La diferencia entre plegarse a los deseos y caprichos de Donald Trump y el demostrar soberanía se encuentra entre la manera en que la administración entrante en Estados Unidos trata al impopular ministro de Canadá, Justin Trudeau, y a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Mientras que la mandataria, no dejando ver todas sus cartas abiertamente, no cae en el juego de provocaciones ya conocido de Trump, Trudeau, un pésimo político que anda rondando el 20% de aprobación entre los votantes, trata de pararse el cuello acusando a Trump del retroceso de los derechos de las mujeres en los Estados Unidos.
Y no es que Trump no esté exento de responsabilidad en llenar de conservadores la Suprema Corte de Estados Unidos, pero también hay que recordar que gran parte de la sociedad gringa está conformada por fanáticos religiosos, ultraderechistas y misóginos, no por nada lo eligieron como presidente por segunda vez.
Ahora, es Elon Musk, quién cumplirá algún papel en el gobierno de Trump, aunque sea como receptor de miles de millones de dólares en subsidios, quién se subió al ring a llamar a Trudeau “tonto insufrible” (insufferable tool), además de mofarse de que “ya no estará en el poder por mucho tiempo”.
Por supuesto, mientras Trump se burla de Canadá y de Trudeau, llamándolo “gobernador del estado 51″, difícilmente el hombre más rico del mundo en el papel mostrará respeto a un tipo sin respaldo popular en un país con pocos habitantes y mucho territorio, con graves problemas económicos y de cohesión social. Y así seguirán las cosas los próximos dos años que le queden a Trudeau, si es que los cumple.