Es bien sabido: a lo largo de los años las cabinas de pasajeros se han ido modificando, desde las sillas de madera de los primeros aviones de vuelos comerciales, hasta los asientos de piel italiana diseñados por la NASA.
Y es que en la aviación el tema de “las clases” es muy marcado. La oferta de asientos es variopinta, y podemos encontrar desde aerolíneas de bajo costo hasta las tradicionales que manejan suites en lugar de un simple asiento.
Mientras en las clases “Business o Ejecutiva” y la “Primera Clase” año con año han ido mejorando sus asientos, haciéndolos más atractivos para los pasajeros, la historia en la llamada “Clase turista” es totalmente diferente.
Recién fue publicado un artículo en el Wall Street Journal que cuestiona si los asientos (de clase turista) son una forma de cámara de tortura. Esto me hizo recordar las múltiples quejas a la aerolínea Ryanair, la madre de las líneas aéreas de bajo costo, que vende un asiento de ventanilla, pero que cuando llegas a tu lugar, no existe la ventana. Va rápido la anécdota:
El periódico británico “The Independent” recogió la anécdota de una pareja que iba de luna miel, que no dudó en tuitear lo siguiente: “De luna de miel, a punto de despegar y ver #Ibiza por primera vez, y no, no es posible”. La fotografía que ilustra el tweet muestra a la pareja en una fila de asientos donde no hay ninguna ventanilla; el afectado, Mark Bowe que trabaja como meteorólogo en Dublín, compró a la línea aérea un asiento de “ventanilla” para ver el paisaje… Y se llevaron un chasco.
Regresando al tema de los asientos, en la clase turista hemos visto un “encogimiento” de los asientos, tanto en su propio tamaño, como en el espacio que existe entre uno y otro, que cada vez es menor. Esto en un contexto donde la población es cada vez más grande, cada vez son más altos, y más pesados.
Lo comentaba en una video-charla, que los asientos que en los años noventa y principios de los dos mil eran clase turista, ahora las líneas aéreas te lo venden como asiento “Clase Ejecutiva”, asientos con respaldo abullonado y con espacio bastante amplio para viajar cómodamente.
A partir del 2010 la industria introdujo al mercado asientos más delgados y más estrechos, aprovechando el auge de las aerolíneas de bajo costo, cuya intención es la de ofrecer la mayor cantidad de asientos posibles en el mismo vuelo.
¿Qué dirían ustedes si les platico que la armadora Airbus está fabricando asientos dónde viajarías “casi” parado? ¿Les suena atractivo?, porque es una realidad. Esta armadora de aviones está probando un tipo de asientos verticales para viajar como si uno fuera parado.
¿Qué argumenta Airbus? Pues que con este nuevo tipo de asientos se puede reducir el costo de los boletos de avión al tener la posibilidad de meter más pasajeros. ¿Les suena esto infame? Yo lo pienso de esta manera: el fabricante asegura que son ideales para vuelos cortos, de menos de 4 horas, pero ¿sería la gente capaz de aguantar en una posición cuasi sentada?
Lo interesante es lo que arrojan los resultados de unas evacuaciones de emergencia simuladas, para verificar si los asientos reducidos interferían en la seguridad. Los simulacros, dicen, se llevaron a cabo durante la pandemia; pero eso me parece curioso, porque además de que muchas cosas se congelaron durante la época más desconcertante del Covid, en las fechas en que supuestamente asegura la Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) se hicieron, fueron en las que día y noche se nos machacaba con la sana distancia.
Entonces ¿cómo se pueden tomar por válidos estos ejercicios? Y es que el resultado es de no creerse, pues según ellos el espacio entre los asientos no afecta para nada en una evacuación de emergencia.
Así que en el mes de marzo se presentó un proyecto de ley al Congreso norteamericano con la finalidad de actualizar los “estándares”, obligando a regular tanto el tamaño como el espacio que hay entre los asientos. Sin embargo, ese mismo marzo, el Tribunal de Apelaciones de dicho país rechazó la propuesta de que la FAA estipulara tanto el tamaño de los asientos como la distancia entre estos, ya que -según su respuesta- no se probó en ningún momento que regular el tamaño de los asientos y su distancia sean necesarios para la seguridad aeronáutica.
Y es que la medida viene aparejada a la posibilidad de que los pasajeros pueden pagar por asientos más anchos y con más espacio para las piernas si quieren viajar más cómodos. Si a Usted le ha llamado la atención que en México los proveedores de justicia a veces se comportan más como mercenarios a sueldo que como dignos defensores de las leyes, en Estados Unidos esta respuesta es, por decir lo menos, “cínica”. Con esta visión netamente capitalista queda claro que no les importa que el ser humano merezca ser tratado como tal.
Pongo en tela de juicio la resolución que da dicho tribunal gringo, porque me queda claro que un procedimiento de emergencia “en tierra” es completamente distinto, sobre todo porque estamos hablando de un simulacro.
La realidad en el aire, con la presurización y la imposibilidad de mover las piernas, las posibilidades de sufrir una embolia son mucho más altas; justamente eso se está dejando de lado; no se trata solamente de si es viable evacuar un avión. Ya vimos que cuando se realizaron esos simulacros fue justo cuando se exigía sana distancia, e incluso se llegó a bloquear ciertos asientos para cumplir con este requerimiento.
Después fueron modificando estas medidas, y se tornaron menos restrictivas, pero imagínense un avión lleno, que debe evacuarse por una emergencia. Dudo mucho que bajo esas condiciones no se atoren entre los asientos, porque el espacio es muy limitado, sobre todo para aquellos quienes miden más de 1.60 metros, pues cada vez el espacio entre asientos es menor, e incluso quieren reducirlo de ser posible a 57 centímetros; si llegara a aprobarse, en estos asientos viajaremos “cuasi” sentados.
El proyecto de “meter” más pasajeros en los vuelos no es nuevo, de hecho ya tiene varios años, pero no ha podido sortear los temas de seguridad. En el caso concreto de los asientos las autoridades aeronáuticas han señalado que el espacio tan reducido impide una correcta evacuación de la aeronave en caso de emergencia.
Y por cierto, no tienen que adivinar qué aerolínea ya levantó la mano, si es que se llegara a aprobar este tipo de “asientos”… ¡adivinaron!, Ryanair, la madre de las líneas aéreas de bajo costo está más que dispuesta a implementarlos; ¿y cómo no?, si ya se atreve a vender asientos “de ventanilla” sin esta.
La pregunta más interesante es: ¿qué tanto están dispuestos los pasajeros a seguir sacrificando su comodidad en aras de obtener un boleto de avión menos costoso? Una realidad es que el precio de estos ha bajado durante los últimos 12 años; de acuerdo con lo dicho por Peter Cerdá, vicepresidente de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), en promedio un vuelo ahora es 28% más barato; sabemos que hay honrosas excepciones, de las hablaremos más adelante, por ejemplo lo que sucede en Durango.
Entre más se exija que baje el costo de boletos, los operadores aéreos buscarán la manera de hacerlo posible, sacrificando la comodidad, e incluso si me apuran, la dignidad y la seguridad del pasajero.
Sin duda es un tema que debemos debatir y abordar. Por lo menos en el vecino país del norte ya lo están haciendo, a través de “Airlines for America” (A4A). Nosotros, ¿qué esperamos?