La histórica votación que le ha dado el triunfo a Claudia Sheinbaum le otorga también un grado de poder suficiente para no necesitar del visto bueno de nadie para gobernar.

Independientemente que se limpien, demuestren y se  denuncien las irregulares, una mayoría votó por darle todo.

Cuando recibió el simbólico “bastón de mando” en su mensaje el presidente le pidió ir por el Plan C, y por la consolidación del segundo piso de la Cuarta Transformación.

En campaña parte de su equipo afirmó que, de ganar, Claudia tomaría distancia, la pregunta que queda en el aire es si lo hará, y no es una pregunta retórica, es que puede ser la primer mujer en recuperar el Estado, las instituciones, la pluralidad democrática o ser pelele de los complejos tiranos y autoritarios de Andrés y ser una autócrata.

Los temas pendientes

La madrugada del lunes, los miles de capitalinos que acudieron a la plancha del Zócalo escucharon casi las mismas promesas que los que lo abarrotaron en 2018, los programas sociales, que primero los pobres, que velará por los mexicanos, que si la austeridad.

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Sin embargo, aparte de las iniciativas de reforma que están pendientes y que fueron su bandera de campaña, al gobierno de la continuidad le quedan muchos temas pendientes que podrían cambiar y que pondrían a temblar a muchos en lo económico, político y judicial.

¿Será que Claudia honre su propuesta de ir por energías limpias, integración energética con EU y el regreso de las sociedades de autoabasto? o seguirá con combustóleo, carbón, refinerías que no refinan, apagones y contratos a modo o por adjudicación directa.

¿Será capaz de ser quien de la estocada al INE y terminar con lo que medianamente se había avanzado en la democracia? ¿Será quien destruya el Tribunal Electoral y la SCJN? ¿Será quien acabe con los contrapesos, elimine la transparencia y la rendición de cuentas y a la FGR como parte de la estructura del gobierno?

O bien, será la mujer que tenga la valentía y la osadía de gobernar de forma independiente. Tiene la oportunidad de ejercer el excepcional poder que la votación masiva del domingo le brindaron. Bien podría sacudirse los compromisos y tener la visión que algunos ya tuvieron como Cárdenas o Zedillo y hacer historia limpiando a la 4T, iniciando procesos contra los corruptos y contra quienes se han enriquecido a la mala.

Poder y más poder

Claudia ostenta un poder que no tiene por qué compartir, no tiene por qué pedir permiso a nadie ni rendir cuentas mientras respete que la ley sea la ley.

Tiene dos caminos, el fácil, de apostar por la continuidad y el autoritarismo, o bien, trabajar con visión de estadista y respetando la división de Poderes, escuchando las voces de la pluralidad, acercando a las mejores personas a su Gabinete y gobernando para todos los mexicanos.

Su primer reto será transparentar la elección, escuchar a la sociedad que hablamos en las urnas  y entender las demandas en las impugnaciones y resistencia.

El reto es grande y suena difícil, pero la legitimidad de su gobierno no la ganará por el número de votos que obtuvo, sino por sus acciones ¿se decidirá por destruir los poderes –o someterlos–  o bien, saldrá a la luz su experiencia política y sus conocimientos de científica de los que tanto se alardeó en campaña incluso separándose de Andrés y todos los comparsas de los partidos políticos también sometidos.

Ella sabrá cómo pasará a la historia... nosotros, resistiremos.