también está fúrico porque en su más reciente visita a Ciudad Juárez, se encontró con un grupo de manifestantes que le reclamaron y exigieron justicia por la muerte de los 39 migrantes y todo fue transmitido en medios de comunicación.

“Durante su visita al punto cero del incidente, decenas de individuos se manifestaron por justicia y lanzaron reclamas cuestionando directamente al mandatario quien responsabilizó a Maru Campos de estos.

Catalogado como uno de los incidentes más difíciles que ha vivido como presidente, AMLO se hizo presente en la ciudad fronteriza y ante las varias protestas que recibió, culpó a la gobernadora del estado de estar detrás. Durante uno de sus trayectos, el mandatario intercambió palabras con una mujer quien le pidió que México no actúe como los Estados Unidos en cuanto a la política migratoria.

Subido en una camioneta y con la ventana baja, el camino de López Obrador fue bloqueado momentáneamente por un grupo de personas y durante el diálogo con la mujer, se le escuchó decir:

“No somos iguales, mi amor. No nos confundas. (…) No provoquen, yo no lo hacía así, lo hacía de manera pacífica. Que se me hace que te mandó Maru, mi amor, te mandó Maru”.

Andrés Manuel López Obrador

López Obrador no puede argumentar frente a las dantescas imágenes que todos vimos, las del incendio que se registró en una estación migratoria provisional de Ciudad Juárez, Chihuahua, cuando las autoridades no abrieron las celdas para salvar a los migrantes que se encontraban tras las rejas.

Los policías que solo recibían órdenes de sus superiores, los abandonaron a su suerte en medio de las llamas. Sabían que al no abrir las puertas irían a una muerte segura por asfixia o quemaduras. Pero la instrucción que recibieron fue contraria a salvarles la vida. El Gobierno mató a los 39, y las pruebas, es decir los videos, están en todas las redes sociales y en todos los medios de comunicación de México y el mundo.

Nadie en su sano juicio puede cometer un acto tal de crueldad, de barbarie. Evidentemente se trata de un crimen de lesa humanidad; un homicidio calificado que contiene todas las agravantes que marca la Constitución y los códigos penales así como los tratados internacionales. Es preciso señalar también que el 21 de julio de 2008 entraron en vigor las reformas en nuestro país para despenalizar la migración ilegal. De tal suerte que no puede quedar impune.

En cualquier otro país del primer mundo ya habrían presentado la renuncia a sus cargos los mandos superiores. En este caso el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón; y el Comisionado del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño Yáñez. El primer mandatario de la nación ya habría ofrecido disculpas y declarado luto nacional; sin menoscabo de solicitar renuncias, separación del cargo y una investigación a fondo para castigar con todo el peso de la ley a los responsables.

Pero en México muy seguramente no ocurrirá nada de lo que correspondería, porque la experiencia en lo que va del sexenio de López Obrador, nos dice que los que suelen pagar son “chivos expiatorios”, quiero decir, los que se encuentran en el último eslabón de la cadena, tal como ha sucedido en otras tragedias como la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, -solo por poner un ejemplo-, sin contar que dos de los directamente involucrados en tan fatal accidente que dejó 26 muertos, me refiero a la Jefa del Gobierno capitalino Claudia Sheinbaum y el canciller Marcelo Ebrard, ahora son dos de las corcholatas del presidente con mayores posibilidades de obtener la candidatura de Morena a la presidencia de la República.

Tampoco veremos que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se pronuncie de manera contundente o salga en defensa de los migrantes, por el simple hecho de que se trata de un organismo que se encuentra bajo la tutela de una figura que es comparsa del Ejecutivo, la señora Rosario Piedra Ibarra, a quien algunos identifican como “florero”.

Mucho menos se puede esperar una actuación digna de la Fiscalía General de la República (FGR) que se encuentra bajo la égida de un personaje siniestro como Alejandro Gertz Manero, otro alfil en el tablero de López Obrador.

Es por ello que en este contexto se hace necesaria la intervención de organismos internacionales de Derechos Humanos para aplicar los procesos correspondientes. Es necesaria la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Oficina del Alto Comisionado para Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En el colmo de la mezquindad, Andrés Manuel Lopez Obrador, primero señaló que los migrantes que perecieron en el salvaje incendio se autoinmolaron quemando los colchones a propósito para generarle problema a las autoridades federales. Posterior a observar las dimensiones que tomó en el mundo lo sucedido siendo que hasta el Papa Francisco habló sobre el tema, el presidente intentó matizar, y se victimizó -como suele hacerlo porque todo debe girar en torno a él- y entonces dijo:

“…lo confieso, me ha dolido mucho, me ha dañado, yo he tenido momentos difíciles, el más fue lo de la explosión de Tlahuelilpan, ese ha sido el acto más duro el que más me ha afectado anímicamente y luego este”.

Andrés Manuel López Obrador

“Me conmovió, me partió el alma y me ayuda a enfrentar este dolor el que hemos venido haciendo mucho por los migrantes”, aseveró.

Pero AMLO mintió por “cien mil milésima ocasión”, toda vez que una publicación de “Pie de página”, del pasado 28 de marzo, refiere que “El de Andrés Manuel López Obrador es el gobierno que más personas migrantes ha detenido en la historia de México”. Y añade que, “datos de la Unidad de Política Migratoria (UPM) de la Secretaría de Gobernación (Segob) establecen que, del 1 de diciembre de 2018 al 28 de febrero de este año, el Instituto Nacional de Migración (INM) ha capturado a un millón 298 mil 484 migrantes.

La cantidad es mayor al sexenio de Vicente Fox Quesada, cuando se alcanzó la cifra más alta registrada hasta el momento: un millón 89 mil 936 detenidos”.

El Gobierno Federal sigue fallando en todas las materias, y a la cuestión humanitaria, habrá que sumarle el precedente internacional que queda de que México tiene un gobierno que prohíja la barbarie, el crimen, el horror, el caos, donde no impera el Estado de derecho y donde la constitución es materia muerta en su aplicación.

Lo que ha ocurrido es un crimen de lesa humanidad completamente imputable al Gobierno porque el presidente de México tomó la decisión de hacerle el trabajo sucio a Washington convirtiendo a nuestras fronteras en el muro que el vecino del norte necesita.

Es claro pues que, como lo afirmó la defensora número 1 del gobierno, la que los miércoles con bastante nerviosismo lee lo que le escribe Jesús Ramírez, la señora Vilchis, AMLO no está infartado, lo que no dijo es que, está fúrico.

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