Ayer por la mañana Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de Estados Unidos. Tal como ha sido anticipado, su gobierno persigue una agenda marcada por un conservadorismo comercial a ultranza, un nativismo caracterizado por la búsqueda del “ideal” estadounidense y por una agresiva política contra los migrantes indocumentados.
Un rasgo que ha marcado el inicio de su presidencia es la presencia de Elon Musk en su círculo de gobierno. Como algo nunca visto antes, el presidente de Estados Unidos estará acompañado del hombre más acaudalado del mundo, dando comienzo al mayor conflicto de interés y tráfico de influencias en la historia moderna.
La concentración exacerbada de la riqueza en Estados Unidos sí que tiene precedente. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en tiempo de Jacob Astor o Rockefeller, la cercanía de la nueva oligarquía económica con las élites políticas es hoy abierta y sin disfraces.
Según ha trascendido, Musk ha estado en contacto con los líderes de los partidos de la extrema derecha europea y ha sugerido la puesta en marcha de mecanismos de financiamiento con el propósito de mejorar sus oportunidades de éxito en las próximas elecciones.
Mark Zuckerberg, creador de Facebook, luce decidido a no quedarse atrás en la búsqueda del control de los medios de difusión masiva y como miembro de la nueva oligarquía. Ayer apareció en primera fila al lado de otros en la ceremonia de investidura de Trump, al igual que los multimillonarios Jeff Bezos y Sundar Pichai.
Especialmente alarmante ha sido el deseo de Musk - y de Trump- de hacer batir al primer ministro británico Keir Starmer, y así apoyar a Nigel Farage, colega del presidente estadounidense y líder del partido Reform UK.
México será uno de los principales afectados por el nuevo gobierno de Trump. Según lo anunció ayer, el presidente pondrá en marcha una política para reenviar a los indocumentados a México, con independencia de su país de origen, amén de la declaración de los carteles de la droga como organizaciones terroristas.
Tampoco se antoja inverosímil que Trump pudiese estar tentado a intervenir en los comicios electorales de 2027 con el propósito de beneficiar a candidatos afines a su plataforma ideológica.
En suma, el regreso de Donald Trump se anuncia como un grave retroceso en materia de conciencia democrática, de combate contra la desigualdad en el mundo, de la lucha social contra las oligarquías, de la convivencia internacional y de la protección de los más desfavorecidos.