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El debate está abierto, lamentablemente sin muchas posibilidades de avanzar en el plano de la reforma constitucional de fondo, que se necesita para delimitar correctamente cuál es el papel del Instituto Nacional Electoral, como organismo encargado de la realización de las elecciones, que no como garante de la vida democrática e institucional en este país.
Es importante delimitarlo en ese sentido, porque quienes hoy detentan el control del Instituto se asumen y por lo tanto se presentan y conducen precisamente como eso, como los factores determinantes de la vida democrática en el país.
El INE como tal es el resultado de una serie de reformas electorales y constitucionales, que buscaron dotar a México de la herramienta de elecciones creíbles, por eso se determinó dar un carácter de organismo ciudadanizado y autónomo al Instituto Electoral, que tuviera su presupuesto y su normativa.
Sin embargo reforma tras reforma la llamada partidocracia fue extendiendo cada vez más y más cartas credenciales, más atribuciones y más presupuesto a una institución que hoy se asume como el poder de los poderes, como un órgano supraconstitucional que se asume con la capacidad de censurar a los verdaderos poderes en que está dividido el estado mexicano.
Eso de que México consta de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial como la garantía de la vida institucional ordenada no es más que letra muerta, ante la omnipresencia de un INE que lo mismo se siente con autoridad suficiente para sancionar y dictar órdenes al Presidente de la República, los funcionarios que integran su gabinete y los gobernadores de las entidades, y que además condiciona y amenaza a los integrantes del Poder Legislativo.
Es decir el Instituto se asume con atribuciones por encima de al menos 2 de los poderes de la unión y se jacta de ello. Por eso Lorenzo Córdova y sus muchachos no tienen miramientos para pretender censurar y sancionar ciudadanos en el ejercicio de su libertad de expresión, en abierta violación a los artículos sexto y séptimo de nuestra Carta Magna.
El fin de semana llegaron al extremo, al ordenar a la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum publicar un documento en sus redes personales y en las del gobierno de la Ciudad de México, llamando a sus simpatizantes a desentenderse de las aspiraciones legítimas que tiene la ciudadana Sheinbaum a aspirar al cargo de Presidenta de la República.
Sabedora de los alcances del INE la jefa de gobierno publicó el referido documento, aunque bajo protesta y advirtió que apelará esa resolución sui generis de la comisión de quejas del organismo electoral.
Los ciudadanos no le podemos permitir al INE que en nombre de la democracia suprima nuestros derechos esenciales y quienes trabajamos en medios de comunicación y hacemos del ejercicio de nuestra libertad de expresión y nuestra libertad de prensa, la esencia de nuestra actividad, por supuesto que estamos obligados alzar la voz y decirle a Lorenzo Córdova y personajes que le acompañan que no se les permitirá continuar abusando del poder que tienen.
La verdad es que este exceso de quienes controlan el INE llega en un momento muy oportuno, justo en medio de una vorágine de manifestaciones de personajes de la vida pública que manifiestan querer ser candidatos presidenciales, o que bien operan ya sus equipos de precampaña para buscar la nominación.
No hablo solo de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández, los 3 más visibles, hablo de todos, de Samuel García, Lilly Téllez, Santiago Creel, Ricardo Monreal y Enrique Alfaro, que son 3 gobernadores en funciones, 3 legisladores federales y 2 secretarios de estado.
Hay muchos más, al menos otros 30, pero uso el ejemplo para del mostrar que el INE es parcial y malintencionado, y que pretende sancionar y censurar la expresión de #EsClaudia, sin entrar en ningún momento al fondo del asunto y en todo caso sin poner el pretendido piso parejo.
Razonable sería que el INE en todo caso les parara el alto a todos los que manifiestan su intención de competir y que traen más desarrolladas su precampañas y sus mediciones de fuerzas y estructuras de promoción del voto que nadie.
No es secreto que Ebrard por ejemplo encabezó una reunión con 10 mil simpatizantes para dar a conocer su estructura de apoyo distrital, o que Samuel García se destapó la noche de este lunes ante su partido, o que Lilly anda haciendo berrinches como acostumbra por todas partes, diciendo barbaridades y sobre todo haciendo campaña.
Pero a ellos el INE no les dice, ni les dirá nada.
Y digo que es oportuno, justo porque los ciudadanos queremos que haya reforma electoral, queremos que se detenga el loco gasto electoral, que se anule o al menos reduzca el financiamiento público a los partidos, que desaparezcan los inútiles organismos electorales estatales, que por otra parte solo duplican las funciones del INE y generan otra burocracia dorada.
Claro que queremos menos diputados federales y menos senadores, que a la fecha solo han demostrado la inutilidad del esquema de representación proporcional, eso y otras tantas propuestas que lleva la iniciativa de reforma electoral que aún está viva en la Cámara de Diputados.
Mi punto de vista es que por supuesto, el INE se toca, el criterio esencial de toda democracia es que las leyes son perfectibles y que el orden constitucional debe adaptarse al momento que vive el país y en este caso el Instituto como hoy lo conocemos no corresponde con la aspiración de democracia real y respeto a las garantías individuales a que aspiramos los mexicanos.
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