He estado leyendo el libro Nexus. Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA, de Yuval Noah Harari. Anoche terminé la tercera parte de la obra, “Política informática”. Me han llamado la atención las palabras iniciales de tal segmento: “Democracias, ¿podemos mantener todavía una conversación?”, que es el título del noveno capítulo, y el arranque del mismo: “Las civilizaciones nacen del matrimonio entre la burocracia y la mitología”.
El autor menciona algo que desde hace mucho tiempo sabemos acerca de la democracia liberal: este sistema, “a pesar de todos sus defectos”, ofrece la gran ventaja de que “posee mecanismos de autocorrección sólidos, que limitan los excesos del fanatismo y conservan la capacidad de reconocer nuestros errores y probar diferentes cursos de acción”.
En el New York Times leí una reseña sobre el libro de casi 600 páginas de Harari: “Te entretendrá y te asustará a la vez”.
¿Por qué la obra de Harari puede asustar? Por plantear con seriedad y objetividad el riesgo de que las nuevas tecnologías pueden hacer que la democracia llegue a ser impracticable. Dice el autor: “El hecho de que el gobierno —o una compañía— sepa más de mí que yo mismo y de que microgestione todo lo que hago y pienso le puede proporcionar un control totalitario sobre la sociedad”.
Yuval Noah Harari afirma que en un mundo con toda la información controlada por un gobierno perfectamente coordinado con las grandes empresas tecnológicas —sí, es el caso de la recién inaugurada administración de Donald Trump— “la celebración regular de elecciones funcionaría más como un rito autoritario que como un órgano de control real sobre el poder del gobierno”.
Por fortuna, como argumenta Harari, es “un error suponer que solo porque los ordenadores permitan la creación de regímenes de vigilancia total tales regímenes sean inevitables”.
¿Cómo evitar que las nuevas tecnologías destruyan las democracia? De una manera muy simple, recurrir siempre a los principios fundamentales de la democracia. Principios que se conocen desde hace siglos: “Los ciudadanos deben exigir que se apliquen a las nuevas realidades de la era de los ordenadores”.
¿Cuáles son tales principios fundamentales?
- “El primer principio es la benevolencia”. Hay redes de información complejas que cumplen este principio, por ejemplo las de numerosos sistemas burocráticos para la atención sanitaria que realmente ayudan a la gente.
- El segundo es la descentralización. Por ningún motivo se debe permitir que toda la información la controlen un gobierno o unas pocas corporaciones privadas.
- El tercer principio es la reciprocidad. El autor propone que si “las democracias aumentan su vigilancia sobre los individuos, también tendrán que aumentar la vigilancia sobre el gobierno y las empresas”. Si los gobiernos y las redes sociales saben muchísimas cosas acerca de toda la gente, resulta innegable que ha llegado la hora de que la gente sepa muchísimas cosas sobre las grandes empresas tecnológicas y sus propietarios: “Su modelo de negocio, sus políticas tributarias, su afiliación política. ¿Cómo obtienen su dinero? ¿Pagan todos los impuestos que deberían pagar? ¿Acatan órdenes de sus dueños políticos? ¿Acaso tienen políticos en el bolsillo?”. Los mismos algoritmos que controlan a la sociedad pueden usarse para controlar a los gobiernos y a las compañías que los han desarrollado.
El primero de los mencionados principios democráticos, el de la benevolencia —misericordia, compasión, humanidad— de ninguna manera lo cumple Donald Trump ni le interesa cumplirlo.
En un servicio religioso el presidente de Estados Unidos recibió el reclamo de la obispa Mariann Edgar Budde: ella pidió a Trump misericordia y piedad hacia migrantes e infancias trans, gais y lesbianas. Dijo:
“Le pido que tenga piedad de la gente de nuestro país que ahora está asustada. Hay niños homosexuales, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas; y por las personas que recogen nuestras cosechas y limpian nuestras oficinas, que trabajan en granjas... que lavan los platos después de que comemos... la gran mayoría de los migrantes no son delincuentes, pagan impuestos y son buenos vecinos... Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extraño”.
Pero Trump, en vez de al menos reflexionar sobre lo dicho por la ministra, se burló y aun agredió a la mujer:
“Esta supuesta obispa es una radical de izquierda que forma parte del movimiento antiTrump. Llevó su iglesia al mundo de la política con poca gracia. Su tono fue desagradable, sin encanto y sin inteligencia. Falló en mencionar el alto número de migrantes que viene a nuestro país y mata a personas. Muchos de ellos salieron de la cárcel y de instituciones mentales. Además de sus declaraciones inapropiadas, el servicio religioso fue aburrido y poco inspirador. No es buena en su trabajo. Ella y su iglesia deberían pedir una disculpa”.
El expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero cuestionó el año pasado, por su falta de benevolencia, al principal aliado de Trump, Elon Musk: “El hombre más rico del mundo está atacando a los hombres más pobres de la tierra; que muchas veces son los inmigrantes”.
Elon Musk, de X y Tesla, no solo es el hombre más rico del mundo, sino uno de los dueños de la tecnología que aspira a controlar, para mal, a las sociedades de todas las naciones. Hace equipo con Donald Trump, y por tal motivo estuvo en un sitio de privilegio en la inauguración del presidente de Estados Unidos, al lado de sus colegas Mark Zuckerberg, de Meta; Jeff Bezos, de Amazon; Shou Zi Chew, de TikTok, y Sundar Pichai, de Google.
Vuelvo a la pregunta del título del capítulo noveno del libro de Harari: “Democracias, ¿podemos mantener todavía una conversación?”. En el caso de Trump y sus oligarcas tecnológicos, el mundo democrático solo podrá dialogar con ellos si la nación más atacada por el presidente de Estados Unidos, México, lo pone en su lugar.
Si las personas más pobres del mundo son las inmigrantes —mexicanas la mayoría en Estados Unidos—, y a ellas particularmente pretenden dañar Trump y sus aliados, entonces el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum tendrá que responder con toda dignidad, como lo ha hecho, que protegerá a quienes sean deportados. Si el vecino no es capaz de la compasión, nosotros la tendremos.
“No están solos”, ha repetido Sheinbaum. Lo que sigue es llevar el mensaje de benevolencia de la presidenta de México a todos los rincones de Estados Unidos. Se necesitará para ello trabajo de nuestro gobierno en ambas naciones. Desde luego, para ser eficaces ya urge nombrar un nuevo embajador para que dialogue y negocie con medios, funcionarios y los factores reales de poder de allá poniendo por delante la ética que ha abandonado al gobierno estadounidense.
Cito de nuevo el título del capítulo noveno de Nexus: “Las civilizaciones nacen del matrimonio entre la burocracia y la mitología”. A la burocracia mexicana le hace falta un nuevo embajador que alimente la mitología de que alguna vez hubo gobernantes benevolentes en Estados Unidos, capaces de actuar como hoy lo hacen quienes mandan en México, con la autoridad moral que proporciona la compasión.
He dejado para el final otra cita de Nexus, antes de presentar una lista de personas calificadas para encabezar la embajada mexicana en Washington: “La vida humana consiste en un acto de equilibrio entre el esfuerzo por mejorar y la aceptación de lo que somos”.
Creo que Claudia deberá, intentando mejorar su gobierno frente al reto de los ataques de Donald Trump, por supuesto sin renunciar a su ideología de izquierda, elegir al mejor perfil para nombrarlo embajador o embajadora —de izquierda, de preferencia, pero podría ser alguien neoliberal—. Pregunté a gente experta en diplomacia y me dieron los siguientes nombres y una sencilla descripción del puesto:
Descripción del puesto: Ser diplomático de carrera, empresario o político. Conocer a Estados Unidos. Gozar de la confianza de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Nombres de posibles titulares de la embajada en Washington:
- Julián Ventura Valero. Tiene a favor: Ser diplomático profesional, haber sido subsecretario en Relaciones Exteriores, embajador, titular del Instituto Matías Romero y conocer la política de Estados Unidos. Tiene en contra: No gozar de la confianza de la presidenta Sheinbaum.
- Juan José Gómez Camacho. Tiene a favor: Ser diplomático profesional, haber sido embajador en Canadá y en otros países y entender lo que ocurre en Estados Unidos. Tiene en contra: No gozar de la confianza de la presidenta Sheinbaum.
- Diana Alarcón. Tiene a favor: Ser doctora en economía, actualmente representar a México ante el Banco Mundial, haber trabajado durante años en Estados Unidos, entender la política de ese país y estar entre las personas en las que más confía la presidenta Claudia Sheinbaum. Tiene en contra: Un parentesco no directo y no consanguíneo con la presidenta.
- Ildefonso Guajardo. Tiene a favor: Ser político profesional y haber negociado la vez pasada el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá. Tiene en contra: No gozar de la confianza de la presidenta Sheinbaum y su ideología excesivamente neoliberal.
- Lázaro Cárdenas Batel. Tiene a favor: Ser político profesional, entender la política de Estados Unidos, haber sido gobernador e integrante de los gabinetes del expresidente López Obrador y de la presidenta Sheinbaum. Tiene en contra: Excesivas relaciones con Cuba, lo que podría obligar a Trump a vetarlo.
- Rogelio Ramírez de la O. Tiene a favor: Ser doctor en economía, colaborar ahora mismo con Claudia como su secretario de Hacienda y conocer muy bien a los factores reales del poder económico en Estados Unidos. Tiene en contra: Los rumores que han salido de su oficina de que ya no quiere seguir en el gobierno.
- Jorge Lomónaco Tonda. Tiene a favor: Ser diplomático profesional, haber sido embajador en varios países, contar con experiencia y saber cómo son las cosas en la política estadounidense. Tiene en contra: No gozar de la confianza de la presidenta Sheinbaum.
- Alfonso de Angoitia. Tiene a favor: Ser copresidente de Televisa y contar con buena relación con Donald Trump. Tiene en contra: Su actual cargo y su inexperiencia política.
- Bernardo Gómez. Tiene a favor: Ser copresidente de Televisa, habilidad para comprender la política y contar con buena relación con Donald Trump. Tiene en contra: Su actual cargo.
- Enrique Berruga Filloy. Tiene a favor: Ser diplomático profesional, haber sido embajador y conocer el sistema de Estados Unidos. Tiene en contra: No gozar de la confianza de la presidenta Sheinbaum.
- Martha Bárcena. Tiene a favor: Ser diplomática profesional y haber sido embajadora en Estados Unidos durante el primer gobierno de Donald Trump. Tiene en contra: No gozar de la confianza de la presidenta Sheinbaum.