Donald Trump no puede dejar de hablar de su llamada telefónica con Claudia Sheinbaum. Lo hizo ahora en una cena organizada por FoxNews, que premió al presidente electo de Estados Unidos como Patriota del Año.
En su discurso, Trump mencionó a Claudia Sheinbaum: “Como probablemente lo leyeron, el otro día hablé con la nueva presidenta de México. Una mujer muy agradable, y tuvimos una conversación muy agradable”.
Después de expresado lo anterior Trump insistió en una mentira —públicamente refutada por Sheinbaum—, la de que la presidenta mexicana aceptó cerrar las fronteras con Estados Unidos. Claudia se vio obligada a dar su versión de lo que habló con el Patriota del Año: “Cada quien tiene su manera de comunicar, pero yo les puedo asegurar, les doy la certeza, de que nunca, además seríamos incapaces, planteamos que íbamos a cerrar la frontera en el norte (de México), o en el sur de Estados Unidos, nunca ha sido nuestro planteamiento”.
Resulta más que evidente: Claudia, simple y sencillamente siendo la Claudia que ha sido siempre, psicológicamente parece haberle tomado la medida a Trump. La presidenta de México hace exactamente lo que hizo la excancillar de Alemania, Angela Merkel, cuando le tocó negociar con Donald Trump durante el primer periodo presidencial de este personaje.
En la relación con Trump lo único que Merkel hizo fue ser ella misma: “Expresaba mis opiniones y Trump expresaba las suyas. Y a veces las expresaba con la intención de que uno tuviera un poco de miedo de esas opiniones. Yo expresaba mi opinión con confianza y alegría, porque estaba convencida de ella. No hay que preocuparse en una conversación pensando que uno nunca podrá salirse con la suya. Cada persona tiene sus propios intereses y hay que conciliar estos intereses, aunque a veces sea difícil”.
Por cierto, en uno de los temas que más preocupa al presidente electo de Estados Unidos, Claudia con hechos está demostrando que el gobierno de México construyó, aunque costó bastante lograrlo, un sistema para poder al fin combatir eficazmente a las mafias del narcotráfico. El reciente decomiso récord de más de una tonelada de fentanilo lo demuestra.
Hay gente en Estados Unidos y, tristemente, también en México que ha visto tal acción policiaca como consecuencias de las presiones de Trump. Algo así escribió Carlos Loret de Mola en una columna y lo mismo comentaron congresistas del Partido Republicano del vecino del norte.
Otras personas, como el intelectual Jorge Castañeda, el periodista Sergio Sarmiento y el experto en seguridad David Saucedo piensan que el decomiso fue más producto de la suerte que de un trabajo de investigación e inteligencia.
Castañeda, de plano, habló de un decomiso mágico. Sarmiento lo atribuyó al azar: policías que patrullaban en dos municipios casi por casualidad detuvieron una camioneta y entraron a un domicilio donde había tan gigantesca cantidad de fentanilo. Para Saucedo fue un decomiso raro porque realizó sin disparar ni una sola bala, lo que significa que pudo tratarse de una entrega pactada con alguno de los grupos que disputan el control del cártel de Sinaloa.
En lo personal pienso que el decomiso de fentanilo más grande de la historia se debió a las tareas de inteligencia emprendidas por el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch. Lo prueba el hecho de que, en poco tiempo, no ha sido el único éxito en lo relacionado con pacificar al país.
Harfuch está haciendo la tarea siguiendo la estrategia que diseñó con la presidenta Sheinbaum. No es aceptable decir que se actún con responsabilidad por las presiones de Donald Trump. Recordémoslo, Harfuch y Sheinbaum ya habían hecho un trabajo similar, en la Ciudad de México, sin que nadie les obligara.
Qué bueno que tranquilicen al presidente electo de Estados Unidos el decomiso de una tonelada de fentanilo y otras acciones exitosas contra el narco en las que no ha habido exceso de violencia. Pero nada de lo anterior se ha realizado para agradar a un gobierno extranjero; se ha hecho más bien para cumplir con una exigencia de la sociedad mexicana que ya desea dejar atrás los horrores terribles de la guerra perdida de Felipe Calderón contra el narco; Calderón, en efecto, el huido a España: se fue a aquella nación de Europa para escapar de las fiscalías de Estados Unidos que ya metieron a la cárcel a su principal colaborador, Genaro García Luna.
En el buen trabajo en materia de seguridad hay una explicación de la elevada y creciente aprobación de la presidenta Claudia Sheinbaum en el tracking diario ClaudiaMetrics, aprobación que ayer alcanzó un impresionante 75.5%.
Pero, está bien, aceptemos que hubo algo de suerte en el decomiso de una tonelada de fentanilo, equivalente a 20 millones de dosis. Ya se sabe, lo dicen los cronistas de futbol portero sin suerte no es portero. Y Harfuch es uno bastante eficaz. Por eso cuenta con la confianza de la estratega del equipo.