Gobiernan entidades federativas cuatro militantes del PAN, dos del PRI y dos de Movimiento Ciudadano. Es lo que queda de la oposición mexicana

El PAN, con tres gobernadoras y un gobernador, tiene el control político de cuatro estados en los que viven 13 millones de mexicanos y mexicanas:

  • Chihuahua, gobernadora María Eugenia Campos Galván.
  • Aguascalientes, gobernadora María Teresa Jiménez Esquivel.
  • Guanajuato, gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo.
  • Querétaro, gobernador Mauricio Kuri González.

El PRI, con dos gobernadores, tiene el dominio político en dos estados en los que residen 5 millones de personas:

  • Coahuila, gobernador Manolo Jiménez Salinas.
  • Durango, gobernador Esteban Alejandro Villegas Villarreal.

MC, con dos gobernadores, controla políticamente hablando dos estados en los que viven más de 14 millones de personas:

  • Jalisco, (pronto) gobernador Jesús Pablo Lemus Navarro.
  • Nuevo León, gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda.

La oposición gobierna al 25% de la población mexicana. Es poco, ya que sin duda debería haber menos Morena en el territorio nacional, pero es lo que ha votado la gente en todas partes.

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Es poco, pero al mismo tiempo es mucho. Estamos hablando de 32 millones de mexicanos y mexicanas que habitan en Nuevo Léon, Jalisco, Durango, Coahuila, Querétaro, Guanajuato, Aguascalientes y Chihuahua.

Con las gobernadoras y los gobernadores de PRI, PAN y MC sí dialogará la presidenta Claudia Sheinbaum. No lo hará con militantes de tales partidos que participen en el Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas.

Cuando se supo que, casi seguramente, el tribunal electoral federal confirmará el triunfo como gobernador de Jalisco de Pablo Lemus, de Movimiento Ciudadano, un importante empresario de Guadalajara me preguntó, con cierta dosis de temor, si Claudia Sheinbaum apoyará a esa entidad federativa.

La respuesta la dio ayer la propia presidenta de México en una reunión con el gobernador panista de Querétaro, Mauricio Kuri: Claudia Sheinbaum aseguró que, desde luego, se reunirá tantas veces como se necesite con gobernadores y gobernadoras de oposición para apoyar los proyectos de sus entidades federativas.

Reitero, con gobernadores y gobernadoras de oposición, sí, pero con legisladores del PRI, del PAN y de MC, no. Será la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, la que dialogará con panistas, priistas y emecistas del Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas.

En el tracking diario ClaudiaMetrics hemos preguntado a la gente si la presidenta de México debe tener comunicación con gente de la política y del periodismo que no coincide con la 4T. La mayoría ha opinado que Claudia no solo debe dialogar con la oposición, sino también con sus principales críticos en los medios.

Pero, la verdad de las cosas, se entiende Claudia Sheinbaum haya decidido sí hablar y hasta negociar con gobernadores y gobernadoras de PRI, PAN y MC, y no con legisladores y legisladoras de los partidos opositores.

La comprendo. Si el grupo del PRI en lo Senado lo encabezara un opositor serio, con una trayectoria importante, de muchos años, que ha tenido un papel de primer orden en episodios relevantes de la historia de México como Manlio Fabio Beltrones, la presidenta Sheinbaum hasta podría aprender platicando con un político tan experimentado: la biografía de Beltrones tiene aspectos cuestionables y también luminosos. Lo cierto es que la política mexicana de los últimos 30 años no se entendería sin Manlio.

Pero como el grupo priista en Senado lo encabeza un impresentable como Alito Moreno, Claudia se ensuciaría al tenderle la mano. Si una presidenta con tantos principios éticos saludara al inmoral Alito, México se decepcionaría y México perdería.

Ni hablar, la que tendrá que higienizar varias veces sus manos después de ver a Alito Moreno será la secretaria de Gobernación. A la respetada Rosa Icela le ha tocado batear de sacrificio por el bien de Claudia, la presidenta de todos y todas, y por el bien de México.

Desde luego, para que sean más frecuentes —y de mayor provecho— las reuniones de gobernadores y gobernadoras de oposición con la presidenta Sheinbaum, deberán olvidar la politiquería.

¿A qué me refiero? El ya casi exgobernador de Jalisco tuvo en muchos momentos del pasado sexenio malas relaciones con el expresidente López Obrador porque Enrique Alfaro se sintió demasiado pronto presidenciable y jugó al rebelde.

Alfaro se dejó seducir por quienes, como Enrique Krauze, buscaban figuras capaces de enfrentar a AMLO. Dijo el destacado historiador en una de sus peores pifias: “El gobernador @EnriqueAlfaroR honra la tradición liberal de Jalisco. También Mariano Otero enfrentó gallardamente el acoso injusto del gobierno. Y pasó a la historia por resistir”.

Enrique Alfaro no resistió, no solo porque no era como Mariano Otero, sino porque retaba a AMLO y a Morena no por heroico o por tener la razón, sino por puro oportunismo político. El casi exgobernador jalisciense vio una oportunidad para hacer propaganda y recibir aplausos de la tribuna de la derecha, e intentó aprovecharla. Pronto se echó para atrás.

Un par de veces he charlado con Pablo Lemus, pronto gobernador de Jalisco. Lo único que desea es llevarla bien con la presidenta Sheinbaum y sacar adelante los proyectos que necesitan más de 8 millones de jaliscienses.

Es la lógica de Mauricio Kuri, de Querétaro. Espero que sea el pensamiento del resto de gobernadores y gobernadoras de oposición.

Maru Campos y Tere Jiménez podrían encabezar una refundación del PAN. Pero el actual no es el momento de pensar en la política partidista. Seguramente lo comprenderán y tratarán de llevar la fiesta en paz con la presidenta.