Las reacciones por el ataque que pudo ser mortal contra Donald Trump han exacerbado los extremos polarizados que se viven ante la contienda presidencial en Estados Unidos.
Joven registrado como militante republicano, de raza blanca. Nacido hace 20 años en Bethel Park, Pensilvania, ciudad localizada cerca de 60 kilómetros del incidente. Responde al nombre de Thomas Matthew Crooks.
A pesar de que se han difundido algunas imágenes que lo confunden con otro internauta, la identidad de Matthew Crooks fue confirmada por las autoridades después de ser abatido y asesinado tras disparar a Donald Trump, avivando la teoría de los conspiradores acerca de un posible autoatentado, mismos que se niegan a reconocer la magnitud del riesgo de inestabilidad e ingobernabilidad que se anticipan en varios escenarios.
En contexto: El sospechoso que intentó asesinar a Donald Trump hizo una donación a ActBlue, en beneficio de los demócratas, el día de la toma de posesión de Biden. Si bien, pudo ser un indicio para confundir, la realidad es que Thomas Matthew Crooks, de 20 años, era un republicano registrado.
Su padre, que habló con CNN, dice que está tratando de averiguar “qué diablos está pasando” y que va a “esperar hasta hablar con las autoridades” para decir más.
Las reacciones han avivado la candidatura de Trump con lemas de lucha, supervivencia y hasta mensajes de protección celestial por sobrevivir al atentado. Una víctima perfecta que hoy más que nunca podría sostener la versión de oscuras fuerzas que le impiden volver al poder para hacer America great again.
Los fanáticos de Trump se encuentran convencidos de su delantera y del imperativo de su triunfo, recordando que hace unos años, cuando los resultados no le favorecieron, realizaron un asalto al Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero de 2021. Esos bríos agresivos dispuestos a todo dejaron como saldo heridos, una mujer veterana de la Fuerza Aérea protestaba y falleció tras recibir un disparo en el pecho así como otros caídos, en medio de un Donald Trump insistente en que hubo un fraude electoral.
El mismo joven fallecido que disparó contra Donald Trump promovía el uso y posesión particular de armas y paradójicamente, demostró el alcance del acceso irrestricto a estas.
Crooks vestía una camiseta de Demolition Ranch, un canal de YouTube sobre armas. El intento de magnicidio prácticamente se ha convertido en una amenaza, a su vez. En la advertencia del pueblo enardecido y convencido de que su candidato es atacado porque va a ganar, el mensaje de que no aceptarán resultado diferente, sea Joe Biden o Kamala Harris o sea Michelle Obama. Una militancia enardecida hoy se convence de que todo intento del establishment por prevalecer en el poder debería ser combatida y respondida en el mismo nivel de agresión con que fue atacado su candidato.
Pero a la vez, una narrativa basada en noticias falsas en redes sociales insiste en construir la idea de que Thomas Matthew Crooks era un demócrata, radical e izquierdista letal, confundiendo videos de otro joven con aversión a Trump que se encuentra vivo y que no fue autor del crimen.
Terreno fértil para desenlaces violentos en la democracia ejemplar que definitivamente, tendrían que preocupar no solo a norteamericanos. El hecho es que abatido el agresor, es imposible conocer sus motivaciones: ¿Por qué lo hizo? ¿Realmente realizó un donativo a la campaña demócrata? ¿Fue parte de una planeación para inculparlos? ¿Alguien le pidió o pagó por hacer lo que hizo?
Trump ha trascendido el plano político para adentrarse en una dimensión religiosa en que lo colocan como bendecido y el símbolo de extremismos que en realidad es, no puede ser más contradictorio. La democracia “más saludable” convalece.