El presidente AMLO volvió ayer a las mañaneras. El jefe del Estado, visiblemente en buen ánimo, exhortó a los mexicanos a “no espantarse” por la nueva variante del virus, pues ésta -según aseguró- es significativamente menos virulento que las cepas anteriores.
¿Qué debemos rescatar de la declaración de AMLO en relación con la gravedad del virus? En primer lugar, vale subrayar que el presidente acierta en su afirmación que de Ómicron presenta, en su inmensa mayoría, casos relativamente benignos. De acuerdo con los últimos análisis realizados en Sudáfrica, en el Reino Unido y de acuerdo a la información pública brindada por la OMS, las modificaciones genéticas presentadas en Ómicron permiten a esta variante una alojamiento principalmente en las vías respiratorias superiores, lo que inhibe su capacidad de provocar daño pulmonar, y con ello, casos graves, hospitalizaciones y fallecimientos. En segundo lugar, celebremos nuevamente que AMLO haya hecho hincapié en la importancia de vacunarse. Él mismo lo ha hecho -recordemos- con la fórmula de AstraZeneca.
Sin embargo, la presencia del virus en las vías superiores hace que el patógeno sea altamente contagioso. Así lo han demostrado la ciencia y el número ascendente de contaminaciones alrededor de mundo. Países fuertemente golpeados como Francia o el Reino Unido han registrado alrededor de 300 mil contagios diarios, México por encima de 40 mil, mientras que en el mundo las cifras oscilan alrededor de los 3 millones. Estas cifras resultarían altamente alarmantes si -reitero- Ómicron no fuese menos letal que las variantes dominantes que la precedieron.
En México, las hospitalizaciones se han mantenido relativamente estables, por lo que una buena parte de las entidades federativas se han mantenido en semáforo verde. Por otro lado, la población mexicana, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras regiones del mundo, ha mantenido una buena disposición a la vacunación.
Ahora bien, recordemos que mismo si la variante Ómicron deriva en una enfermedad menos grave un incremento exponencial de los contagios sí que podría provocar una saturación de los sistemas de salud. Un gran número de mexicanos no han sido aún vacunados, sufren de comorbilidades o de algún tipo de inmunodepresión.
En suma, celebremos que el presidente AMLO se ha recuperado y que desea contagiar optimismo a los mexicanos. Sin embargo, a la vez que comparte la información con la que se cuenta sobre la contagiosidad y virulencia de ómicron, también debería poner el acento en los riesgos que conlleva una indeseada – e incontrolable- escalada de contagios.
Esperemos -así se estima- que el paso arrollador de Ómicron cese dentro de las próximas semanas. Por nuestra parte, debemos estar atentos a las fechas de aplicación de la dosis de refuerzo; pues la ciencia ha demostrado que las vacunas han sido altamente efectivas en la prevención de casos de peligro. AMLO lo ha podido comprobar.
José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4