El Canal de Panamá es una impresionante infraestructura de principios del siglo XX que sólo logró construirse debido a la tenacidad de “un hombre en la arena”, como la leyenda áurea de los presidentes norteamericanos suele calificar al indomable Teddy Roosevelt, el mismo que tras recibir un disparo de arma en un mitin durante su campaña de reelección, no bajó de la tribuna sino horas después cuando su discurso había concluido, hecho por el cual, casi termina desangrado.
Ese mítico presidente retomó el proyecto de Lesseps, el icónico arquitecto galo que había culminado la portentosa obra napoleónica del canal de Suez e intentó comunicar los dos océanos a través del istmo de Panamá.
Si bien Teddy Roosevelt construyó el canal, el poderoso banquero J.P. Morgan creó el país cuando, con un grupo de “patriotas defensores de la libertad”, se presentó en la entonces región colombiana apoyando la independencia de lo que hoy es la nación titular del canal.
Así pues, canal y país surgieron de la decisión de dos hombres norteamericanos representantes indiscutidos de la política del “gran garrote” (big Stick). En esa región del subcontinente, durante muchos años estuvo el cuartel general del comando sur del Estado mayor conjunto de las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
Sin embargo, todo auge tiene su declive y la otrora grandiosa obra, administrada por el gobierno panameño debido al tratado Torrijos-Carter, es hoy insuficiente para cumplir con las necesidades del traslado de mercancías pues, hace veinte años, los barcos clase Panamá dejaron de ser suficientes para transportar la carga, principalmente entre la costa Este-Oeste norteamericana y Europa-Asia.
Lo que fue una visión estratégica del presidente fundador del parque Yellowstone, quien dio su nombre a los osos Teddy, por haber cazado ahí con sus propias manos a un magnífico ejemplar de grizzly, hoy es un mal administrado tapón que privilegia los intereses de China por sobre sus constructores y principales usuarios: los norteamericanos.
Profusamente se distribuyen las utilidades del mismo entre sus habitantes con sendos cheques que permiten que en las provincias se gasten millones de dólares en los concursos de belleza y trajes típicos, las polleras, o en la competencia entre “calle arriba” y “calle abajo”.
De ser una provincia marginada y marginal de Colombia, Panamá hoy es una nación próspera gracias al canal, existe de hecho, gracias al canal. Pero la gratitud no es lo que conduce las decisiones de su clase política y, pequeña y corrupta como es (recordemos los Panamá papers) hoy sirve de mejor modo al interés de la China comunista y pretende seguir obteniendo pingües utilidades del forzado paso que ahorra a las dos costas norteamericanas complejos tránsitos sobre tierra o aire. Por ello, la actitud y dichos de Trump tienen su raigambre en la historia y su fortaleza en la realidad. Este otro presidente, a quien también le dispararon en un mitin de su reelección, no hace sino continuar la tradición de defensa de los intereses de su nación, cosa que el viejo Teddy Roosevelt iniciara.
Cualquiera que sepa la historia y no sea un inveterado antiyanqui, se dará cuenta de lo complejo y suicida que resulta para el pequeño estado centroamericano que bien podríamos, como Tolkien en su novela, denominar “la rebelión de los enanos”.
Lo interesante aquí para México es que esta crisis trae a valor presente la posibilidad interoceánica de nuestro propio istmo: el de Tehuantepec. Si bien el gobierno de AMLO actualizó y limpió la vieja vía férrea de Don Porfirio que comunica los dos océanos, este esfuerzo indispensable es insuficiente para poder capitalizar la carga que podría dejar anualmente 2.5 puntos del PIB si se construyeran instalaciones modernas entre Salina Cruz y Coatzacoalcos con un tren de alta calidad que desplazara miles de contenedores al mes.
No hace mucho un brillante ingeniero militar de apellido Córdova, mostraba un proyecto que atrajo capitales internacionales en el rango de los miles de millones de dólares para financiar esta obra que, por costosa que pareciera, se retornaba en unos cuantos años.
México debe aprovechar lo que la geografía le dio y, aprovechar también los talentos y capacidades que pueden hacer que la inventiva de los mexicanos supere el arrojo de Teddy Roosevelt y de pasada, saque a Veracruz y Oaxaca del permanente decrecimiento económico.
La administración Sheinbaum debe poner atención a este punto en la agenda de Trump pues la alternativa de Tehuantepec ahora surge como poderosa posibilidad que sólo haría bien al mundo, y más rico a México.