Aunque no tengo más que vagos recuerdos de la era de Gorbachov y el colapso de la Unión Soviética, el impacto de la caída de una nación y un proyecto ideológico tan relevante impactó en todo el mundo, a propios y extraños. Sin un contrapeso al imperialismo liberal estadounidense, los logros laborales, políticos y económicos alcanzados en los países de “occidente” terminaron por retroceder ante el avance de una ideología neoliberal que en estos momentos ya no aparenta ser otra cosa más que un sistema fallido diseñado para volver a los oligarcas cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres.
El personaje clave en acelerar las contradicciones y problemas de la otrora orgullosa URSS fue el inepto Mijaíl Gorbachov. Un liberal pazguato adorado por los medios occidentales conforme avanzaba el proceso de privatización y “liberización” en el país socialista. El segundo líder más importante en la historia de la República Popular de China, Deng Xiaoping, lo definió al dedillo con una de sus frases legendarias: “(Gorbachev) puede parecer inteligente, pero en realidad es estúpido”.
Gorbachov aceleró la destrucción de la URSS como Trump, 3 décadas y media después, acelera la destrucción de los mal llamados Estados Unidos de América. Esta es la opinión de algunos comentaristas rusos y de otras partes del mundo, que encuentran más de una similitud entre ambos personajes.
Las reformas de Trump, comparadas con las que “intentó” hacer “Gorby” en su momento, son de corte mucho más negativo. Aranceles, amenazas, sanciones, bullying a aliados que han estado bajo control estadounidense durante décadas y una caída fuerte en la economía. Y a diferencia de los habitantes de la entonces Unión Soviética, cuyo colapso fue el germen de conflictos como el que hoy se vive en Ucrania, la población promedio estadounidense no es educada, carecen de cohesión social y lazos familiares fuertes ni tiene conocimientos de autosuficiencia alimentaria que les permita sobrevivir a lo peor de un colapso gubernamental, Lo que sí tienen son armas, drogas duras y resentimientos en exceso.
Si la perestroika de Gorbachov terminó en un colapso, saqueo económico y decadencia prolongada que se detuvo hasta la llegada y consolidación en el poder de Vladimir Putin, una década después, el inevitable colapso de Estados Unidos como “hiperpotencia” mundial será peligroso, sangriento y afectará enormemente a las naciones vecinas, en este caso: Canadá y México.